Ayer, en el cementerio San Fernando de Sevilla, decía su último adiós un gran amigo personal y de todo el mundo flamenco: Francisco Celaya Tébar, al que todos conocíamos cariñosamente como Paco Celaya. ¡Qué difícil es hablar de un amigo cuando ya no está con nosotros! Paco era la bondad en estado de gracia, sereno en su lenguaje y gestos, generoso hasta el desprendimiento total, grandioso en sus acertados comentarios y pacifista hasta el límite de la paciencia del santo Job. Jamás le vi un mal gesto, una mala cara, una contestación desacertada.
Íntimo amigo del gran Antonio Mairena, hasta el punto de ser casi su chófer oficial, como nosotros le decíamos en broma, Paco gustaba de los buenos ratos con los amigos de las peñas flamencas, en los festivales veraniegos, en los recitales del "Maestro" y en cualquier ocasión en la que sin haber un motivo especial nos invitaba generosamente a almorzar.
Lo recuerdo cuando compartimos habitación de hotel en el Congreso de Cáceres, donde llevaba dos maletas: una para la ropa y otra para el whisky que habríamos de beber cada noche con el cantaor de los alcores. Y jamás podré olvidar los domingos de resurrección, cuando Curro Romero abría los festejos de La Maestranza. Era el único día al año que iba con él a los toros, donde tenía dos asientos en el tendido 1, junto al palco real, y al que él me invitaba siempre. Después de la corrida, normalmente él, sus amigos Tomás Revelles, Pepín Martín Vázquez y yo, acabábamos por los alrededores jugándonos unas copas al tradicional juego de los "chinos". Cuando Curro se retiró ya se perdió la costumbre, porque yo sólo era currista. Nunca le agradeceré lo bastante aquellas anuales invitaciones, así como haber sido el primero de los amigos que se acercó hasta mi destierro de Córdoba para invitarme a almorzar y charlar de mis nuevos proyectos.
Fueron muchas las noches flamencas que compartimos en Mairena, en Morón, en Utrera, Lebrija... Paco era un todoterreno de la amistad y del flamenco, por el que hizo y trabajó muchísimo en silencio desde la Federación de Entidades Flamencas de Sevilla, desde la revista Sevilla Flamenca y desde la Institución para la Tercera Edad de los Artistas Flamencos. Precisamente la fotografía que ilustra esta página está tomada en su casa -él está sentado con corbata a la derecha-, en una reunión habitual de la redacción de la revista, reunión que acababa, invariablemente, con buena chacina y mejor vino que él ponía de su costo. Le encantaba hacer feliz a los demás.
Mi pésame a sus hijos y familiares, y a toda la familia flamenca, porque con su ausencia se nos ha muerto parte de nosotros mismos y sólo nos mantiene el recuerdo y la memoria de las vivencias pasadas. ¡Descanse en paz el bueno de Paco!
En la fotografía, Paco Celaya, María Rosa Fizbein, Luis Caballero, Caty León, Manuel Herrera, Carlos Arbelos, Francisco Moyano, Manuel Ríos Vargas, Emilio Jiménez Díaz y Paco González.
Íntimo amigo del gran Antonio Mairena, hasta el punto de ser casi su chófer oficial, como nosotros le decíamos en broma, Paco gustaba de los buenos ratos con los amigos de las peñas flamencas, en los festivales veraniegos, en los recitales del "Maestro" y en cualquier ocasión en la que sin haber un motivo especial nos invitaba generosamente a almorzar.
Lo recuerdo cuando compartimos habitación de hotel en el Congreso de Cáceres, donde llevaba dos maletas: una para la ropa y otra para el whisky que habríamos de beber cada noche con el cantaor de los alcores. Y jamás podré olvidar los domingos de resurrección, cuando Curro Romero abría los festejos de La Maestranza. Era el único día al año que iba con él a los toros, donde tenía dos asientos en el tendido 1, junto al palco real, y al que él me invitaba siempre. Después de la corrida, normalmente él, sus amigos Tomás Revelles, Pepín Martín Vázquez y yo, acabábamos por los alrededores jugándonos unas copas al tradicional juego de los "chinos". Cuando Curro se retiró ya se perdió la costumbre, porque yo sólo era currista. Nunca le agradeceré lo bastante aquellas anuales invitaciones, así como haber sido el primero de los amigos que se acercó hasta mi destierro de Córdoba para invitarme a almorzar y charlar de mis nuevos proyectos.
Fueron muchas las noches flamencas que compartimos en Mairena, en Morón, en Utrera, Lebrija... Paco era un todoterreno de la amistad y del flamenco, por el que hizo y trabajó muchísimo en silencio desde la Federación de Entidades Flamencas de Sevilla, desde la revista Sevilla Flamenca y desde la Institución para la Tercera Edad de los Artistas Flamencos. Precisamente la fotografía que ilustra esta página está tomada en su casa -él está sentado con corbata a la derecha-, en una reunión habitual de la redacción de la revista, reunión que acababa, invariablemente, con buena chacina y mejor vino que él ponía de su costo. Le encantaba hacer feliz a los demás.
Mi pésame a sus hijos y familiares, y a toda la familia flamenca, porque con su ausencia se nos ha muerto parte de nosotros mismos y sólo nos mantiene el recuerdo y la memoria de las vivencias pasadas. ¡Descanse en paz el bueno de Paco!
En la fotografía, Paco Celaya, María Rosa Fizbein, Luis Caballero, Caty León, Manuel Herrera, Carlos Arbelos, Francisco Moyano, Manuel Ríos Vargas, Emilio Jiménez Díaz y Paco González.
Querido Emilio: En esa fotografía que muestras faltan cuatro personas: Paco Celaya, Luis Caballero, Manuel Ríos Vargas y Carlos Arbelos. Aquellos fueron los días estupendos de Sevilla Flamenca en la casa de Paco.
ResponderEliminarEs verdad lo que dices de él: generosidad en estado puro, una filosofía de la vida que consistía en atender a todos y en no hacer daño a nadie, en lograr que todo el mundo se sintiera como en su casa cuando estábamos con él.
Me da muchísima pena que se haya muerto sin que esa reunión en la que íbamos a recordar tiempos de ilusión y lucha por el flamenco haya podido hacerse.
Un abrazo a toda su familia.
Cuatro se han ido hacia otros cielos desde esta instantánea que nos separa. ¡Ay, aquellas gloriosas reuniones con su vino tinto de La Roda de Albacete! Siempre tendremos presente a Paco, como tenemos siempre en el recuerdo a Manuel, a Carlos y a Luis. La vida no nos debería dejar tan amargas emociones.
ResponderEliminarMuchas gracias Emilio y demás amigos por el calor recibido por vuestra parte en estos momentos duros para la familia Celaya. Como hijo decir que aparte de un gran padre era un gran amigo y confidente en los buenos y en los malos ratos, y él que estaba empeñado en irse de forma rápida de este valle de lágrimas, lo consiguío, hasta tal punto que nos cojió desprevenidos a toda la familia y amigos, y es que tanta era su bondad que estaba obsesionado con no molestar con sus ultimos achaques.
ResponderEliminarEn la familia estamos contentos porque se fué sin sufrir, y porque seguro estará con el maestro Antonio Mairena formando una juerga flamenca en el cielo.
Un abrazo muy fuerte para tí y para todos sus incondicionales amigos.
Querido Gonzalo: doy fe de cuánto te quiso tu padre, a ti y a tus hermanos, pero con "Gonzalito", como el te llamaba, tenía una especial predilección.
ResponderEliminarTodo lo que se diga de tu padre es poco. Han sido de las pocas personas que he merecido conocer en la vida. Bueno hasta la saciedad, sabio hasta lo más profundo, y respetuoso como nadie. Dios no le podía haber deseado una muerte mejor, tranquila, como era él.
Os repito mi condolencia, y ya sabes donde me tienes. Para cualquier cosa que me necesitéis, donde hay un Celaya allí estará su amigo Emilio.
Un fuerte abrazo.