Transcurridos unos meses, tan tristes y amargos, de ese enorme dolor que nos dejó el maldito y fatídico 7 de abril de 2010 en aquella negra madrugada, no ha habido un solo día en el que no pensara en agradecer tantísimas muestras de cariño y condolencia a todos los corazones limpios que han sentido su falta, pues ella dejó un grandísimo prado sembrado de mucho amor.
Me gustaría que supiérais que no hubo ni un solo segundo que dejara de luchar, de dar ánimos a los demás, de querer ganar la partida, aun siendo consciente de que era muy complicado. Ahí os dejo una anécdota ante la pregunta del médico cirujano: -¿Qué tal, Emilia?, a la que contestó con desparpajo: -Yo estoy bien, doctor. Usted haga lo que pueda, y si no que me corten la cabeza como a las gallinas.
Se fue despidiéndose de todos, pero sin decirlo, con mucho pundonor y valentía, sin querer molestar y sin una sola queja, para que nadie se sintiera mal. Incluso en el trayecto al quirófano no se le borró una sonrisa dulce de sus labios majestuosos y su rostro lleno de gran belleza aun en tan amargo camino. Sería, pues, muy egoísta por mi parte quedarme con estos últimos recuerdos para mí solo, porque su amor fue intenso y puro y lo entregó a manos llenas.
Por último, quisiera agradecer a todo el personal sanitario del Hospital Virgen de Valme de Sevilla sus atenciones, y en particular al doctor Nicolás Peña, un verdadero ángel. A todo el personal del Hospital Doce de Octubre de Madrid por intentarlo hasta el final. Pero no a los dirigentes y responsables del mismo, carentes de humanidad, donde las noches son amargas cuando hay que dormir en sillas, en pasillos cargados de sufrimiento y dolor, por haber cometido el gran delito de estar fuera de tu comunidad andaluza. Supongo que estos señores/as no han probado esa soledad en sus costillas ni en su dignidad.
A Antoñita Tamaral y familia nunca le podremos agradecer tanto cariño y amor. Esto no puede ser más cabal que el que todo lo da. Gracias. A mi tía Mari Carmen, tía Juana, tío Emilio. Os cito por todo lo que ya sabéis: os queremos. Mi sincero agradecimiento a mi familia por parte de padre, porque se portaron como lo que son: nuestra familia. A toda "Las Ganchozas", mi barrio, A la madre que nos queda, ¿verdad Petra?. Incluso a los que se quitaron de en medio. A todos los amigos y buenos aficionados flamencos. Ellos saben lo que se ha ido.
A todos, gracias en nombre de mi familia y del mío propio: el último guitarrista de la más grande artista y muchísimo mejor persona.
José Juan Garrido Jandra
Me gustaría que supiérais que no hubo ni un solo segundo que dejara de luchar, de dar ánimos a los demás, de querer ganar la partida, aun siendo consciente de que era muy complicado. Ahí os dejo una anécdota ante la pregunta del médico cirujano: -¿Qué tal, Emilia?, a la que contestó con desparpajo: -Yo estoy bien, doctor. Usted haga lo que pueda, y si no que me corten la cabeza como a las gallinas.
Se fue despidiéndose de todos, pero sin decirlo, con mucho pundonor y valentía, sin querer molestar y sin una sola queja, para que nadie se sintiera mal. Incluso en el trayecto al quirófano no se le borró una sonrisa dulce de sus labios majestuosos y su rostro lleno de gran belleza aun en tan amargo camino. Sería, pues, muy egoísta por mi parte quedarme con estos últimos recuerdos para mí solo, porque su amor fue intenso y puro y lo entregó a manos llenas.
Por último, quisiera agradecer a todo el personal sanitario del Hospital Virgen de Valme de Sevilla sus atenciones, y en particular al doctor Nicolás Peña, un verdadero ángel. A todo el personal del Hospital Doce de Octubre de Madrid por intentarlo hasta el final. Pero no a los dirigentes y responsables del mismo, carentes de humanidad, donde las noches son amargas cuando hay que dormir en sillas, en pasillos cargados de sufrimiento y dolor, por haber cometido el gran delito de estar fuera de tu comunidad andaluza. Supongo que estos señores/as no han probado esa soledad en sus costillas ni en su dignidad.
A Antoñita Tamaral y familia nunca le podremos agradecer tanto cariño y amor. Esto no puede ser más cabal que el que todo lo da. Gracias. A mi tía Mari Carmen, tía Juana, tío Emilio. Os cito por todo lo que ya sabéis: os queremos. Mi sincero agradecimiento a mi familia por parte de padre, porque se portaron como lo que son: nuestra familia. A toda "Las Ganchozas", mi barrio, A la madre que nos queda, ¿verdad Petra?. Incluso a los que se quitaron de en medio. A todos los amigos y buenos aficionados flamencos. Ellos saben lo que se ha ido.
A todos, gracias en nombre de mi familia y del mío propio: el último guitarrista de la más grande artista y muchísimo mejor persona.
José Juan Garrido Jandra
Emilia de mi arma! Siempre estarás en mi corazón, nunca voy a olvidar la amistad, las comidas en tu casa, los paseos por Cartagena de Indias, Sevilla, Cádiz, Huelva.
ResponderEliminarEmilia, la buena de Emilia, siempre quiso a todos los que tuvieron la suerte de cruzarse en su camino vital.
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