miércoles, 11 de agosto de 2010

UNAS GOTAS DE EROTISMO Y HUMOR (27)


El hombre que nos cuenta esta copla tuvo que sufrir muchos desengaños, a tenor de lo que dice en ella:

Más vale querer a un perro
que querer a una mujer;
que el perro es agradecido
y la mujer no lo es.

Lo que tenía que haber hecho con la mujer que lo engañó era lo que nos cuenta la copla que anota Rodríguez Marín en "El alma de Andalucía" (1929), en la página 321:

La mujer que sale mala,
yo te daré la reseta:
yebarla ar Monte e Piedá
y quemar la papeleta.

Una sí es verdad: y es que a las mujeres hay que tenerlas siempre contentas, porque si no es así pasa lo que pasa:

La primera sentencia
que dió Cupido,
que todos los amantes
sean atrevidos;
que, en siendo cortos,
les dicen las muchachas:
¡Jesús, qué tontos!

¡A espabilarse tocan! Si a la mujer no se tiene contenta se va con cualquiera. La copla nos lo recuerda:

La valencianita, madre,
quince novios tuvo ya:
diez albañiles y un sastre,
tres cabos y un oficial.

Y es que a la valencianita le iba mucho el gremio de la construcción y la milicia. Pero estas otras zaragozanas son unas bordes:

Las chicas de Zaragoza
se asoman a los balcones
y dicen unas a otras:
mi novio tienen cojones.

¡Hombre, no se los van a amputar los tranvías! Y más comparaciones con los animales:

Las mujeres y los gatos
son de iguales condiciones,
teniendo comida en casa
salen a buscar ratones.

¿Qué es lo que tendría esta mujer para que no quisieran contratarla?:

La Jeroma desde entonces
no la quieren contratar;
dicen que mata a los hombres
con su parte reservá.

¡Tendría sífilis, digo yo! A algunas, la verdad, la calentura les sobrepasa. Qué miedo tenía este hombre de entrar donde nos dice la copla:

No quería ir al corral,
que aquella gachí volaba
más que el águila real.

La cuestión gastronómica debe estar siempre equiparada con diversos alimentos. No se puede comer sólo de una cosa. Ya nos lo decía Cervantes en la comedia "El gallardo español":

Para ser mozo y galán,
y al parecer bien nacido,
muchos desmayos os dan;
señal de que habéis comido
mucha liebre y poco pan.

Para comprar leche no hay que esconderse, lo que pasa es que me da a mí que hablamos de leche distinta:

Pasó un lechero gritando
y una niña lo llamó
y escondido de su madre
leche el lechero le echó.

Ya hemos dicho en varias ocasiones que hay que tener mucha cuenta con los malos entendidos, y que para eso no debe emplearse jamás la doble expresión, que es lo que ocurre en esta coplilla popular:

Un conejo iba corriendo
y la vieja iba detrás,
y la vieja iba diciendo:
-El conejo se me va.

Cuando una mujer es fea de solemnidad no la quieren en ningún sitio. Ya nos lo recuerda la copla de José Manrique en su libro "Coplas flamencas" (1982), en la página 66:

Un farruco en una feria
a su mujer la vendía,
la gente que fue a comprarla
ni regalá la querían.

Igual que hay que tener mucho cuidado dónde se guardan las cosas, porque puede parecer lo que no es:

Un mango para un cuchillo
mandó comprar a su esposo
doña Juana, y el buen mozo
metióselo en el bolsillo.
Sonrió al verlo cierta hermosa
y él, que lo tomó a insulto,
dijo: -Señora, este bulto
es el mango de mi esposa.

Con doble sentido, pero en cuestión amorosa, nos habla esta copla anotada por Manuel Garrido Palacios:

Una escopeta en que yo
tenía mi confianza,
pegué un tiro y me falló,
que será las que son falsas,
de mujeres hablo yo.

Y es que las decepciones amorosas suelen tardar en curarse. Este hombre de la copla siguiente ya no se fiaba para nada:

Una firme voluntad,
cómo quieres que en ti ponga
una firme voluntad,
si eres venta de camino
que a todos le das posá.

Antiguamente, los novios, cuando no podían verse, solían mantener sus contactos por la "gatera" de las casas. En esta copla sale el tema:

Una novia le dio al novio
agua por una gatera,
ahora lo que no se sabe
lo que el novio le dio a ella.

Lo que suele dar mucho fastidio es cuando un hombre curte a una mujer y otro se aprovecha:

Una novia tuve yo
que la comparo a las brevas,
yo la estuve madurando
pa que otro se la comiera.

Y es que hay mujeres bordes de verdad, de esas que parece están buscando que las maten. La seguidilla la anota Rodríguez Marín en su libro "El alma de Andalucía" (1929), en la página 31:

Venistes vos, marido,
desde Sevilla;
cuernos os han nacido
de maravilla.
No hay ciervo en esta villa
de cuernos tales
que no caben en casa
ni en los corrales.

El gachó de la siguiente copla no se andaba con rodeos:

Vente conmigo, serrana,
serrana, vente conmigo,
que no ha de faltarte nada
para andar en cueros vivos.

¡Anda que iba a esperar a enamorarla! Algunos se merecen por atrevidos la contestación que le dio esta señora a cierto imbécil:

Vio embarazada a Teodora
y díjole un estudiante:
-Algo corto es por delante
ese vestido, señora.
Y ella, vuelta la cabeza,
contestó con mucha sal:
-No es por falta de percal
porque entró toda la pieza.

¡Toma y toma, para que preguntes otra vez! Sí suele ocurrir que la procreación sea casi al minuto. Así nos lo decía Jorge Llopis en una de sus letras del libro "La rebelión de las musas" (1977), en la página 142:

¡Virgen de la Soleá,
ayer se casó tu prima
y hoy estaba embarazá!

Y es que suele ocurrir que las muchachas descubren muy pronto los placeres del amor:

Al llegar la pubertad
sintió en sus partes pudendas
sensaciones estupendas
y enorme curiosidad.

Mucho cuidado hay que tener en elegir el lugar en el que uno va a descansar un rato:

Me fui yo a echarme la siesta
debajo de un pino verde,
y me he puesto de resina
que no hay por donde cogerme.

Hay días que es preferible no salir a la calle. Son días gafados. Recoge esta copla Manuel Garrido Palacios en su libro citado "Alosno, palabra cantada" (1992), página 334:

Yo no sé ti te caiste
o se te jundió la acera,
pero diste un vejigazo,
se te rompió la chaqueta
y te partiste el brazo.

¡Que no era su día, que no! Sabio era este hombre de la siguiente coplilla que sacaba conclusiones muy valiosas:

Yo pretendí una casada,
pero al punto conocí
que el perro que muerde a su amo
más fácil me muerde a mí.

Las calenturas del verano son muy malas, pero peores las del amor:

Yo te quise dar calor,
tanto me arrimé a tu vera
que el que me quemé fui yo.

Pues yo, para no quemarme, voy a ir por mi ración diaria y fresquita de Gambrinus. ¡A vuestra salud!

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