sábado, 28 de agosto de 2010

EL AGUARDIENTE EN LA COPLA (9)

Siempre la virtud se encuentra en el centro, que es el equilibrio de las fuerzas. Trabajo, tabaco y aguardiente bien pueden aunarse para una trilogía de placeres en su justo medio, sin que la balanza cargue más de un lado que de otro. Ginés Jorquera nos lo dice en una letra suya para cantar por Tarantos:

Si el gañote se resiente
por el polvo de la mina,
lo apaño medianamente
con tientos al aguardierte
y calás al tagarnina.

Evidentemente, también es malo que el aguardiente sea el mejor amigo del hombre, más que el perro:

El aguardiente está preso
en una cárcel de vidrio,
yo lo vengo a visitar
porque es mi mejor amigo.

Algunos pueblos aguardenteros: Rute, Cazalla, Constantina, Alosno o el propio Chinchón, pueden ser verdaderamente peligrosos si no se les toma el pulso y la medida a sus excelentes productos, tal como nos advierte el romancero del Siglo de Oro para aviso de caminantes sin experiencia:

¡Dios me lleve a España!...
Y estaba beodo en Cazalla.

De nuevo el doctor Diego Calle Restrepo abre la caja de los truenos de la ebriedad galopante y confiesa sus más íntimos deseos en esta nueva décima para nada abstemia:

Yo nunca abrigo en mi mente
místicas aspiraciones
o inefables ilusiones
de las que abriga la gente,
mas confieso francamente
que en esta ocasión quisiera
ser un Moisés, pues pudiera
(y mucho que me provoca)
sacar anís de una roca
y beber el que quisiera.

Locos se vuelven algunos, como este desconocido Pérez alosnero que nos refiere la copla, si vuelcan, pierden o le roban la ración diaria del sustento de pócima que les ampara. Ni por celos, mujeres o herencia serían capaces de matar, pero ¡ay de aquel que juegue, ni en broma, con lo más preciado de sus vidas!:

Daba compasión de ver
al Pérez escarbando paja,
le pregunté qué tenía:
-Se me perdió mi garrafa,
medio litro contenía.
Por la madroñera va
el Pérez con su escopeta
y es capaz de darle un tiro
a aquel que a aguardiente huela.

El hombre sobrio, incapaz de llevarse a los labios una sola copa de tan excelente licor, de seguro que estaría contento si el alcalde del pueblo editase un bando con la siguiente proclama:

Como medida prudente
se ha prohibido el despacho
de vinos y de aguardientes
el domingo a los borrachos.

No sólo los hombres, también hay mujeres con una gran dipsomanía que prefieren el aguardiente al mejor de los regalos, tal y como nos retrata la coplilla del cancionero zamorano:

-Ay, mujer, mujer,
te compraré unos pendientes.
-Eso no, marido, no,
déjalo para aguardiente.

De tantos y tantos tragos rápidos es normal que se acabe el dinero y, con él, la vergüenza:

Bartolo el de la Tomasa
le dijo a Alberto una tarde,
le voy a pedir dos gordas
a la infeliz de mi madre
pa aguardiente en ca Cristóbal.

La borrachera que nos ha traido el cancionero, la embriaguez, el mamarse, ajumarse, alumbrarse en demasía, el dormir al lobo, cargar el delantero, coger la cogorza, la mona, la moscorra o la jumera puede llevarnos al delirium tremens o a una morfinomanía verdaderamente asustante. En esta lista no puede encuadrarse a todo el mundo porque ni son todos los que están ni están todos los que son. La borrachera no es elitista, y por eso los borrachos se dan en cualquier entorno social, aunque abunden, o se vean más, en los estratos marginales, lejíos de las grandes ciudades y suburbios pueblerinos.

Tomar una copa sabiamente es un manjar de dioses; tomarse la producción de un año de alambiques es, además de una barbaridad, muy peligroso para la salud y extraordinario para la cuenta bancaria del tabernero. Ojalá y ninguno de nosotros nos veamos reflejados en esta sentenciosa letra del fandango:

Tó el hombre que está penando
y le da por la bebía,
mientras se está emborrachando
hay en su cuerpo alegría,
luego termina llorando.

2 comentarios:

  1. ... y antes de Chinchón, que nos queda muy lejos, ZALAMEA, Emilio. No olvides el aguadiente de Arenas...

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  2. Zalamea, por supuesto, pero bien sabes que no soy localista. Antes de otros anises, aparte de los garraferos, quien mandaba era "La Castellana" y "La Asturiana". En Andalucía, como nos ha pasado siempre en Triana, no hemos sabido vender bien nuestras cosas.

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