Si el aguardiente ha servido para dar cobijo a las alegrías amorosas y a las penas del género humano en el corazón de las coplas, también las coplas han servido para cantarlo, para ensalzarlo por su amable compañía, para dejar su nombre como amigo de camino por todas las trochas y dereceras del mundo en justo agradecimiento, y hasta darle nombradía en una escala de valores:
Alabando su excelencia, también la copla fija la categoría de los ricos productos de la tierra cordobesa y, en nombrando anís, la villa ruteña es reina de los más exquisitos paladares:
¡Y qué gran canto el que le dedicara en ocho décimas nutridas de alambiques el doctor Diego Calle Restrepo! Desde su tierra andina, este canto, del que ofrecemos sólo una parte, es una deliciosa partitura para los amantes de este licor universal, tan denostado siempre por los abstemios:
Tanta y tan exquisita es su presencia en los mejores actos de nuestra vida, tal como indicábamos al inicio, que algunos se preguntan de la fuerza de su raza para estar en todos los sitios agradables:
Y algunos también suelen preguntarse si los demás aprecian que las cosas sencillas son las más grandiosas, como describe este fandango que suele ser cantado "a cané" -conjuntamente-, por los hermosos pueblos de la sierra onubense:
Sigue siendo Alosno, El Andévalo entero, en la multiplicación de cien fandangos distintos, tanto de la tierra como personales, el cofre más rico de las coplas populares, coplas en las que el aguardiente, también como extraordinario protagonista de sus afanes, brota transparente y amoroso en las alquítaras y alambiques de las más recias gargantas. Aguardiente que, si lo picas en demasiada, hace hablar al mudo y cantar al que no sabe:
Hay algunos chilenos que tanto amor le tienen al aguardiente que lo hacen principal familiar de un testamento de sentimientos y cariños y no dudan embaucarlo en su último suspiro vital:
Y otros, chilenos, colombianos, mexicanos, de Cazalla, Chinchón o Rute, que a nadie tienen que dar cuenta de sus vidas y hacen de su patrimonio una hipoteca perpetuada en la ración, o raciones, de sus copas repletas del zumo de sus existencias:
Y hacen bien. Y si Dios está de por medio, mejor que mejor, porque más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena, como el refrán se encarga sabiamente de recordar y nos enseñaba la coplilla de un Mirabrás al decirnos que voz del pueblo es voz del cielo:
Hasta lazos de consanguinidad luce la copla en su palmito para dejar bien claro las diferencias familiares:
Sin duda, lo del fandango y el aguardiente siempre es primordial y la familia ciertamente de mucha importancia..., pero algo secundario en algunas ocasiones:
¿Habrá plantas en el mundo, comenzando con todos los frutales, que ofrezca auténtica satisfacción al hombre? Podemos decir que casi todas las que Dios hizo crecer en la tierra. Pero, para muchos, la máxima obra de la Creación es la parra, que por algo el patriarca Noé -según cuenta la leyenda- fue el primero que tuvo el gusto de plantarla:
Hasta para entonarse por fandangos -que crece junto al alambique en nuestras coplas-, se necesitan algunas cosillas totalmente imprescindibles:
Muchas son las poblaciones que quieren disputarse la reliquia del mejor aguardiente, como de las más guapas mujeres, como del mejor vino o los más hermosos monumentos. Los madrileños de Arganda no querían quedarse atrás, aunque potencie la copla a Valencia con el más famoso de sus cítricos y a la célebre cantaora de Cartagena, Concha "La Peñaranda", como excelente intérprete de Peteneras:
Aunque los de Ocaña no quieren quedarse atrás y casi lo santifican cuando pasan las fronteras:
Se le canta también como indudable jaleador de fiestas y de bailes, según el folklore colombiano en esta ocasión:
Hay quienes creen, y la copla lo recoge en el alma de su cancionero, que el aguardiente es la más vital de las bebidas:
También los Reyes Magos trajeron la sorpresa del aguardiente entre sus regalos, y así lo cita la copla:
Capitán, aguardiente;
teniente es frasco;
alférez la botella;
sargento, el vaso.
Alabando su excelencia, también la copla fija la categoría de los ricos productos de la tierra cordobesa y, en nombrando anís, la villa ruteña es reina de los más exquisitos paladares:
De Montilla er buen vinillo,
pero de Rute el anís,
melón de Benamejí,
y pa durce de membrillo
er que da Puente Genil.
¡Y qué gran canto el que le dedicara en ocho décimas nutridas de alambiques el doctor Diego Calle Restrepo! Desde su tierra andina, este canto, del que ofrecemos sólo una parte, es una deliciosa partitura para los amantes de este licor universal, tan denostado siempre por los abstemios:
Anís, preciosos tesoro
que no se produce en mina,
pero que en cualquier cantina
lo dan nada más por oro,
tan claro, tan incoloro,
y tan fiel a la pureza
que no hay humana corteza
que falsificarlo pueda,
pues cambia color y queda
en descubierto la empresa.
Díme tú, lindo licor,
de dónde es tu descendencia
que sin haberla llamado
te hallas en todas las fiestas.
Qué bonito es el fandango
al amanecer del día,
en el silencio del campo
cuando voy de cacería.
Un buen trago de aguardiente
con agua de manantiales.
¡Ay, si supiera la gente
estos ratos cuánto valen!
Sigue siendo Alosno, El Andévalo entero, en la multiplicación de cien fandangos distintos, tanto de la tierra como personales, el cofre más rico de las coplas populares, coplas en las que el aguardiente, también como extraordinario protagonista de sus afanes, brota transparente y amoroso en las alquítaras y alambiques de las más recias gargantas. Aguardiente que, si lo picas en demasiada, hace hablar al mudo y cantar al que no sabe:
El aguardiente de Alosno
lo llevan al extranjero,
y si lo prueba un inglés
canta el fandango alosnero
aunque no lo sepa bien.
El día que yo me muera
no me lloren los parientes,
que lloren los alambiques
donde sacan aguardiente.
El jornal de la semana
me lo gasto en aguardiente
cuando a mí me da la gana.
El mundo se me da igual,
no me importa a mí la gente,
sólo a Dios debo rezar
pa que no falte aguardiente
ni alegría pa cantá.
El vino es mi primo hermano,
y mi hermano el aguardiente,
para cantar un fandango
tengo que estar con mi gente.
Mucho quiero a mi mujer
y a mis hijos igualmente,
pero hay veces que prefiero
una copa de aguardiente
y un fandanguillo alosnero.
No hay planta como la parra
que nos dé lo suficiente:
de la pasa se hace arrope
y del arrope aguardiente.
Para cantar el fandango
tres cosas debe de haber:
las copillas de aguardiente,
el guitarrero a la vez
y el que canta lo que siente.
Para naranjas, Valencia,
y para aguardiente Arganda,
para cantar peteneras
Conchita la Peñaranda.
El aguardiente de Ocaña
lo llevan a Puerto Rico
y repican las campanas
como si fuera un obispo.
Este baile va p'arriba
y el aguardiente rodando,
que cuando no hay aguardiente
el baile se va acabando.
Si te entierran, resucitas
y al ratillo te haces fuerte,
no hay vida como tu vida
mi viejo amigo aguardiente.
Tres reyes magos,
vestidos de armiño,
vienen de sus reinos
a adorar al Niño.
Oro, incienso y mirra
traen desde el Oriente
y una cantarita
llena de aguardiente.
El niño de la ilustración se ha quedado "fritito". A ciertas horas, una copa de aguardiente es el mejor remedio para combatir el insomnio.
ResponderEliminarEsta mañana repasé el texto de Juan Cervera sobre el tequila y las canciones y guarda mucha relación con esta serie de el aguardiente.
Cuando termine de comer, en el restaurante chino de Albacete -no reíros por favor- pediré un aguardiente típico, el que tiene un lagarto dentro de la botella. Me lo tomaré a vuestra salud y dormiré la siesta.
No escarmientas con comer en los chinos. Cualquier día te vas a comer una máquina de escribir en un rollito y no te vas a dar cuenta. ¿Has leído las mortuorias de hoy en el diario de Albacete?
ResponderEliminarLa china que me atiende no para de reirse. Al final no tenían el aguardiente con el lagarto y me han puesto Ruavieja; voy de mal en peor. Anoche le dí por lo menos 6 vueltas al centro de Albacete y terminé como el chiste del gato. Lo único que he aprendido de Albacete es que la plaza más importante se llama Plaza del Altozano y que la alcaldesa se llama Oliver pero no canta por soleá. Las esquelas mortuorias que he visto son las del ABC de Castilla La Mancha; tranquilo que todos andaban por encima de los ochenta años.
ResponderEliminarTe decía lo de las mortuorias por ver si habías comido en el "chino" algún fiambre del día. Al menos te enterarías de quién era. Lo tuyo de los restaurantes chinos es masoquismo.
ResponderEliminarSi le has dado seis vueltas al centro de Albacete seguro que has andado por lo menos 100 metros, porque el centro es más chico que el cinturón de una "Barby".
¡Que te lo pases bien!
hola me podrían decir el significado de: que bonito es el fandango al amanecer ..........
ResponderEliminarYo entiendo que, al alba, un fandango cantado a coro tiene que ser espectacular, como la bienvenida al nuevo día que la vida nos ofrece. Si ese fandango se canta en una tierra como la marisma huelvana, no es que el fandango sea bonito, es que puede resultar un milagro en los tiempos que corren de tanta aceleración y desesperanza. Quizás el adjetivo correcto no sea "bonito", sino sentimental.
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