viernes, 20 de marzo de 2020

DESDE MI TORRE: A BUENAS HORAS, MANGAS VERDES

Viñeta de Manel Fontdevila en eldiario.es


Toda España estaba expectante anteayer, a las nueve de la noche, esperando las palabras del Jefe del Estado, el Rey Felipe VI, tras el peñazo publicitario que de su comparecencia pública nos habían dado todos los medios televisivos muchísimas horas antes.

¡Ah, oh, uf!, se pensaba desde todos los domicilios-cárceles a los que nos ha confinado esta alarma general de obligado cumplimiento. ¡Ya era hora!, se decía desde todas las celdas de aislamiento del país. ¡Verás, verás, como este Rey sí que es el de todos los españoles y no el emérito-descrédito de su padre, al que ha tenido los bemoles de quitarle hasta la paga! ¡Verás, verás, como este ya no es como el fundador de su dinastía, Felipe V; ni como el Fernando VII que vendió a España y metió en nuestra Patria a un Bonaparte; ni como Isabel II, que era capaz de acostarse hasta con las estatuas efebas de Palacio, y a la que sólo cupo el honor de dar nombre al Puente de Triana; ni de su tatarabuelo, el pusiláneme Alfonso, más cursi que un pastel de crema y que bebió brevemente los vientos, en el palacio sevillano  de los Montpensier, por su prima Mercedes, de corta vida real y eterna en el romance por bulerías de Bernarda "La de Utrera"; ni como su bisabuelo, que aumentó la población de España a pesar de que decían sus amantes que era bajo de carácter de las partes nobles ni de su abuelo, que en la Corte de Estoril, en su Villa Giralda, recibía los versos de Pemán y de afectos a una monarquía casi extinguida, al buen jamón de Jabugo y al jerezano Tío Pepe...!Ya verás, ya verás cómo nuestro Felipe va a contar a esta España democrática las verdades del barquero, va a desenmarañar los múltiples escarceos de su padre con una tal Corinna, y varias otras presuntas del amplio muestrario, y va a diseccionar, para que todos sus súbditos nos quedemos tranquilos, todo el asunto de las habituales mordidas... ¡Ah, oh, uf! Y el país, totalmente volcado para escuchar sus palabras, que ya llegaban una semana tarde, y que salieron durante seis minutos de unos labios nerviosos y un porte inadecuado, dándonos a entender su incomodidad, se quedó con una cara de lelo impresionante. Ya no había ni ¡uf, ni oh, ni ah¡, sino un sentido de estafa general y mofa colectiva por medio de quien tiene la suma obligación, como Jefe de Estado, de hablar claro a su pueblo, y más en unas circunstancias muy difíciles para todos. No dijo nada de lo que al pueblo interesaba, y sólo cuatro pegotes sobre la solidaridad y la unión por la pandemia del Corona Virus; unión y compromiso colectivo que el pueblo español ya había puesto en marcha, una semana antes, dando ejemplo, como siempre, a unos políticos que sólo miran por sus intereses y a un rey que sólo ruega al Congreso tener la boca cerrada.

¡Qué pena de tantos esperanzados ¡ah, oh y uf! ¡A buenas horas, mangas verdes, como se decía en las épocas nefastas de la Santa Hermandad por aquellas calendas de otra monarquía: la de los Reyes Católicos! ¡País! 

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