miércoles, 14 de marzo de 2018

DESDE MI TORRE: ¡QUÉ GRAN LECCIÓN, PATRICIA!


Has sufrido lo peor: la muerte por asesinato de un hijo, de tu único hijo. Pero te has merecido lo mejor: el reconocimiento y el amor de toda España y de gran parte del mundo. Tu entereza ha sido un ejemplo de sacrificio y bondad para todos nosotros. Nada de venganzas ni de odios, nada de peleas, como hacen nuestros políticos. Cierre a la puerta de un drama que, por mucho que compartamos, sólo te ha tocado vivir a ti, Patricia. Gabriel se ha quedado con sus pececitos y se ha acabado el mal sueño de la bruja. Y nosotros, todos, con la sonrisa contagiosa de ese niño al que jamás olvidaremos, y con tu clase y tu talante.

¡Qué sublime lección de honestidad, de sinceridad, de millones de lágrimas crecidas desde la verdad! ¡Qué grande y humilde tu palabra! Cuando todos nos distraemos y sufrimos por nimiedades, vienes tú como catedrática de la vida a poner orden a nuestras penas, a enseñarnos cómo deben vivirse las tragedias, a conquistar un "cum laude" de fe, esperanza y caridad.

Ahora todo ha pasado, Patricia, aunque te queda lo peor: el recuerdo, los quince días que has batallado por creer que Gabriel aún vivía en vuestras lindes; las sospechas claras de que era la bruja quien te lo había robado para siempre. Andalucía, tan gigantesca siempre en sus manifestaciones, en las alegría y los dolores, sabe que te mereces la medalla de oro de las antiguas minas de Rodalquilar, oro sacado de sus entrañas pulso a pulso y pico a pico, lágrima a lágrima: todas las que nos ha arrancado Gabriel con su muerte y tú con un ejemplo que será muy difícil de olvidar.

Un diez de nota se quedaría corto para premiar todos tus gestos. Sólo te animo a que te recuperes, a que sigas amando al mundo así, de esa manera tuya, a que concilies todo lo malo que te ha pasado con la bondad que nos has pregonado, a que no te derrumbes nunca, jamás, para que sigas siendo el faro de una vida que a todos se nos congeló cuando supimos de esta noticia que nunca quisimos conocer.

Un fuerte abrazo, Patricia, por la lección que nos has dado a todos en este mundo lleno de desesperanzas.


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