miércoles, 7 de marzo de 2018

DESDE MI TORRE: PARECE QUE FUE AYER Y SE CUMPLE MEDIO SIGLO


Así de joven, y creo que hasta guapo, con la moda patillera y unos ojos verdes llenos de ilusión, y el alma limpia, con ganas inmensas de ser un artista en lo suyo, comencé a formar parte de la plantilla de el equipo de artística de El Corte Inglés de la Plaza del Duque, en Sevilla, hace 50 años. Entré, entre obras: soladores, carpinteros, soldadores y albañiles con prisas para terminar sus trabajos, el 18 de enero de 1968, siendo el primer trabajador del escaparatismo en esta empresa. Recuerdo mi entrada por la única puerta abierta para la entrada de los operarios que allí trabajaban, abierta por uno de los futuros escaparates que daban a la Plaza de la Gavidia, y que custodiaba una excelente persona, fuerte y alto, un álamo de ribera, apellidado Morera.

Hasta el día de antes, yo había trabajado como escaparatista en los almacenes Gycos de Triana desde 1966, en la calle de San Jacinto, cuyo gerente y uno de los dueños de la empresa Alsesa era el señor Francos, un hombre tildado de duro pero que me quería con locura por la constancia de mi trabajo. No me lo digo yo, me lo dijo él cuando me citó en la central de la empresa, en la calle Jimios, para que no me fuese, doblándome el sueldo. Es decir, ganando yo más que el señor Benito, persona extraordinaria, que era el director de la sucursal trianera. Antes estaba de director, en el primer año (1966) el señor Salcedo. No me dieron liquidación alguna, ya que no había avisado mi propio despido 15 días antes, que es lo que decía la Ley. Tal como le dije al señor Francos, me iba porque creía en mí y que en la nueva empresa podría desarrollar mis intenciones artísticas, le agradecí su apoyo total y la tardía subida de sueldo que me ofrecía, y le recriminé cariñosamente que por qué no lo había hecho antes.


Y allí me vi, en un ambiente nuevo, casi dos meses antes de inaugurarse lo que antes fue el palacio de don Miguel Sánchez-Dalp cuya aprobación de demolición firmó el entonces alcalde, el trianero don José Hernández Díaz, catedrático de Historia del Arte, especialista en el barroco sevillano, que apostó por la modernidad al entender que el palacio era un neomudéjar abigarrado y de barroco no tenía nada. Sin embargo -años de cambios- el centro lo inauguró oficialmente como alcalde don Félix Moreno de la Cova, ganadero y político de la población cordobesa de Palma del Río.

Mis primeras labores en el estudio de artística fue el llevar a mis nuevos jefes a conocer las tiendas de Carreras y Padura para comprar algunas pinturas, pinceles y brochas para confeccionar unas grandes vallas publicitarias de nuestra presencia en la Ciudad, que se colocaron en la Plaza de Cuba y en el Hipódromo de Pineda. Poco a poco fueron llegando los compañeros que estaban realizando un curso en las tiendas de Madrid y los que se contrataron en Sevilla, entre ellos a dos que recomendé: a mi ayudante en Gycos, Luis Baeza, y a mi vecino Pepe Salvatierra, ya tristemente desaparecido.

Plantilla de El corte Inglés 1968

Desde enero hasta la inauguración, cuyo 50 aniversario se cumple mañana, nos encargamos de montar lo que sería el futuro Estudio: estanterías, mesas de trabajo, taller de luminotecnia..., y a descargar camiones que nos traían desde la central de Artística de Madrid todo el material para empezar a arrancar: pinturas, piezas de fieltro, herramientas varias, cientos de maniquíes, rollos y más rollos de naylon de todos los calibres, piezas de plásticos de todos los colores, cajas de purpurinas, rotuladores, cartulinas..., todo lo que se necesita para un departamento tan importante para el funcionamiento de una empresa.



La fachada que, gracias a Dios, no fue

Este fue otro proyecto que no se llevó a cabo. Menos mal. Horrenda fachada que quería imitar, en parte al palacio que se destruyó.

La prensa más oscurantista nos puso a parir con la inauguración de nuestros escaparates, porque en ellos, en los que daban a la Plaza del Duque se representaban a unas mujeres vestidas con distintas batas de cola imitando las distintas suertes del toreo, pero con cuernos, ya que la muerte es femenina. Se explicaba bastante bien con un texto precioso en cada una de las viñetas. Pero esa Sevilla inculta de hace medio siglo no lo supo entender. Tuve la suerte de montar esos escaparates con su creador, el gran artista y compañero Roberto Comas. Un genio, un auténtico genio. Cuando las aguas se fueron calentando, y poco antes de la cena de inauguración para el personal, don Ramón Areces nos citó a todo el equipo, nos agradeció el esfuerzo , nos felicitó por tanto arte, pero nos instó, cariñosamente, a que los tapásemos. Recuerdo a Roberto llorando, y a gran parte de todo el equipo. Tapamos con las cortinas esos escaparates de tanta ilusión para nosotros, no volvimos a la cena y nos fuimos a emborracharmos por la calle San Eloy. Nos citamos a primera hora del día siguiente y, en un plis-plas, cambiamos todos los escaparates aún con lágrimas en los ojos. Sólo Manuel Benítez Salvatierra, "César del Arco", director de la edición andaluza de "Pueblo", escribió un artículo hermoso a nuestro favor, y eso que estaba marcado como director de prensa muy falangista y muy de derechas.


Don Ramón Areces en 1968

Han pasado 50 años y parece que fue ayer. Toda mi vida ha estado vinculada a esta gran empresa en la que he trabajado mucho, desde que entré, y que me trajo a Córdoba en noviembre de 1995 cuando aquello de la compra de Galerías Preciados. He disfrutado con lo que hacía, pero jamás he tenido recortes para mis proyectos. He conocido a muchos artistas cuando montábamos los festivales de "Viva la Juventud": Víctor Manuel y Ana Belén, Serrat, Francisco, Fórmula V, Los Pekenikes, Los Bravos, Miguel Ríos, Los Brincos..., yo qué sé. Ya me falla la memoria. He tenido la oportunidad de montar escenarios para grandes artistas. La satisfacción de crear y montar grandes belenes en los que las colas eran interminables tanto en El Corte de Nervión como en Córdoba. He tenido la suerte de tener unos equipos maravillosos, entusiastas con lo que se hacía, implicados en cada tema.

Me he llevado cuarenta y tres años y medio, justos, trabajando en una empresa a la que he entregado todo lo mejor de mi mismo, pero que siempre me ha correspondido con dadivosidad, dinero y mucho amor.

Con el gran genio Roberto Comas

4 comentarios:

  1. Tienes para hacer un montón de libros y atiborrar con ellos una suculenta biblioteca, no ni ná.
    Ah, es verdad, eres guapetón...

    Un abrazo.

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  2. Bonita y entrañable historia. Por cierto, compadre, muy guapetón y resultón pero las camisitas que te ponías no te las comprabas en el Corte Inglés. JIMENEZJB

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  3. Larga historia, José Luis. Ah, y la camisa era de la boutique de caballeros. Un pastón.

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