Hoy he ido a votar
y me he explayado
con mi voto, de siempre inmaculado:
blanco, como los sueños de mi infancia.
¡Qué tranquila mi estancia!
Desde niño,
sólo supe de engaños,
y, a mi vejez, cuajada ya de canas y de años,
no le vienen muy bien las profecías:
mía es la vida. La vida sólo es mía.
Me escriben, me llaman, me molestan.
Suplicando mi voto se me atesta
de siglas el buzón de mi vivienda.
Nunca me han preguntado
si estoy en amparo o desamparado.
Y hoy me prometen juntos cielo y tierra.
Nací al frío del hambre de posguerra
y ya de niño me aburrían los cuentos.
Y hoy, de mayor, los odio, los persigo.
¡Inútiles políticos, dejadme,
no molesten jamás, no perturbarme
este mundo sencillo en el que vivo!
Muy buena reflexión, Emilio. No he visto más cartas en los buzones que en estos días. La gente los sigue votando, ahora a cuatro bandas. Un abrazo.
ResponderEliminarMenos mal que este engaño colectivo sólo es de tarde en tarde.
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