jueves, 17 de diciembre de 2015

DESDE MI TORRE: MI CAMPAÑA PARTICULAR SOBRE EL VOTO DEL 20-D


Los que todos quieren arreglar en 24 horas, lo podían haber hecho con las promesas del cambio (PP) y con los alientos de la oposición (PSOE) en menos de los cuatro años que se han llevado, unos y otros, viviendo de la mamela, de la corruptela y del cuento. Ahora, todos nos quieren bajar el precio de la electricidad, del gas, subir las pensiones y ocuparse de la "cosa" pública. Cuatro perdidos años no han servido para atajar las grandes corrupciones, la pobreza generalizada de todos los españoles -a excepción de ellos-, y la triste desesperanza que anida en un pueblo que, a trancas y barrancas, todavía quiere llamarse español. Nos creen, sencillamente, gilipollas, tontos, analfabetos, zamburiños, gente desgraciada que sólo tiene la oportunidad de ir a las urnas cada cuatro años..., para votarlos, según piden, evidentemente.

Son muchos tacos de almanaques los que guarda el Poder en sus archivos. No han hecho nada: sólo jodernos la vida a los habitantes de este país. Nos engañan con mentiras de cuentos de toda la vida. Ellos se enriquecen -ninguno son lumbreras- ejerciendo el cargo mientras sacan su panes, sus posiciones y queridas al coste del personal trabajador, que es el que verdaderamente tributa en nuestro país, y por una muy estricta ley: en la que nada se le perdona a los pobres pero que, siempre, favorece a los ricos.

Soy jubilado desde el año 2009. Tengo mi propio asesor fiscal para que nada me falle en ese fusilamiento anual de la declaración tributaria. Y, a pesar de todo, aguantan hasta el último día para devolverme lo que me adeudan. Ignoro si es el mismo baremo que aplican a Bárcenas o a tantos mangantes como andan sueltos, o poco amarrados por nuestro país. Me cobraron un montón de miles de euros -en los que Hacienda se llevaba una parte, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento y, por supuesto el Notario- cuando quise formalizar el fallecimiento de mi esposa. Al parecer, ni Hacienda sabe que mi mujer ha muerto -a pesar de la sangrante testamentaría, de los informes bancarios y sabiendo de más con tanta burocracia, que yo soy el que pago la hipoteca de un piso que tengo en usufructo, del cual son herederos mis hijos.

Y me animan ahora a que los voten, porque son los mejores, por sus caras bonitas, porque trabajan por el bien de España y de todos sus ciudadanos. Y encima aparecen dos partidos emergentes que se disputan el solar, para hacer lo mismo que los demás y para forrarse en cuatro años, como todos. ¡Y un mojón! y no precisamente de los que marcan las carreteras comarcales.

Cuando me devuelvan el dinero que me pertenece, a lo mejor voy el día 20 a depositar en la urna el voto al que tengo derecho. Siempre lo hago, aunque blanco. Y siempre le pido a la Democracia que este voto sea útil para eliminar a tantos inútiles como nos gobiernan. Al final -si Dios no lo remedia- van a hacer bueno a Franco. Son un calco.

2 comentarios:

  1. ...La experiencia es un grado, Emilio, jeeeeeeeeee...
    Un abrazo.

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  2. Yo ya no tengo experiencia, querida Mari Carmen, tengo un tremendo vacío de esperanzas.

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