El poeta Juan Sierra, al que por su gran humildad muchos olvidan incluir en la llamada generación de 1927, no era un poeta al uso que rompiese moldes y se mostrase como un vanguardista. Juan Sierra, gran amigo de mi padre, y al que tuve la suerte de conocer y de hablar con él en muchas ocasiones, y del que recibí un sentido elogio por la "Elegía a la muerte de mi padre", fue un exquisito sevillano, y así lo demostró en prosa y verso, y su poesía, negativamente para él, se decantó en demasía por su demostrada religiosidad y su amor al marianismo. Este librillo es una joya que recoge los más encendidos piropos de su pluma a alguna de las advocaciones de su tierra de Sevilla. En sus 21 décimas, pone de manifiesto su sencillo lenguaje, a la vez florido, y su alta sensibilidad. Como muestra, vaya la dedicada a la Virgen del Rocío:
Gozoso cristal labrado
en el delantal del cielo;
Luz donde arrulla su vuelo
un piar entrelazado.
Maravilloso teclado
en chirriar de lentas rosas.
Auras de almendro espumosas
juega mayo en esa ermita
donde está la más bendita
de las mujeres hermosas.
Autor: Juan Sierra
Edita: Al-Andalus
Ciudad: Sevilla-1969
Edición: 2ª
Páginas: 57
ISBN: No consta.
No olvidamos el último homenaje que se tributó en vida: Fue en Río Grande en tiempos de Paco Arcas y en el que tú, Emilio, tuviste mucho que ver...
ResponderEliminarBueno, Ángel, cada uno hace lo que puede. El valor poético fue el de Juan.
ResponderEliminarNunca vi un gesto de humildad mayor que en el rostro de Juan Sierra aquella tarde recogiendo el recuerdo de manos del alcalde Del Valle.
ResponderEliminarEs verdad, Ángel, qué bondad y qué gran sencillez la de tan gran poeta. Yo me corté tanto que no leí en el acto un soneto que le llevaba preparado, ¿recuerdas?
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