lunes, 18 de noviembre de 2013

DESDE MI TORRE: DOS EMOCIONANTES CUMPLEAÑOS


Este fin de semana, dos cumpleaños me convocaban, dos hermosos y emocionantes cumpleaños: los siete de mi nieto Pablo -oro de lujo en su pelo y sonrisa eterna en su rostro- y el de mi queridísimo amigo Juan Cembrano, que ya reunía, gracias a Dios, setenta años de almanaque. Lástima que los dos coincidieran en el mismo día de celebración, aunque el de mi nieto fuese el viernes, día 15, y el de mi admirado Juan, el día 13. Pero ya se sabe que siempre es mejor un fin de semana para que familiares y amigos puedan asistir a una fiesta común en la que siempre reina la alegría.

La variante está en que mientras mi Pablete sabía y esperaba la presencia de sus abuelos, de sus tíos y primos, y del gran montón de regalos que iba a recibir -sin faltar la nave de "Star Warts", Juan Cembrano no tenía ni idea de la encerrona que le tenían preparada, a las ocho y media de la tarde, en la hospitalaria casa que tiene en la aldea de El Rocío, a la que se escapa siempre que tiene dos minutos libres. Su deliciosa hija Ester -o Esther, que ambos nombres son válidos-, me llamó hace unos días para invitarme sabiendo de la gran amistad que nos une, cuya generosa invitación decliné por coincidir con la de mi nieto. Aunque buscando un punto intermedio -que siempre existe- llegué al acuerdo con ella de hacerle un soneto de mi cuño a su padre, que lo imprimiese, lo enmarcase y que alguien lo leyese en mi nombre. Y así se hizo. Juan no sabía nada de nada, y a la hora prevista, con muchas docenas de familiares y amigos esperando con las luces apagadas, a la vuelta de su paseo se encontró con la tremenda e inesperada sorpresa cuando su nieta pulsaba el interruptor de la luz y todos le aplaudían cantándole a compás el célebre cumpleaños feliz... Miren la cara de asombro que se le quedó al bueno de Juan: la que se le queda siempre a todos los hombres de buena voluntad cuando reciben la lluvia del amor.


Ante una señal telefónica de nuestro común amigo José Luis Jiménez -autor de la fotografía-, tuve la gran satisfacción de felicitarlo, mientras me daba las gracias por ese sencillo soneto macarrónico, a mi modo, que dice así:

Setenta años, Juan, que son setenta
los que has dado a una vida tan lozana
sobre el valle bendito de Triana
con una Estrella al lado que te alienta.

De tus amigos siempre te alimenta;
de tu familia, tu pasión se ufana,
y conviertes el gozo en filigrana
haciendo mucho bien sin darte cuenta.

Hoy te rodean aquellos que te aman,
que te quieren y miman, que te adoran
porque es tu bonhomía su sostén.

Todos te piden, todos te reclaman
y hasta en sueños el día conmemoran
cuando en ese Rocío cumplas cien.



A no muchos kilómetros de El Rocío, en Valencina de la Concepción, nuestra fiesta seguía tras una paella extraordinaria que le salió a mi hijo Pablo, aún siendo para tantas personas. Se encontraba ufano y orgulloso de tantas felicitaciones. Es verdad que le salió de lujo. A ella se sumaron las múltiples tapas, el salmorejo, las gambas de Huelva traídas por mi hermana Esperanza, los postres... Son unos genios preparando fiestas al por mayor. Y digo al por mayor porque entre abuelos, cuñados, titos, primos y agregados, al final formamos un montón, menos mal que muy bien avenidos y con un envidiable sentido del humor, al que hay que sumar el arte musical de todos. Ahí tienen  en la foto a tío y sobrina interpretando una pieza clásica al piano y la guitarra -mi hijo Emilio y mi nieta Irene-, tras la que siguió el concierto, los chistes, el cachondeo y la guasa gorda que nos traemos cuando estamos juntos.

Y como al arbolito hay que enderezarlo desde chiquitito -según reza el refrán-, ahí tienen a mi pequeña Lola no perdiéndole la melodía al piano de su prima. Con cuatro meses, no se puede esperar más.


Lo dicho, amigos, dos emocionantes cumpleaños que viví de distinta manera: uno desde la cercanía inmediata y, el otro, con mi corazón en El Rocío, junto al de mi amigo Juan, al que le prometo asistir cuando llegue a los cien y se celebre ante los pies de la Blanca Paloma. Con gente como la que tengo alrededor, la crisis es una anécdota que pasa de tarde en tarde. ¡Felicidades públicas a los dos!

10 comentarios:

  1. Emilio, te estoy muy agradecido por tu bonito comentario.
    Respecto al soneto, me ha gustado mucho sobre todo por la profundidad de tus palabras y espero que me escribas el de los cien años.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Soy yo quien tiene que estar agradecido a ti por tu sincera amistad. Espero que Dios nos dé salud para estar en esos hermosos "cien".

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Fue una bonita noche en El Rocío. No faltaron los cantes- acompañados por guitarra, palmas, cajón y pandereta-, la manzanilla, una gran variedad de tapas, de postres y de bebidas que aliñan a las coca colas.
    El merito de la fotografía es de Elisa que supo captar perfectamente la cara de asombro de nuestro amigo Juan.
    Por la hora en la que terminamos, casi te hubiera dado tiempo de hacer el doblete.

    ResponderEliminar
  4. Estoy seguro de que lo pasasteis sensacional, tal como después me has contado. Me acordé mucho de vosotros. Sabes que son de esas fiestas a las que siempre me apunto.
    Lástima que no pudiera hacer doblete por aquello de tenerme que quedar con los nietos en casa mientras sus padres fueron a un concierto de jazz. Espero que haya pasado al resaca.
    ¡Felicidades a Elisa por la fotografía!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo pasamos genial los tres. Precioso soneto Emilio, me faltó la foto de Juan emocionado al leerlo, aunque la imagen se quedó en mi retinas y te la trasmitiré en directo la próxima vez que nos veamos.
      Un abrazo

      Eliminar
    2. Ya me lo dijo José Luis. Qué pena que coincidieran en la celebración los dos cumpleaños. Otra vez será. Por supuesto que me tienes que contar la emoción de Juan.

      Otro abrazo para ti.

      Eliminar
  5. Siiiiii, el finde ha sido de lujo. Estoy muy contenta y espero que repitamos en breve. Te mandaré las fotos, aunque en mi fb también las tienes. Espero las tuyas. Un abrazo querido hermano.

    ResponderEliminar
  6. Todo fue de lujo. Hay que volver a repetirlo, crearnos algo de cara a la Navidad: una zambombá familiar -pianos y guitarras incluídos, chinchines, panderetas, cántaros...- Sería una oportunidad de oro para pasarlo otra vez del diez, como siempre lo hacemos cada vez que nos reunimos.
    No me hables del fb, porque lo odio. Mándame las fotos y yo te envío las mías.

    Un abrazo,. en la espera de que muevas los hilos de esa "zambombá", que podría ser un excelente encuentro. El 8 de diciembre me llevo a los niños conmigo a celebrar, como siempre, el Día de la Inmaculada. ¡Ya cuento los días que faltan!

    ResponderEliminar
  7. Ah, si puedo me apunto como el año pasado. Bsss.

    ResponderEliminar
  8. Sí, recuerdo que estuvisteis al final y que tomamos unas tapas en la calle San Fernando, pero al final, sólo al final. Durante el día, son míos.

    ResponderEliminar