No sé si la latitud y altitud de Venezuela pueden influir en el estado visionario de Nicolás Maduro, como anteriormente le sucediese a su "ídolo" Hugo Chávez. De otra forma, no puede explicarse que a este presidente, con un país que va a la deriva, con un desabastecimiento de más del 21%, con una inflación de caballo, y con una inseguridad ciudadana de mucho cuidado, se le ocurra crear un Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo, del pueblo bolivariano, claro, al que ellos mismos se encargaron de hundir con sus discursos popularistas sin base ni contenido alguno. Lo que no ha dicho -porque yo creo que no sabe ni lo que ha dicho- es en qué consiste esa suprema felicidad del pueblo: si es que va a cumplir con las grandes promesas engañosas e incumplidas, va a bajar la inflación, que se encuentra en más de un 50%, y va a poder frenar las múltiples protestas cotidianas con realizaciones visibles y no sólo con hueras palabras de promesas sobre la atención de este viceministerio a los discapacitados, mendigos, ancianos y niños.
No contento sólo con esta "creación" triunfalista, ha tenido a bien decretar que el 8 de diciembre sea "el día del amor y la lealtad al presidente Hugo Chávez, según él "el gran artífice de la revolución bolivariana". ¡Cosas! No está el mundo sobrado de políticos preclaros por inteligencia y por honradez, pero es verdad que, si los pocos que existen los comparamos con este señor, son todos sobresalientes cum laude. Me imagino que la mayor y suprema felicidad a la que aspira el pueblo bolivariano, aparte de tener sus mínimas necesidades cubiertas, es que lo dirija alguien que, al menos, tenga un poco de seso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario