Siempre que hay manifestaciones pasa igual: que no se encuentra el medidor equilibrado para acertar, con una lógica y leve variación, cuántas personas intervinieron en las mismas. Los números que se nos ofrecen siempre dependen de quienes convoquen la manifestación. Si es el Gobierno, faltaría terreno en España para meter a tantos y tantos millones y millones de participantes que la secundaron. Si es la Oposición, las calles estaban más vacías que en un día de puente. Si son colectivos los que la promueven en contra de las decisiones del Poder, las convocatorias son un auténtico fracaso y desde ese mismo Poder se nos altavocea y machaca, una y otra vez, que los que se manifestaron estaban más equivocados y despistados en sus propuestas que un bizco en un cruce. Y mientras, nosotros, los españolitos de a pie, los que contemplamos las imágenes en internet o en todos los informativos, nos quedamos estupefactos observando cómo quieren mentirnos, sin necesidad, aquellos que nos gobiernan, como si el pueblo no tuviese ojos y un baremo, más o menos ajustado, para calibrar si lo que nos cuentan es verdad o mentira.
Todavía dirá el señor Aznar, desde la cómoda poltrona en la que ahora vive, que fue un fracaso aquella inmensa manifestación de 2003 contra la guerra de Irak, en la que millones de ciudadanos españoles se tiraron a la calle intentando frenar con su presencia más que masiva aquella injusta intervención. El Gobierno, cuando le conviene, mete diez o doce personas en un metro cuadrado; cuando la manifestación va contra sus errores -burro del que jamás se bajará-, sólo caben tres. ¿Ley matemática? ¿Cara dura? No ignoro, evidentemente, los intereses que median para coger una u otra vara de medir. Pero me pregunto: ¿Entre tantos cientos de asesores como tienen para cualquier chorrada, no pueden incluir en la nómina a un especialista en estos temas, o a un simple informático que va a zanjar el asunto en tres minutos? No, no interesa. Y no hablo sólo de las cuentas a bulto -mermadas o agigantadas- del PP, sino de todos: del PSOE, de Izquierda Unida, de los partidos catalanes, de la UGT, de CC.OO. y de muchos colectivos que tampoco encuentran el famoso "medidótromo". Por cierto, que a la guardia urbana de todas las ciudades, a sus agentes, deben darle un curso intensivo de simples matemáticas o unas gafas como las que tenía "El Pali", con las que se veía hasta una piedra de mechero en el suelo; y es que, o no saben contar estos agentes u obedecen, claramente, a las consignas de los políticos de turno.
La última manifestación en la que cada uno ha cogido su escalímetro fue la del pasado jueves contra la LOMCE o Ley Wert, en la que el Sindicato de Estudiantes cifra en más de un 90% la participación, el resto de los sindicatos -entre ellos, los dos mayoritarios- en un 83%, y el Gobierno, por medio de su secretaria de Estado de Educación, Monserrat Gomendio, en un 20%, tildándola, además, de fracaso. Por lo visto y oído, nadie da su brazo a torcer, y a los que hemos visto esta manifestación en las diversas ciudades españolas se nos queda cara de bobos, porque así se le queda la faz a uno cuando sabes que el Gobierno pretende engañarte como si tú fueses ciego y sordo, como si sólo ellos hubiesen visto estas manifestaciones y no el resto del país. ¡Cosas!
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