Al final de la jornada tan feliz del nacimiento de mi nieta, nos llegó a todos la tristeza de la desgracia ocurrida tres o cuatro kilómetros antes de que el tren "Alvia" llegara a la estación de Santiago de Compostela, cargado de viajeros en la víspera de la fiesta grande de ciudad tan atractiva. El gozo que tuve en uno de los días más felices de mi vida se remató con un crespón de luto en mi corazón. Me enteré de la noticia al llegar a casa para descansar del ajetreo de ayer y poner la radio, ese cordón umbilical que jamás me separa del mundo. No me gusta el cine, ni la tele, ni el "twitter" o como se llame, ni los móviles de nueva generación, ni la llamada sociedad de comunicación. Me encanta la radio, y confieso -ya lo he dicho en este blog en más de una ocasión- que tengo un aparato en todos los rincones de mi casa: en mi estudio, en los cuartos de baño, en la cocina, en el salón, en los dormitorios..., voy de un lado para otro escuchando todas las noticias porque, además, tengo la manía de conectarlos todos a una vez, con lo sencillo que sería llevar algo en el bolsillo del pijama y unos cascos pequeños. ¡Manías!
Anteanoche me quedé helado, eran farragosas las noticias, se apuntaba a una tragedia bastante menor, pero la cifra de los muertos y heridos iba subiendo como la espuma a medida que uno seguía escuchando la terrible noticia. Hoy, y a través de todos los medios de comunicación, ya se están buscando culpables: que si el sistema de detección de accidentes que aún no estaba instalado, que si la posibilidad de un sabotaje encubierto, que si la culpa del exceso de velocidad por un fallo técnico o por un error humano del maquinista -ahora, conductores-, al que ya se le acusa desde las redes de ser un corredor nato...
Ante la tragedia, lo mejor que podemos pensar es en la altísima capacidad de generosidad que tiene este pueblo español, muy por encima de sus gobernantes. Este país se crece siempre ante las tragedias. Hoy me reía cuando nuestro Presidente prometía el oro y el moro para aclarar todo y cuando pronunciaba que las familias no se quedarían desasistidas. ¿Como en el caso del terremoto de Lorca, como en el de todas las tragedias que en este país han ocurrido, como en el atentado de Atocha, como con la víctimas del terrorismo? El ejemplo de ayer y hoy lo ha dado el pueblo gallego que, jugándose la vida, salieron a salvar a unas personas anónimas que venían en un tren desde Madrid. No sabían sus nombres, ni sus edades, ni sus sexos, ni sus razas, ni sus ideas políticas. Fueron a intentar salvar a todos.
En nuestra vida diaria, basta que tengas otro pensamiento distinto a aquellos políticos que tienes cercanos para que te quemen en la hoguera. En España, parece ser que es necesaria una tragedia para que todos nos unamos por no se sabe qué motivos. Dejemos reposar la terrible e inmensa desgracia de ayer. Obliguemos a los que cobran por ser políticos a que pongan todos los medios para que todo se aclare rápidamente y con justicia, sea culpa del Ministerio de Fomento o del conductor. Aunque dudo que en nuestro país la Justicia sea tan veloz -que es como debe ser- como para que no prescriban -siempre por una u otra causa- los delitos más espectaculares del Poder de turno. Y no nos olvidemos que, en nuestros días, el Poder es totalmente absolutista.
Mi más sincero mensaje de pésame a todos los familiares de las víctimas, y mis mejores deseos de recuperación para todos los heridos. Que los desaparecidos descansen en paz.
Triana entera que también estaba en fiestas, se une a estas condolencias.
ResponderEliminarCreo que todo el mundo se ha unido a este terrible accidente. Triana no podía ser menos, aún estando como estaba también de fiestas, al igual que en Santiago.
ResponderEliminarEn casa hemos sentido muchísimo la tragedia. Los cinco fallecidos de San Fernando y la profesora herida son gente cercana, de mi mismo barrio, el de la Pastora y de nuestra cofradía, La Oración en el Huerto. Se da el caso de que nuestra antigua casa familiar esla sede de la Casa Hermandad. Uno de los fallecidos lo conocemos de toda la vida, a través de la Cofradía. La vida tiene estas terribles coincidencias.
ResponderEliminarQuerida Caty: Cuando nombraron que había víctimas de San Fernando me acordé de ti y de que pudieran ser gente que tú conocieras. Siento mucho el dolor que podáis tener por la cercanía de esa amistad. Ha sido una terrible desgracia para todos aquellos -que somos afortunadamente muchos- a los que la sensibilidad no se nos ha agotado a golpes de crisis y noticias diarias.
ResponderEliminarUn abrazo.