¡AQUELLAS NOCHES DE LA MURGA!
Parece que fue ayer mismo cuando en los días “señalaítos” íbamos de casa al Altozano
cargados con una silla de anea para ver actuar a “La Murga”, esa compañía menguante de cómicos que con el nombre de “Los Rondán” nos quitaban a risotadas un
poco del hambre de los años cincuenta. Venían del declive de los quioscos de la
Alameda y se daban cita por el Julio festivo trianero en ese escenario que se
montaba a las puertas de la Telefónica. Estaban casi siempre “sinta” y “sindi”, sin tabaco y sin dinero, pero a pesar de sus problemas,
que eran los de todos, sabían hacernos aflorar la sonrisa con sus breves
pasillos de comedias, con sus ocurrencias y sus músicas.
Escalera, Oliveira,
Garabito, Pepinetti, Taburete y Manolín poseían
la gracia profunda para llenar aquellos momentos difíciles de nuestras vidas,
gozando el público de ese arte popular, que tanto nos recordaba a los cuartetos
gaditanos, y ellos de los aplausos del respetable, como así se decía por
aquellas décadas.
Aquellos hombres que componían aquella “Orquesta cómica-bufa-enciclopédica” y
que escondían entre sus apodos los nombres de Manuel Pérez Curado, Antonio
Oliveira Barrera, Antonio Jiménez González y José Cordero García…, aquellos
albañiles, retocadores de fotos, vendedores ambulantes, buscavidas en una etapa
para el “más difícil todavía”, fueron
poco a poco desapareciendo de la vida para alcanzar otros cielos, dejando al
Altozano baldío y triste después de haber sido durante décadas distraedores del
hambre con el pan de un humor ya perdido.
Fueron muy amigos de mi padre, que incluso colaboró
mucho con “Manolín” en la fabricación
de monólogos como “Sirenitis”, “Mi
guitarra y yo” o aquel cuplé llamado “Manolín”
que cantaba él mismo con el estribillo coreado por todo el público: Manuel que es el nombre mío / es un nombre
de postín, / de Manuel es Manolete y también es Manolín. / Todo el mundo me
conoce / por mi arte de reír / y cuando se están riendo / me suelen cantar así:
/ Manolín, Manolín, / tú naciste en Triana / la cuna de los cañís. / Manolín,
Manolín, / tienes la gracia gitana / que
Sevilla te dio a ti.
Gracia a raudales cuando se referían a “Escalera” de esta sorna: Cuando se muera Escalera / van a decir los
chiquillos: / -Ahí va la chimenea / de la Fábrica Tornillos…
Gracia en las frases: -Regaera, ¿cuándo coges la espiocha? Con la contestación garbosa y
sin hacerse esperar: -Cuando la coja tu
padre…
Un triste enero de 1988, “Manolín” fallecía después de haber dejado su corral de la calle
Rodrigo de Triana encontrando cobijo en el barrio alto de San Juan de
Aznalfarache y tras haber dejado en el viejo arrabal lutos irreparables y
amargas lágrimas. Dos años más tarde le seguía “Escalera”. Ambos eran el alma de “Los Rondán” en su última época,
cuando ya habían desaparecido los aguaduchos de la Alameda y el corazón de la
fiesta aleteaba alrededor de Señá Santa Ana en el atrio del Altozano, adonde
nos dirigíamos todos, silla en mano, para cambiar las penas por sonrisas.
(Triana Crónica. Nº 18. Julio y agosto de 2012)
Estimado Emilio, cronista de nuestra Sevilla, enciclopedia de sus barrios, bendita sea la inquietud que por estas páginas hayo....
ResponderEliminarGracias a ti por encontrarte a gusto en esta torre. Cuento, o nostalgio, aquellas cosas que he vivido y que jamás se borran de mi mente.
ResponderEliminarNo me canso de leer tus comentarios que son estupendos
ResponderEliminarpues desde que llegé del colegio no hecho otra cosa y
todavia tengo "cojo pa rato"
¡Bienvenida, Ángeles! Me imagino que vienes del colegio porque eres profesora. No acierto a comprender que una niña siga mis páginas de recuerdos, aunque todo es posible.
ResponderEliminarDisfruta, pues, y deja tus comentarios de vez en cuando.