Ha sido el primer debate sobre el estado de la Nación en la breve, nefasta y corrupta época de Mariano Rajoy, del que se esperaban tantas y tantas cosas -como decía "La Piquer"-, y tal como él prometió en los días preelectorales para conchabarse el voto de una mayoría abultada de españoles que venían escaldados de antemano de los años de poder del PSOE; en esta ocasión periodo largo, pero igual de nefasto y corrupto. ¡Tatachín! Hoy por fin era el día, el día en el que los españoles creíamos que iban a relucir todas las verdaderas preocupaciones de este país y que sobre el tapete de la mesa se iban a poner las cartas boca arriba. Pero, como siempre ha pasado en esta payasada que se ha dado en llamar "El debate del estado de la Nación", todos hemos salido de este circo aún más triste, más apesadumbrados y con más mala leche. De nuevo, lo mismo: y tú has robado más, y ustedes nos han dejado esto como un erial, y usted no vale para gobernar..., y diez mil lindezas más que al pueblo, con la que está cayendo, le cae peor que una granizada en invierno. Todos tienen tanto que callar que manejan el pitón izquierdo mejor que Antonio Ordoñez y dan mejores verónicas que Curro en las grandes tardes maestrantes. Han dicho diez mil zarandajas, pero ninguna de las que los españoles querían escuchar. Queríamos saber de los seis millones de parados, de la ley de dependencia, del futuro de las pensiones, de la sanidad pública, del por qué de cientos y cientos de huelgas en nuestro territorio, de por qué están las arcas vacías, de cómo están las autonomías, de hasta qué punto ha caído la credibilidad de la Casa Real y le creencia en la clase política, de nuestro presente y de nuestro futuro, de los indignantes desahucios, del por qué de la ayuda a una banca estafadora estatal y que ha dejado a miles de familias en la más absoluta de las pobrezas...
Los españoles queríamos saber algo de Bárcenas, de Ana Mato, de Urdangarín, de la infanta Cristina, de tantos y tantos nombres que ya se nos escapan por la larga lista de corruptos. Estábamos deseosos de que al pueblo español, siempre tan noble, se le dijesen claramente las verdades del barquero. Pero han robado tanto y tanto los de la rosa en la mano como los de la gaviota que ese tema es materia reservada, que no se puede hablar de una cuerda en la casa del ahorcado, que hay que hacer un paripé para este pueblo, que hagamos un "dewáter" pero sabiéndonos los papeles que tenemos que interpretar....
Esto, desgraciadamente, es una "MEMOCRACIA", una dictadura encubierta rociada con palabras, gestos y expresiones que nadie comprende. Es una ilusión óptica: ¿Magia o truco? No se sabe. Nos quieren embaucar de una forma u otra; quieren meternos de lleno en un "Frente de Juventudes", como en la España de la expansión del pensamiento franquista y de la Falange; intentan -yo ya soy mayor para esto- que ellos piensen por nosotros, que decidan por nosotros, que cualquier iniciativa privada tenga que pasar por el filtro del Poder.
Me da pena cómo está España; esta España aún más triste que cuando la cantaba el gran Machado: Españolito que vienes / al mundo, te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón. Desgraciadamente, en nuestros días no hay dos "españas", sino muchas, tantas como en sus vivos colores nos ofrecen las imágenes de un caleidoscopio, tantas como reclaman sus intereses desgraciados de autonomías que no nos llevan a ningún lado, tantas que hoy sí se puede marcar un mapa exacto de las "españas" pobres y de las supermillonarias.
Tendríamos que hacer un reciclaje en todo para acercarnos a un punto común en el que anide un afán de buena voluntad. España, precisamente, se está defendiendo por la gran solidaridad de su gente, de su generosidad, por la inmensa labor de Cáritas y las aportaciones de todos. Si así no fuese, Rajoy "nuestro gran salvador", tendría a las puertas de Congreso otra nueva y desafortunada Guerra Civil. Siempre ganaría la derecha -faltaría más-. ¿Pero la conciencia dejaría vivir a este líder al que votó la Democracia? ¡Cosas...!
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