jueves, 3 de enero de 2013

MI FOTO DE CADA DÍA: DOS TRABAJANDO Y CIEN MIRANDO


Se decía con esta frase que era la España de Franco: dos trabajando y cien mirando. Esta imagen puede, sin duda, extrapolarse en pareado a hoy: ¡Esta es la España de Rajoy! Es una pena, ¿verdad? Pues así es, por desgracia. Curiosamente, los dos gobernantes nacieron en Galicia, tierra de floridos minifundios, de grandes hombres de la marinería, de eternos emigrantes a las américas, de excelentes transportadores de pianos, cosarios, fondistas y buenos afiladores..., pero pésimos gobernantes.

La fotografía está realizada en el cruce de la llamada Cuesta del Rosario sevillana y la Plaza del Salvador, de cuya iglesia se observan sus llamativas verjas de forja y sus amplias escalinatas. Antes, quizás por esta época de la instantánea -finales de los cincuenta del pasado siglo-, sólo se llenaba esta hermosa plaza interior en los  días procesionales de la salida de "La Borriquita", el Cristo del Amor -hermosa talla de Juan de Mesa, fechada en 1620- y Nuestra Señora del Socorro, en el día glorioso del Domingo de Ramos; y en la tarde del Jueves Santo, cuando la genial imagen de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, obra cumbre de Martínez Montañés, de alrededor de 1615, sale acompañado de Nuestra Madre y Señora de la Merced; oliendo esta plaza a romero, tamboril y flautas desde 1951 cuando por primera vez su Simpecado, hacía el primer camino hacia las marismas de Almonte, uniéndose, o queriendo marcar diferencias, con la antigua hermandad rociera de Triana, cuya primera romería la hizo el año 1814, ciento treinta y siete años antes.

Bueno, a lo que iba, que sólo solía llenarse la plaza en esos días de algarabías festeras y poco más, salvo los pudientes que podían acercarse al mostrador del bar "La Alicantina", creado en 1922, y cuya tapa reina, aparte de los exquisitos arroces y mariscos fue de siempre la ensaladilla. Suelo acercarme todos los años con mis nietos el día de la Inmaculada, pero el listón de precios ha subido mucho y me salen mal las cuentas. 

Es de las plazas más hermosas de Sevilla, con la fachada manierista de El Salvador, el templo más grande de la Ciudad después de la Catedral, la bellísima fachada de la iglesia barroca del antiguo Hospital de la Paz, frente por frente, y sus clásicos soportales, que nos devuelven a las añejas postales antiguas cuando los encontrábamos por la Plaza de San Francisco y la propia calle trianera de San Jacinto (antes, de Manuel Carriedo). En un lateral de la plaza se alza el sobrio y elegante monumento a Martínez Montañés, obra en bronce de Agustín Sánchez Cid, que se montó en aquel lugar en 1924, se trasladó a la esquina de la Catedral con la Lonja en 1970, y que volvió de nuevo a su lugar en 1983. ¡Los clásicos meneos de esta ciudad, tan parecido a las habituales procesiones...!

Ahora, gracias a los baretos de los antiguos soportales, y a que la plaza es totalmente peatonal, miles de personas que llegan desde los afluentes de las calles Córdoba, Cuna, Sagasta, Álvarez Quintero y Villegas, forman una algarabía colorista que es para ver. Todo un espectáculo.

Qué poco sospecharían estos obreros, que estaban estrenando una de las primeras taladradoras neumáticas de aire a presión, lejana ya la espiocha, que la plaza en la que están trabajando, ante la vista de paisanos en paro, sería una de las más concurridas a todas horas y en todas las fechas del almanaque. Y qué poco podrían sospechar estos parados de gorras, boinas y sombreros, que más de medio siglo más tarde, en la llamada época de la prosperidad y de la globalización, iban a estar mirando unas obras cientos y cientos y cientos de personas en su mismo estado. La taladradora neumática es la misma, pero hoy, en nuestros días, los parados son muchos más, aunque sin gorras ni sombreros, pero con más hambre y problemas que ellos.

Ya no es la España de Franco: es la de su paisano Mariano Rajoy, el que nos iba a devolver la prosperidad que nos robó el PSOE, y el que tenía en sus manos la varita mágica para cambiar esta sociedad. Y tanto..., y tanto que ha cambiado. Fotografía ésta del ayer que vale perfectamente para hoy, aunque con más personas mirando.

4 comentarios:

  1. Magnifica foto, magnifico comentario, Emilio. La realidad de hoy dia es que a lo mejor los que se ponen a mirar ya quisieran ser los que estan trabajando. Esperemos que el 2013 nos devuelva un poco de la confianza que tenemos en nosotros mismos, ya que nunca podremos recuperar la que tuvimos en nuestros politicos. Feliz año nuevo.

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  2. Gracias, José Luis, ya que sé que tu opinión es sincera. No quería este año ser tan duro con la realidad, pero cuando contemplo a mi alrededor lo que hay no puedo ser optimista. La gente está triste, harta, agobiada, desamparada y desesperada. Aquí no pasa nada porque se está aguantando al máximo. Mi temor, y cierto, es que esto pueda estallar cualquier día.
    Somos nosotros, sólo nosotros, como bien dices, los que tenemos confianza en nosotros mismos. La fe en la Política ha muerto. Nadie sabe qué podrá ser de nuestro futuro.

    Feliz año, aunque parece que este "innombrable" también va a pintar en bastos.

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  3. Don Emilio, ante todo felicitarle y desearle todo lo mejor para este año recién estrenado. Solo quería comentarle algunos detalles de la fotografía publicada en su extraordinario artículo: corresponde a una serie fotográfica que la Compañía Telefónica realizó a lo ancho y largo de España, entre los años 1924 a 1931, para plasmar sus instalaciones, obras, etc. Y aún podríamos orquillar más la fecha de ésta en concreto. Si nos fijamos en los carteles publicitarios de la derecha (a pesar del anuncio escrito en la pared de "prohibido fijar anuncios"), se ve en uno de ellos la película "Carmina, flor de Galicia", cuyo estreno se realizó en Sevilla (cine Pathé) en octubre de 1926. Muchas gracias por este maravilloso blog.

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  4. Gracias de todo corazón a usted por haber aportado esos importantísimos datos que mejoran notablemente la explicación de la fotografía.
    Sería extraordinario que todos los lectores hicieran lo que usted ha hecho: aportar cosas importantes que, al menos yo, desconocíamos.

    Un cordial saludo.

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