Este fin de semana ha sido ajetreadito para mí, que ya no estoy para tantos sofocos, aguantar que me mientan y soportar impertinencias. Me iba a ir a Triana el jueves por la tarde, porque mi amigo José Luis me había dicho que el tranvía que estaba expuesto en la Plaza de San Francisco de Sevilla lo iban a instalar en la Plaza de San Martín de Porres del arrabal trianero, frente por frente a las desaparecidas cocheras, y donde este número, el 314 (Base Aérea de Tablada-Sevilla) exhaló su último suspiro después de muchos años de traqueteos acercando soldados a este aeródromo de tantas gestas para la aviación española y mundial. Me extrañó que no hubiese salido ni una sola nota en los periódicos locales, con lo que son estos políticos dándose autobombo antes, durante y después de hacer cualquier chorrada, pero en fin. Al indicarme finalmente mi amigo que el traslado sería a altas horas de la madrugada -duró desde las tres a las cinco-, desistí de meterme la paliza y aplacé el viaje para la mañana del viernes, no sin antes encargarle que si él asistía hiciese algunas fotografías, como la que abre esta página. Hoy me ha mandado un reportaje espléndido.
Llegué a Santa Justa y, cámara en ristre, como hago siempre, tomé un taxis y me encajé en la citada plaza, en la que en un día desabrido y frío ya lucía el tranvía, más nuevo y flamante que una muñeca "Barbie". Ésta era, como ya he explicado en la página de ayer, una ocasión que siempre había esperado mi buen amigo fotógrafo, casi vecino a las cocheras, Gabriel Sánchez "Gasán" y yo mismo, que siempre apoyé su proyecto. Pues, ea, tras disparar mi cámara varias veces me fui contento para visitar a este amigo, al que le comenté que era necesario cambiarle la tablilla al tranvía, ya que ni pertenece a la línea primitiva ni a ninguna de las anteriores. Lo que también les expliqué ayer.
Seguí caminando por Triana y me fui andando despacio por la Plaza de Abastos -de pura ruina comercial-, por las cerámicas de Alfarería y Antillano Campos -de pura ruina turística al pasar los coches a diez palmos de tus caderas-, y encaminé mi marcha hacia la Casa de los Artesanos, en las que está la marca del expolio de la cerámica de la Esperanza de Triana y en la que aún podían verse los escombros de tan vergonzoso acto en el suelo, tema que desarrollaré mañana en toda su amplitud y pidiendo responsabilidades.
En el sitio habitual de nuestras reuniones, Bar "El Ancla", me encontré con gran parte de la charpa de amigos de siempre, pero presidida por un ambiente espeso: todos discutían con todos y nadie estaba de acuerdo con nadie: que si los pros y contras del homenaje a "El Perlo", que si los diversos puntos de vista sobre lo del retablo, que si lo del tranvía... La verdad es que me sentí mal. No es buen sitio un bar para arreglar las cuestiones prioritarias de Triana, y deberían sentarse todos los hombres que luchan por ella, aunque dispersos, en un frente común, que es lo que verdaderamente hace fuerza.
Allí apareció el director del Distrito, Manuel Alés, mano derecha de su responsable, Francisco Pérez Guerrero, y ante mi satisfacción porque el tranvía volviese a Triana y ofrecerle algunas ideas como el de una ludoteca infantil o una oficina de turismo del barrio, me engañó como a un chino, un chino tonto, porque no me confesó que el tranvía estaba allí de paso y que Tussam tenía una lista itinerante para exponerlo, lo que me enteré a los diez minutos de que se hubiese ido desestimándome, por causas familiares, una copa de cerveza. Tan sólo me indicó que se quitaría pronto por aquello de la remodelación de la plaza, pero no que ya no volvería. Hay que darle la razón a Antonio Burgos cuando dijo que este es "Un tranvía llamado camelo" en el artículo que también en estas páginas se ofrecía anteayer.
Menos mal que a las tres y algo del mediodía iniciamos un almuerzo de Navidad -cada vez se hacen con más antelación estas celebraciones- ofrecido por el periódico mensual "Triana Crónica" a todos los "crónicos" que escribimos cada mes desinteresadamente. Ana Díaz y Daniel Martínez son alma y vida de él, y pasito a paso ya vamos por su número 21. En él nos dimos cita un manojo de viejos amigos que sumamos más años que los cimientos de la Torre del Oro, como Joaquín Arbide, Manuel Melado, Ángel Vela y un servidor, junto a una juventud extraordinaria del nuevo periodismo. Exquisita comida, conversación y copas. Esto me quitó el mal sabor de boca de un día plomizo tanto en lo climatológico como en el ambiente mañanero tan desafortunado y frío en la amistad, entre otras cosas porque la Tenencia de Alcaldía se moja menos que una gabardina en el desierto de Almería.
A partir de mañana, iré desbrozando, punto por punto, cuanto he podido vivir el pasado viernes. Menos mal que junto al almuerzo ofrecido por Ana y Daniel, tuve la grata noticia de que voy a ser abuelo por quinta vez. Ya que no tengo otros honores, mis hijos y amigos podrán proclamarme "Quintiyayo de Honor".
Enhorabuena, querido Emilio, por ese nuevo nieto/a que te hará más feliz que nunca. Abrazos.
ResponderEliminarEs mi hijo más pequeño, y el que lleva mi nombre porque así lo quiso su madre. Nombre que a mi no me gusta porque casi todos los cocheros sevillanos se llaman así, aunque no tengo nada contra los cocheros. Como Bautista se llamaban en las películas y comics todos los mayordomos, Pablo todos los conversos, y Rafael se llaman casi el 90% de los cordobeses.
ResponderEliminarPero, bueno, su madre quiso ponerle así en mi homenaje. Es, de los tres, y aunque todos lo son en su faceta, el más artista: compone, inventa, toca el piano a las mil maravillas, es un humorista nato, cariñoso al cien por cien, bohemio, juglar..., un poco como su padre, pero más buena gente. Así que estoy encantado porque tiene que salir artista por fuerza genética. Mis hijos y nueras y yernos también lo están, pero mis nietos se han vuelto locos: eso de tener un primo nuevo, y del tío Emilio y de la tita María, los hizo ayer soñar en un momento...
Muchas gracias, María, veo que no pierdes puntada a mis escritos. Ojo, que yo tampoco a los tuyos: soberbios como siempre. ¿Cuándo se va a cuidar más a los poetas en nuestra tierra?
Un abrazo.
No, Emilio, no se mojan los políticos. Pese a que han sido numerosas las denuncias presentadas,por escrito y en el registro del Distrito, para que intervengan en este asunto del retablo de la Casa de los Artesanos, han hecho mutis por el foro. Lo que tienen que hacer a continuación es darle otra subvención a la Hermandad de la Esperanza de Triana y a Juan Silverio, ya que lo han nombrado Trianero de Honor por salvar numerosos corrales, que le pongan una calle con su nombre por salvar obras de arte.
ResponderEliminarYa he dicho que se mojan menos que una gabardina en el desierto de Almería. Pues leña al mono hasta que aprenda el catecismo. Lo que no es de recibo es que todo lo tenga que hacer la sociedad civil. ¿Para qué cobran ellos?
ResponderEliminarPues claro que le darán otra subvención a la Esperanza de Triana. ¿No le han puesto el nombre de nuestra calle a su Cristo, al de las Tres Caídas? Y Juan Silverio ya mismo tiene una Avenida a su nombre. ¡Qué pena!
a el tranvia lo que ay es que llenarlo de papas con bacalao para estas navidades, ya que esto poco arreglo tiene ni tendra............
ResponderEliminarA MORENO
Es verdad que esto no hay quien lo arregle, amigo. Pues nada, a llenarlo de papas con bacalao.
ResponderEliminar