domingo, 17 de junio de 2012

DESDE MI TORRE: LA NOCHE BLANCA DEL FLAMENCO


Ayer noche, hasta la mañana de hoy, ha tenido lugar en Córdoba la edición número 5 de la llamada "La Noche Blanca del Flamenco", que este año se ha dedicado a la memoria de "Camarón de la Isla" a los veinte años de su desaparición. En esta ocasión, por aquello tan argumentado de la crisis, su presupuesto ha pasado de 460.000 euros a 170.000. Se han eliminado escenarios tan costosos como el de la Avenida de la Victoria y el del Patio de los Naranjos, se han pautado los tiempos, y se ha hecho una contratación más acorde y eficaz con los tiempos que corren.

Aparte del tijererazo, yo no estoy de acuerdo con esta noche totalmente flamenca cuando después, a lo largo de los meses del año, Córdoba sólo tiene el flamenco habitual que pueden permitirse las peñas. Fui una vez, me parece que en su primera edición, y no se cabía por las calles, tenías que ver algo que se parecía a aun artista a más de 400 metros, no se escuchaba nada, las charpas de amigos tapaban el sonido y el macrobotellón de las calles te volvía loco. Con ese dinero que se manejaba entonces, y con el que este año se ha manejado, se pueden hacer muchas cosas en el corazón de las peñas, en las muchas plazas recoletas de la ciudad, en sitios de auténtico encanto, a lo largo de todos los fines de semana del año. Y se crea afición. Esta "Noche Blanca" sólo sirve para el cachondeo, para que la juventud se tire a la calle y no sepa dónde ir, porque todo está lleno desde por la tarde.

Por distintos escenarios pasaron, a lo largo de la calurosa madrugada, Tomatito y su grupo, "Duquende", "Kiko Veneno", Estrella Morente, Pepe de Lucía, La Susi, Diego Guerrero, Joaquín Ruiz, Jesús Gómez Casares, Antonio Mejías, José Manuel Hierro y Paco de Dios. Nada de otro mundo comparado con los carteles de años anteriores, pero muy superior a ese flamenco que sólo debe ser de intimidad en los reservados para él. Estamos propagando un flamenco de aluvión y para la mayoría, que quizás puede entenderlo pero que ni siquiera lo escucha. De aquí  a muy pocos años, con noches blancas o sin ellas, el Flamenco sólo será un espejo velado de lo que fue.

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