EL ZAPATERO REMENDÓN
Cuidadín, cuidadín con el nombramiento de "remendón" a personas que han sido y son excelentes artistas en esta profesión, gremio muy abundante en número hasta la llegada de las vacas gordas de finales de los 60, y que fue desapareciendo poco a poco hasta volver a resurgir en este momento en que una crisis nueva ha hecho su aparición. Pero siempre han existido, lo que pasa es que han sido "guadianas" entre el estado de bienestar y la tiesura.
La imagen correspondiente de arriba es de la serie "Triana en el objetivo de Holgado Brenes", del día 27 de enero del pasado año 2011, en el blog que fácilmente pueden encontrar http://trianaenlared.blogspot.com, fotografía a la que yo adornaba con algunos comentarios de este hombre que desarrollaba su trabajo en una accesoria de la Plaza del Altozano trianera.
A mí me ha gustado siempre el nombre de zapateros de banquilla, como así gustaba llamarse al excelente artesano de este gremio, y extraordinario cantaor flamenco de Villanueva del Ariscal, Manuel Márquez "El Zapatero", que hasta logró por ambas cosas una plaza rotulada con su nombre en su pueblo de nacencia y un monumento, y que aún puede contarlo con la plena vitalidad que goza a pesar de haber pasado los 80 tacos de almanaques. Son muchas horas las que pasé en su taller hablando de cante, mientras lo veía trabajar y su mujer, Isabel, le ponía un gran tazón con café y leche, "migá" a base de bien, y a mí, según la hora, una cerveza o un vino de la propia tierra. Por su "cuarto", con su mandil de siempre y sentado en su banquilla ante la clásica mesa baja, llena de leznas, puntillitas, hilo encerado, leznas, martillos, tenacillas, "sacabocaos", cuchillas, cortadores, escoplos, bigornia, hormas y más hormas, y todos los enseres propios de su oficio, hablaba y no paraba de cante..., pero tampoco de trabajar: cose que te cose, curtiendo pieles, contradiciendo la mala fama de vagos que le dedicaron proverbios y refranes a lo largo de los años.
Los zapateros remendones, como siempre los han llamado, aunque otra denominación excelente era la de "zapateros de viejo", estaban situados por las pequeñas accesorias de las ciudades y algunas veces trabajaban hasta en la propia calle, adonde sacaban su banquilla y mesa. Tan artistas eran, y son los que quedan, que prácticamente de unos zapatos que estaban para tirarlos los convertían en nuevos con suelas, tacones, cosidos, remaches, cordones y hasta lustrados, que así te lo dejaban a la hora de la entrega.
No sé si por aquello de la gestión política crítica con el ex-presidente José Luis Rodríguez Zapatero, en la puerta de un zapatero de banquilla podía leerse un cartel en la puerta que decía: "No soy ZAPATERO, soy reparador de calzado". ¡La guasa siempre es sabia!
Tan se decía que eran vagos -cuando jamás fue así- que existían unas letrillas que tengo fichadas y que decían así:
El buen zapatero, por no pecar
el lunes no ha de trabajar,
el martes para descansar,
el miércoles para reposar,
el jueves afila las cuchillas;
el viernes, moja el cuero;
el sábado, ablanda el taburete,
y el domingo trabajaría...
pero no es el día.
¡Gloria y loor a estos zapateros de banquilla, remendones o reparadores de calzado que están volviendo a nuestros barrios por culpa de una crisis que no da para comprarse unos zapatos nuevos cuando ellos te los dejan mejor que nuevos con su trabajo cotidiano y habilidad artesanal!
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