Desde hace varios años, y animado por nuestro dilecto Juan Cembrano -en el centro de la fotografía vestido de camionero de postín-, y antes de que sea llegada la octava de la Inmaculada, cuatro amigos, con el pretexto de comprar los anisados y dulces para la Navidad, nos damos un homenaje, creo que más que merecido, para aliviarnos de las tristezas y golpes que, sin pedirlo, suele darte la vida de vez en cuando. Este año, se ha incorporado, para gozo de todos nosotros, el escritor, poeta, excelente compositor de coplas muy célebres, barbero de Sevilla y, para mayor honra "speaker" del glorioso Real Betis Balompié, el que da las alineaciones por la megafonía del estadio, vaya, Manuel Melado. El quinteto -ya un poquito pasado de kilos y de años, con más edad que "Los Bombines"-, lo cerrábamos mi paisano de nacencia y de corral, José Luis Jiménez -hay que decir que el más joven-, el gran cronista e historiador del barrio Ángel Vela, y un servidor, que con mucho gusto coge ese día el lanzadera desde Córdoba para plantarme en Santa Justa en un santiamén. ¡Cualquier día me dan la Medalla de Oro de Renfe!
Desde allí, rumbo a Carmona para visitar la más que centenaria destilería de "Los Hermanos" (1880), en la que, tras la cata de rigor, compramos nuestros surtidos y salimos de allí que parecemos con tantas cajas el cosario de El Pedroso. Por cierto que Melado, como desconocía el proceso de destilación a la antigua, pidió al dueño que se lo explicara y, por el tiempo que se llevaron fuera de nosotros, no me extrañaría que mañana o pasado publicase una tesis doctoral al respecto. La verdad es que le ha encantado aquello y que ha salido loco de las explicaciones abundantes y certeras de su cicerone, hasta el punto de que quiere repetir y ampliar su cultura en el tema de la destilación. Sólo una pega para este viaje: O hacemos un poco de gimnasia o el próximo año tenemos que contratar un microbús para que nos lleve a los cinco. El coche de José Luis es amplísimo, pero más amplias son nuestras anchuras, e íbamos más apretados que las anchoas de "La Castreña". ¡Qué barbaridad, qué dolor de espalda, de caderas y de glúteos, qué pierna dormida...!
Del aguardiente a los dulces, porque se le antojó al personal las clásicas "tortas inglesas" de Carmona, sin pensar que las calles de pueblos tienen cuestas más grandes que las de enero y que los aparcamientos están mas contados que los de las grandes ciudades. De allí, cada uno con su cajita en milagroso equilibrio para que no se volcase el azúcar que las recubre y bajando la misma cuesta que subimos, a la que por su gran desnivel llaman del resbalón. Malabarismo puro que hubo que atenuar con una cerveza fresquita y con unos boquerones fritos que, por el tiempo que tardaron en servirlos, nos hacía pensar a todos que los estaban pescando a mano.
Vuelta a tratar de introducirnos en el coche, nuevos dolores de todo, y hacia nuestra meta anual: el almuerzo en El Viso del Alcor, en un restaurante, "La Viña" en esta ocasión, que por la cantidad de hierros que tiene colgados en techos y paredes el inmenso local, aún no he acertado adivinar si estábamos comiendo en un restaurante o en la Ferretería Lázaro. Lo que se dice comida de élite de verdad que no, pero la cantidad era como para darle de comer a un regimiento. Y claro... como sólo éramos cinco no era cosa de dejarla, aunque a la vuelta el coche aún se hizo más pequeño. Un folio de canto no cabía entre los tres ocupantes traseros: Melado, Ángel y yo.
Ni que decir tiene que, como siempre, lo mejor de lo mejor fue la larga y tranquila sobremesa, en la que hablamos de lo humano y lo divino, de los antiguos amigos que se han vuelto tan elitistas que nos han abandonado y, cómo no, de los políticos de turno, que es la conversación de moda. Ah, y aunque incomodísimos, el viaje de ida y vuelta con las ocurrencias de Melado fue inenarrable; sus versos, ocurrencias y chistes nuevos, teniendo como fondo los cantes antiguos de Pepe Marchena, no tiene precio. Nadie tiene dinero para pagar eso.
Es nuestro gran día de asueto, de hermosa hermandad, de una amistad que se ha ido fortaleciendo con los años. ¡Dios quiera que podamos vivir muchos días de estos durante muchas ocasiones, aunque eso sí, con treinta kilos de menos cada uno! ¡Pero si observan a Melado meditando sobre el postre, me parece que eso es totalmente imposible!
El quinteto tiene más de 300 años y cerca de 600 k. El año que viene alquilamos un transporte especial porque no es sólo lo que pesamos sino también lo que compramos; y eso que este año ha faltado el menudo.
ResponderEliminarYo también me apunto a tu petición de poder vivir este día durante muchos años más, aunque sea con los mismos kilos que ahora.
600 kilos en canal, José Luis, sin contar las gruesas chamarretas y cazadoras. Si a eso le pones las cajas, tu coche debería ser un trailer especial.
ResponderEliminarLo bueno es la esperanza de que este encuentro se cumpla durante varios siglos más.
Aunque hace mucho que no escribo, sigo el blog y me parece estupendo que los amigos se reúnan con tanta fidelidad y durante cuanto tiempos. Espero que sea por muchos años. Saludos a todos.
ResponderEliminarBien sabes cuánto me alegro de que me sigas cuando puedas. Ayer lo pasamos sensacional. Como tú, también deseo que sea por muchos años.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues a mi aún no me salen palabras del cuerpo; quise ser el mártir (todo sea por la amistad) y ofrecerme para hacer de mortadela en el "sangüi"; ida y vuelta entre el "espiquer" del "glorioso" y del forofo del mismo... Menos mal que comí poco si no se hubiera visto un cuadro de arte moderno. Pero nada mejor para el olvido de la presión que la risa, y aquí el "espiquer", como dice Emilio -que también me ha hecho reír- fue providencial.
ResponderEliminarYo ya estoy a régimen; lo siento por Estepa.
Buena compañia, Emilio esos son los ratitos que se recuerdan. Los amigos son espejo en el que mirarnos y prueba de nuestro buen trato. Me choca el "Espiquer" del glorioso y otro que se pone malo cuando pierde el Sevilla, pero por encima de colores debe primar siempre eso, la amistad.Les envidio. José Luis Tirado Fernández.
ResponderEliminarA ti no te pone a régimen ni Franco que volviera. Qué serenidad de apetito, qué voz pausada para disimular las gambas al ajillo, el solomillo y las patatas con chorizo, sin mencionar los postres...
ResponderEliminarQué angelical comida te diste, Ángel, amigo mío, tan suave como tu palabra, pero tan directa como tus ESCRITOS.
Te tocó ir en medio de la parte trasera del coche; eso sí, te sacrificaste. Pero aún llevo señalado el número de tu DNI en mi cadera izquierda.
José Luis: nos tienes que acompañar un año. Ojalá que lo que digo en broma del microbús sea una auténtica realidad. Lo ideal sería fletar un autobús para nuestra excursión anual, pero con gente de la misma cuerda en el humor, la vida y la amistad.
ResponderEliminarYo no he negado en mi vida ser bético, lo cual llevo a mucha honra aunque estuviésemos en regional.
El Sevilla,desaparecería si bajase a segunda porque no tiene afición. Y es lo que yo siempre digo: ¡Si eres del Betis, que Dios te bendiga; y si no lo eres, que Dios te perdone!
Pero bien sabes que, en este blog, se mantienen en buena armonía los dos colores, bueno, aunque el blanco, como bien sabrás, no es un color: es la descomposición óptica de los demás.
Por alusiones: A las tres de la tarde lo normal es que el estómago pida satisfacciones, ¿verdad, Manolo?, ¿verdad, Juan?; lo bueno de una comida entre más de tres amigos es que te puedes escaquear de la palabra y dedicarte a lo principal del momento.
ResponderEliminarAsí que grabado el carnet en la cadera, ¿no? Pues te puedo asegurar que mi chaqueta ya no la plancha ni Carlos, el planchista de Astoria, con aquel tanque de hierro que usaba.
Y que conste que los sevillistas también hemos estado en segunda, pero bastantes menos veces de los que se sienten tan a gusto allá, y de segunda hemos dado un saltito para ser doble campeón de Europa y otras cosillas más; lo menos parecido a "desaparecer" por falta de afición. Para los sevillistas es imposible pensar siquiera eso de la regional. También se puede decir que si eres del Betis, allá tú, con lo bonito que es el nombre de tu ciudad...
Cosas como estas, José Luis Tirado, nos cruzamos de vez en cuando, pero, claro, para reírnos con las ocurrencias de cada cual... Y no iba solo, José Luis Jiménez es, también, blanquirojo. En Sevilla todos estamos, según Emilio, medio "descompuestos", porque los otros son verdiblanco, ¿no?
Hace faltan más viajes para que salgan cosas como estas.
Dias pasados, buscando datos sobre el Bar Faro, tropocè con el anunciado "Desde mi Torre de Cobalto". Comencè a leer y a disfrutar de su contenido:las magnìficas y trianerìsimas crònicas de Emilio Jimènez Diaz, asi como el variado e ilustrativo contenido de las "ETIQUETAS". La verdad es que estoy enganchado al tema porque, como trianero, aunque ubicado desde hace muchos años en el barrio de Nerviòn, me interesa todo lo relacionado con Triana. Hoy, metido en la lectura de la etiqueta Triana, leo con satisfacciòn que, desde Diciembre del 2010 se està emitiendo la revista "Triana Crònica", que me gustaria adquirir, incluso si pudiera ser, desde el primer nùmero. Agradeceria informaciòn de como y donde las puedo adquirir. Les saludo atte.
ResponderEliminarNada mejor que eso. Daniel Martínez y Anda Díaz -en feliz maridaje- son los que llevan la publicación que, además, es totalmente gratuita. Métase en internet y ponga "Triana Crónica" o "Redacción Triana Crónica" y le saldrán todo los datos. Seguro que si con amabilidad se los pide a Ana, le hará llegar todo el año anterior.
ResponderEliminarEspero que tenga suerte, y si no, dígamelo.