domingo, 27 de noviembre de 2011

DESDE MI TORRE: AYER FUI A LLENARME DE SEVILLA


Me hacía falta. Y ayer cogí el lanzadera del Ave y, en el mismo tiempo que se tarda en autobús de Pino Montano a Triana, me encontraba al pie de la Giralda desde Córdoba. Buen invento el de este tren que en poco más de cuarenta minutos te deja en la tierra de tus raíces más profundas. Hice lo que siempre: coger un taxis que me dejó ante los sillares de la veleta más alta de la fe. Los acaricié con mis manos por si algún día ya no pudiera volver a repetir ese gesto. Di una vuelta completa a la Catedral, que ya no es el templo mayor de los sevillanos, desgraciadamente, sino el de los turistas que apoquinan. Todas las puertas cerradas, todas, a cal y canto. Ante mi extrañeza, un paisano muy amable me dijo que lo intentara por la iglesia del Sagrario, pero fue inútil. Creo que el clero catedralicio debe ser menos mezquino y mirar más a la fe de los que componemos su Iglesia y queremos entrar, sin pagar entrada, en la casa de Dios.

Pero como mi visita siempre tiene, aparte de alegrarme el ánimo, la voluntad de postrarme ante la Virgen de los Reyes, me la encontré, sin pensarlo, ocupando el altar mayor del Sagrario, vestida hermosamente de verde y oro como los grandes toreros en tardes de Resurrección. ¡Menos mal! Bueno, el primer objetivo estaba cumplido: acariciar con fuerza la base de mi torre y rezar un Avemaría a la que es Reina de Reyes, y eso que me lo pusieron difícil.

De allí, tranquilo por la Avenida del horrible tranvía de Monteseirín, a la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión que tiene lugar por estos días en una Plaza Nueva llena de pálpito, de músicas -horrible la de una gaita gallega-, de globos y de huelgas de no sé qué con las antiguas y caducas banderas rojas de Comisiones. Fiel a mi llamada, la visita puntual de Ángel Vela, mi paisano de arrabal y su gran historiador y mentor. Charla con algunos libreros, compras de libros, regalos de libros... y, dada que ya era la hora del Ángelus, nuestra primera copita de la mañana en la calle Gamazo, en Casa Moreno, donde mi tocayo Emilio, también paisano de arrabal, en esa trastienda especial que tiene como antesala una tienda de comestibles, nos deleitó con una tapa exquisita y con el primer y necesario riego, aumentado después cuando se nos unió nuestro querido y genial amigo Manuel Melado.

Se me pasaron tres horas como tres segundos. Cada vez que vuelvo a mi tierra me suele suceder lo mismo: lleno mis pulmones de legítima y auténtica sevillanía. Cuando el taxis me vuelve a dejar en Santa Justa para tomar el camino de regreso, mientras acaricio el lomo de mi maletín cargado de libros, una salada lágrima, tan íntima que nadie se da cuenta, resbala por mis comisuras. Y es que siempre me pasa lo mismo cuando vuelvo al exilio...

4 comentarios:

  1. Cuando se pasea con un amigo al que ves de tarde en tarde recorriendo lugares comunes, el paisaje parece distinto; te fijas más en los detalles como queriendo mirar con sus ojos.
    La amistad cuando hay libros por medio no tiene precio, y si se remata ante una copa de buen tinto con su tapa amigablemente servida, entonces es un regalo celestial.
    Pero qué castigo es la música de las calles de Sevilla, Emilio, con lo bien que suena una guitarra flamenca o un buen cante por sevillanas. ¿Adónde mandamos al de la gaita? ¿Y al chino de la madera con las dos cuerdecillas?
    Fue, a pesar de la banda sonora, una muy agradable mañana.

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  2. Querido Ángel: Mira que me gusta la música, pero jamás he soportado la gaita. Que un tío toque la gaita en la puerta del ayuntamiento sevillano, es el mismo despropósito que un tocaor de flamenco haciendo lo propio en la Plaza del Obradoiro. Además, la gaita, en Andalucía, es un sinónimo de tocarle a uno los c...
    Al chino, lo mejor es mandarlo a China, porque si no es capaz de echarte del piso y poner una tienda.
    La mañana fue muy agradable, más que agradable. Pero que el señor Zoido, el alcalde, quien se estaba tomando en Casa Moreno una copa junto a nosotros, tome nota de la gaita y del chino. Si es necesario, yo pago al de la guitarra flamenca para que toque por soleá.

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  3. Eso que tome nota el alcalde que, casualmente, se estaba tomando una copa junto a nosotros; eso "junto" no "con" nosotros, Emilio. Hay que remarcar esto para que no se piense que ya andamos pegados al costillá del nuevo mandante.
    El gaitero se ofrece para "animar" bodas y similares, tiene un cartelito que lo dice...; el chino debe ser un agente secreto o un disidente de la China pragmática y comercial de la media jornada de doce horas... ¡Qué Sevilla ésta!

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  4. Con todos sus defectos, te cambio esta parte de Sevilla por Córdoba, sus monumentos y su gente. Es una ciudad maravillosa, Patrimonio de la Humanidad, pero no es la mía.
    Lo de Zoido..., como todos: al final hacen los plenos en Trifón o en Casa Moreno. ¿Se va a fijar en el de la gaita o en el chino teniendo delante un buen tinto?

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