sábado, 1 de octubre de 2011

EL POETA DE LA SEMANA: RAFAEL SÁNCHEZ SEGURA (1)

RAFAEL SÁNCHEZ SEGURA nació en la ciudad de Almería el 8 de diciembre de 1926. Después de una vida ciertamente difícil, en la que él jamás abdicó de su afán por una justicia social, digna y necesaria, y tras muchos avatares de emigraciones, de salarios injustos, de soportar los muchos guantazos que da la vida, se vino a residir a Sevilla en el año 1951. Hombre apasionado, bohemio, y gran defensor de los derechos del hombre, de la clase humana, publicó su primer libro, titulado "Guijarros del camino" en 1970. En el año 1971 formó parte de una antología poética editada en Córdoba. En 1973 publicó "Sueños de doma y cuneta", y en 1977, en la colección Guernica de la editorial ZERO, editó "Poesía de obreros autodidactas". Ha sido ponente en el Primer Congreso de Escritores, celebrado en Almería el año 1979. Su palabra ha llegado a las universidades, a los centros culturales y a las propias asociaciones de vecinos. Es, además, un excelente pintor, ha colaborado en películas y ha cantado flamenco con el nombre artístico de Rafael Alcazaba.

Yo, que lo he conocido personalmente, del que me honro en ser su amigo, que presenté una exposición de sus dibujos en la Peña La Fragua de Bellavista, que le abrí los brazos en la revista "Sevilla Flamenca", que por aquel tiempo dirigía, y que lo he amado como un amigo de verdad, con sus tantas virtudes y sus tantas rarezas, como todos los grandes artistas, me he declinado siempre por su faceta de gran poeta, grandísimo poeta que a nadie deja indiferente. Su palabra es flecha que se te clava en el alma, aguijón del que no puedes zafarte, látigo que nos enseña las fatigas de un pueblo andaluz que, a pesar de tantas miserias y humillaciones, jamás perdió el sentido de la poesía como palabra de liberación, o, al menos, de queja.

No se puede condensar la vida de Rafael Sánchez Segura en unos cuantos renglones, es imposible. Tiene tantas aristas como la vida. Pero hoy nos quedamos con la literaria, y quienes no conozcan su obra de seguro que se van a sorprender, cono se sorprendieron con ella Camilo José Cela, Leopoldo de Luis, Heleno Saña, o yo mismo y mis amigos cuando les recitaba algún trozo de un poema.

Conservo un autorretrato suyo en casa, muchos cientos de poemas, muchas horas de amistad, muchos vinos en la calle Alfarería y en Córdoba. Un día quiso perderse del paisaje mío y de Lola. No sé por qué. Ignoro dónde anda, tan andarrío como es. Me dejó con la miel en los labios de una amistad profunda. Se fue, no me llama, no sé qué es de él. Pero tanto a mi mujer como a mí nos acompañan siempre sus versos, esos que a ninguno os va a dejar indiferentes.

No voy a poner, por modestia, el precioso soneto que me dedicó. Sí lo voy a hacer con el poema "A la vida", de su libro "Sueños de doma", publicado en la antología mágnifica "Lo que le duele al grito" (1985), ya de por sí un poema trágico en su enunciado.


A LA VIDA

Quiero poner el pie,
en el peldaño
de tu balcón florido,
y besar el ocre de tus tejas
en la cumbre nevada de mis sienes,
donde pongo de ofrenda mi palabra
y el tic nervioso de mi mente altiva,
pescadora en el mar de los luceros
con este hilo verde de mis venas.

1 comentario: