lunes, 24 de octubre de 2011

DESDE MI TORRE: PARA TODOS LOS RAFAELES


Hoy es el día grande de Córdoba: la festividad de San Rafael, y, aunque estoy en Barcelona, no me podía olvidar de este Arcángel protector de la Ciudad -que no su Patrón- y de la cantidad de amigos que tengo en ella, donde ya habito cerca de 16 años, lejos, muy lejos de mi Triana. Decir Rafael en Córdoba es que te vuelvan la cara todos los que pasan por la calle. Ya lo decía la célebre soleá:

Si dice que es cordobés,
no preguntes por su nombre
que se llama Rafael.

A Rafael lo encuentras, convertido en piedra, cuando pasas el puente de su nombre para entrar en la ciudad, y en los aledaños de la estación del ferrocarril, en calles mínimas y en plazas recoletas, en el puente romano, en hermosos altares callejeros y, grandioso, marcando la linde del río con la Mezquita. San Rafael es el espíritu vivo de la ciudad, su guía, su norte. Por eso, hoy, cuando estoy lejos y no puedo felicitar a los muchos amigos que llevan su nombre, quiero desde aquí dejarles mis mayores deseos de felicidad, salud y suerte. Y lo hago con este hermoso poema de Concha Lagos. Mi verbo sería demasiado pobre para ellos.


SÚPLICA AL ARCÁNGEL SAN RAFAEL

Quién pudiera, rubio Arcángel,
tener también unas alas
y volar, saber de auroras,
fundirme a la luz del alba.

Igual soñar, igual vuelo,
música azul de campanas
repicándole a mi tarde,
a mi soledad callada.

Arcángel San Rafael,
en tu Córdoba la llana,
alláname los caminos
trázale riberas claras
donde eterno se haga el sueño,
y eterna la luz del alma.

En esta larga andaura
por mi Córdoba callada,
Arcángeles voy buscando
que me sirvan de compaña
y agua de sus cantimploras
para esta sed que me abrasa.

Quién pudiera, rubio Arcángel
sumar y sumar jornadas,
o volar, saber de alturas,
de esos vuelos que soñaba.

Oriéntame en esa noche
para no quedarme anclada.

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