ROCÍO
VILLANCICO DE TRIANA
Si el Niño hubiera nacido
en el barrio de Triana
las campanas de Santa Ana
qué son hubieran tenido.
Si el Niño hubiera nacido
entre Triana y Sevilla
qué ancla de maravilla
hubiera al Niño mecido.
Si el Niño hubiera nacido
donde yo siempre quería,
Belén Triana sería,
como Sevilla un latido.
Si en Triana... Qué gentío.
Los gitanos de la Cava
con qué gloria cantarían.
Y el Rocío... ¡Qué Rocío!
Manuel Lozano Hernández
***
DESDE TRIANA AL ROCÍO
En la mañana de mayo,
Triana de par en par.
Las puertas del sentimiento
se abrieron de madrugá.
La Plaza del Altozano
es un aluvión de besos
que tiene entre sus esquinas
a los corazones presos.
¿Qué pasa con tanto afán
entre ese alegre gentío?
¿Que qué pasa? Casi ná.
Que va a salí la Hermandá
de Triana pa el Rocío.
Mire usté. Cuatro chiquillas
con la risa en el semblante
regalándole a los vientos
las cuatro coplas de un cante.
Yo es que no sé. No me explico
este embrujo de Triana.
Anoche to era silencio.
Hoy ajetreo y jarana
como si el sol fuera fuego
y candela la mañana.
Como si Triana entera,
gracia, rumbo y señorío,
diera una larga torera
con su capote de río
al torito de la pena
pa matarlo en el Rocío.
¡Rocío! No he dicho ná.
Jinetes con chaquetillas
blancas, calzona ajustá,
caireles de plata fina,
ancho sombrero terciao
y una jaca cartujana
sobre el arte alborotao
de las calles de Triana.
Y a la grupa una escultura
que en el jinete se ampara
con un junco por cintura
y un sol de gloria en su cara.
En fila de carretas
blancas a más no podé
que dan envidia a las flores
con sus flores de papé,
y dentro esa primavera
convertida en caravana
de la mujer trianera
cantando por sevillanas.
Y al centro de la Hermandá,
Paloma de firme vuelo,
esa carreta de plata
que es la bendición del cielo,
que te invita a arrodillarte
y te traspasa el sentío
con el sol del estandarte
de la Virgen del Rocío.
Vendrán caminos de coplas,
de flautas y de tamboril,
de olor de romero y jara,
de alucinante confín.
Y entre arenal y marisma
esa rosa de los vientos
que te va indicando el rumbo
del más puro sentimiento.
Y es que el Amor peregrino
en cuanto al campo se asoma,
no le importa los caminos
porque sabe que el destino
es ver su Blanca Paloma.
Andrés Molina Moles
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