en su lazo halagüeño y fementido;
que aunque tal vez de la razón me olvido,
el hielo de la edad ¿quién hay que encienda?
Es tiempo ¡ay! triste que a su voz atienda
mi juvenil esfuerzo ya perdido,
después de haberla insano desoído,
cuando ser pudo de mi esfuerzo rienda.
Así va; los humanos corazones
sufren en la verdad y en el engaño;
y sin gozar de sí un solo día,
venden la juventud a las pasiones,
la edad madura al triste desengaño,
y la vejez a la razón tardía.
Tan interesante como desconocida la poesía del polifacético trianero Alberto Lista.
ResponderEliminarUn acierto dedicarle este espacio.
Pues la verdad es que es algo desconocida, ya que como sabes bien se le valoró muchísimo en ciencias como las matemáticas, donde destacó sobre manera, y en teología. Debemos sentirnos orgullosos de un trianero culto más.
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