SACRE COEUR
Nos arañaba el pecho una guitarra,
allá, en aquella cima.
Eran las seis
de la mañana en Sacre Coeur. París,
tendido a nuestros pies, llegó devuelto
por tus ojos de dóberman; sus luces
me miraban.
Herido
por aquella sonora cimitarra,
contigo al lado, contemplé las piedras
que a eternidad llamaban inútilmente. Nadie
quiso abrirnos las puertas.
Era el séptimo día
de tu estancia en París; Dios descansaba.
Joaquín Márquez
"Substancia fugitiva"
1984
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