EL LECHO
¡Oh soledad, mi soledad,  aroma
de la muerte, naufragio
del contiguo vivir, cuchillo, llama,
que  corta, quema el mundo y manos, voces
que el mundo alza como alambres  para
tender los Paños, las banderas limpias
de la  amistad!
                          ¡Oh soledad, presagio
de la tierra  movida o de la cal y el canto
clausurados!
                       La  rueca
sigue girando al otro lado de la
cretona distendida como una piel  que he puesto
a secar. y los ramos en que abejas,
mariposas quizá, se  depositan
ajenas a esta caja donde busco
en vano el sueño.
                                ¿Soy el mismo? El ala
de un  instante separa esto que digo
de lo que dije cuando dije soy.
Y no  hablemos del día: encontré piedras
sobre las que el silencio  reposaba,
hojas secas, mojadas por el riego
de las nubes, vibrantes hojas  verdes,
instrumentos ajados, entusiasmos
dormidos, humos,  lenguas.
¡Oh soledad, mi soledad, la noche
no te abandona, el sueño se  derrama
sobre el clamor atenazado! Vuelco
mi tristeza en las sábanas,  abrigo
mi deseo de Dios entre los párpados,
y sigo tiritando de estar  solo.
Alfonso Canales
"Port-Royal"
1968

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