OH AQUELLOS DÍAS CLAROS...
Oh aquellos  días claros de mi niñez, aquellos
días entre jardines, entre libros y  sueños,
a qué poco han quedado reducidos: las piedras
brillantes al sol  alto del dulce mediodía
-¡qué amarilla se ha puesto de aquel sol la  memoria!-,
las pequeñas calizas, los cuarzos y pizarras
polvorientas,  suaves, bajo los almecinos,
aún tienen un rescoldo de recuerdo en mis  manos;
el jazmín del estío- ¡qué fue de aquella nieveI-,
que daba olor de  fiesta a la tranquila noche,
aún lo siento en el pecho, cuando cierro los  ojos;
y el rumor de las olas, lenta, lejanamente,
en mi interior florece  cuando llueve el silencio.
Calor, olor, rumores: a qué poco han  quedado
reducidos los días lejanos y felices.
A veces el  sonido de una piedra, cayendo
en una verde alberca, me hace creer que  nunca
debió formarse un hombre sobre aquel que gozaba
sobresaltando aguas  tranquilas. Y quién sabe
si hoy, corriendo esas aguas hacia mares  futuros,
también piensan que nunca debieron de ser ríos.
Alfonso Canales

No hay comentarios:
Publicar un comentario