EL ORGASMO
No hay otro ser viviente en la galaxia,
oh cerdo hermano amigo,
que goce como tú del vivo goce
que es el sublime gozo del orgasmo.
Eres, sí, cerdo-orgasmo
y eres orgasmo-cerdo,
pues, cerdo hermano amigo,
la intensa intensidad
de tu orgasmo intensísimo
perdura un rapto sumo y celestial
de tiempo hipnótico;
que celeste es tu orgasmo,
como si antiguos dioses
y eléctricas potencias y virtudes solares,
dueñas irrebatibles
de una secreta y sabia voluntad,
aún no descifrada
por la voz de la ciencia de vanguardia,
se pusieran de acuerdo
para llevarte, hermano cerdo, amigo,
a las más altas cumbres del disfrute.
Que como nadie, tú, te extasías en extremo
con el néctar del sexo.
Treinta minutos, sí, que son millardos gloria,
dura tu enamorado y fantástico orgasmo,
placer realmente único que ilumina tu carne;
que da a tu magra carne
un sabor divinal, ya que en sí es divinal
la poesía del orgasmo,
motor-cantor, venero, río y mar
por donde, dicha en vilo, a raudales, circula,
con inmortal pasión e infinita alegría,
la fuente incontenible de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario