COMPENSACIÓN
Niebla fija, arboleda de fundidos ramajes, vegetal nebulosa que en su vientre guardara la jubilada imagen de todo el universo. Así tu forma vana, tu firme incertidumbre, medusa de mil sierpes flotando en las orillas donde la nada empieza. Nos robas, nos ocultas, te llevas lo soñado, la sangre y su ceniza quemada entre delirios, el esfuerzo, el milagro. Te llevas y devoras los soles que se apagan detrás de cada frente y luego les das vida de nuevo en tu regazo, secreta vida inútil que a nadie pertenece, tal si se derramara sobre un mundo de arena la estremecida savia de cada ser creado. Como una ciudad triste, como una derribada ciudad que perdurase en lo más hondo y yerto de un mar siempre enlutado, tu negra fortaleza se esparce, presentida en cada sien, por valles de soledad perpetua. Por ti dejan de oírse los himnos matinales que a plenitud convocan, y ciegan tus pupilas los encendidos mármoles donde el deseo rige; se arrastran los inviernos, la espiga se calcina y los racimos trémulos en que el amor palpita se secan como ubres que la aridez maldice. Pero por ti podemos también unir las horas que bajan al abismo y suben a lo inmenso. Por ti, de cada llanto brota una rosa niña y del laurel deshecho un fulgor de esperanzas. Por ti puede esta llama que en las entrañas llevo, crecer o fatigarse, morir por un momento para nacer más alta, sin agotar el ritmo en que vacila y cree. —Ven, acércate, llega... No, no, huye ... Te amo y te odio, lo mismo que tú alientas y escondes el pensamiento mío, sus ceñidas creaciones que al fin sólo son tuyas. Juan Rejano "El oscuro límite" (1948) |
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