Ha sido de risa ver hoy en los telediarios las imágenes de la colocación de las pegatinas que nos indican del nuevo cambio de velocidad, a la baja como el país. Me lo temía antes de que aparecieran los empleados subidos en mil y un artilugios caseros, muy lejos de la homologación que se les exige a cualquier empresa. Unos con escaleras de madera del año la polka; otros, con mini escaleras de aluminio desde donde apenas si alcanzaban a colocar las pegatinas; muchos, en peligroso equilibrio, ayudados por un compañero para que la escalera no resbalase por la cuneta; y todos, todos sin excepción, algunos a considerable altura, sin el obligado casco de protección. Los menos, como los de la foto, en el suelo, que así tardarían los pobres en desarmar la señal, echarla al suelo, pegar el vinilo, volverla a armar y volverla a colocar.
Para esta ocasión, parece que se han anulado por decreto las normas de prevención de riesgos laborales y todos han ido a su bola. Si como han trabajado estos operarios lo hacen los trabajadores de cualquier empresa, en un segundo tienen seis inspectores de trabajo en la puerta y una sanción de órdago. Pero cuando los motivos son por las exigencias del capricho de nuestros gobernantes, las leyes pueden saltarse libremente a la torera.
Y es lo que decía aquel: ¡Justicia, señor, pero por mi casa, no!


De tebeo, Emilio; qué técnica y qué ideas...
ResponderEliminarLa técnica es "alemana", por sus riles.
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