La risa en los  labios, / la noche en el pelo, / Soñando vestirse de blanco azahar, / y un día,  sus rosas cayeron al suelo, / con cuatro palabras, no te quiero ya. / A nadie  dijo su historia, / y el barco de su alegría / se hundió sin pena ni gloria / en el  mar de la bebida. // La loba, ese es mi nombre. / No callarse, qué más  da, / pero a ver quién me lo llama / con la cara levantá. // La Loba nunca  hace alarde / de jugar con un querer, / y pa llamarle cobarde / al que engaña a una  mujer. / Ay, paredes de mi alcoba, / cárcel de condenación, / que aunque quiero  ser la loba / no me deja el corazón, / no me deja el corazón. / Su pelo es de  plata / y sigue bebiendo, / y un día una moza / la viene a buscar. / Y ve que su  hijo / la aparta diciendo / Perdóname madre, / no la quiero ya. / Palabras de  negra historia, / palabras de desengaño, / que vienen a su memoria / al cabo de  tantos años. // La Loba, ese es mi nombre. / no te calles, qué más  da, / Pero a ver si tú eres hombre / pa podérmelo quitar. / La Loba ahora  hace alarde / de jugar con un querer, / y pa llamarte cobarde / si no cumples tu  deber. / Por la cruz que hay en mi alcoba / que no digan, con razón, / que eres  hijo de la loba / y no tienes corazón, / y no tienes  corazón. 
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| PEDRO INFANTE |  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 Una especie de vals muy especial, original de Dasca y Rusell, también se abrió paso en esta década de aluvión. Su estribillo pegadizo fue lo que hizo que esta canción, titulada "¡Vaya con Dios!" (1962), triunfase en nuestro país. La interpretó en su tierra Pedro Infante, la versionaron "Los Panchos" y Julio Iglesias, haciéndola muy popular en España Gloria Lasso:
 
El momento ya llegó de separarnos. / En silencio el corazón dice y suspira: / Vaya con Dios, mi vida, / Vaya con Dios, mi amor. / Las  campanas de la iglesia suenan tristes, / y parece que al sonar también te  dicen: / Vaya con Dios, mi vida, / vaya con Dios, mi amor. / Adonde vayas tú yo iré contigo. / En sueños junto a ti siempre estaré. / Mi voz escucharás, dulce amor mío, / pensando como yo estarás volvernos  siempre a ver. / La alborada al despertar te dice: Espera, / sin tu  corazón yo voy adonde quieras. / Vaya con Dios, mi vida, / vaya con  Dios, mi amor. / Vaya con Dios, mi vida, / vaya con Dios, mi amor.
Un chachachá, con un estribillo igualmente pegadizo, hizo su aparición en la voz de Antonio Machín. "Camarera de mi amor" (1965), con letra y música del compositor cubano José Dolores Quiñones, fue también de esas canciones cuyo sonido se quedó con nosotros para siempre. Decía así:
 
En este bar te vi por vez primera / y sin pensar, te di mi vida entera, / en  este bar brindamos con cerveza / en medio de tristeza y emoción. / En este bar se hablaron nuestras almas / y se  dijeron frases deliciosas, / en este bar pasaron tantas cosas, / por eso vengo  siempre a este rincón. / Sírveme un trago de ron / y toma tu cerveza junto a mi corazón, / tú eres la camarera de mi amor. // Camarera, camarera, / tú eres la camarera de mi amor. / Sírveme un trago a mí de  ron, / camarera de mi amor. / Camarera, camarera, / tú eres la  camarera de mi amor. / Ven y tomate tu cervecita / pero juntito a mi  corazón. / Camarera, camarera, / tú eres la camarera de  mi amor. / Camarera, camarera, / camarera de mi amor, / camarera,  camarera, / tú eres la camarera de mi amor.No me niegues tu cariño / camarerita de  mi corazón, / camarera, camarera, tú eres la camarera de mi amor. / Tómate tu cervecita / juntito a mi corazón, / camarera, camarera, / tú eres la camarera, de mi amor.
 
  El rumbero por excelencia de esta década fue el catalán de Mataró Pedro Pubill Calaf, más conocido artísticamente por el nombre de "Peret", quien precisamente conoció su primer gran éxito con esta canción titulada "Una lágrima" (1967), que se convirtió en la canción del verano del siguiente año. En su versión original era un vals con letra de F. de Val y música de Genaro Monreal, que él arrumbó con mucha gracia e inteligencia. ¿La recuerdan? ¡Claro que sí, faltaría más!
 
Una lágrima cayó en la arena, / en la arena cayó una  lágrima, / una lágrima cayó en la arena, / yo la quisiera, quisiera encontrar, yo la quisiera, quisiera encontrar. / Me pediste un beso, / tú me pediste un beso / en la orilla del  mar, / como no te lo daba, / y como no te lo daba / te pusiste a  llorar. / Una lágrima tuya, / una lagrimita tuya / en la arena  cayó, / y una ola atrevida, / una olita atrevida / hacia el mar la  llevó. // Una lágrima cayó en la arena, / en la arena cayó una  lágrima, / una lágrima cayó en la arena, / yo la quisiera, quisiera encontrar, / yo la quisiera, quisiera encontrar.
 
Pues por hoy está bien. Mañana será otro día.  | 
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