lunes, 21 de febrero de 2011

POEMAS DEL ALMA: JUAN CERVERA SANCHIS (79)

EL OJO DEL VINO

Por el ojo del vino, ¡oh Dios de dioses!, el vaso
roto se perdió sin memoria.
Ebria de asombro el alma de la luz mojó sus labios
y la amargura del Universo fingió ser dorada miel
en la punta rojísima de su lengua.

-¡No me vuelvas a mirar jamás!, le gritó ella con su
mirada de acero demoledor.

Él, como si fuera sordo de nacimiento, la veía impávido
y ajeno a su manifiesta y volcánica furia. Ella, desesperada,
sacó de su bolso un pequeño espejo con el que logró que
él pudiera ver su propio rostro.

-¡Mira como eres, canalla!, le increpó iracunda.

Él pudo verse a sí mismo y todo el horror acumulado
por el peso del tiempo en el fondo de su propio ser
hizo que bajara aterrorizadamente sus párpados y se
precipitara en los hoyos negros de la negra realidad de
sus abismos interiores.
La voz de ella volvió a resonar como un estruendo
desgarrador por sus desolados tímpanos:

-¡No me vuelvas a mirar jamás!

Jamás, jamás, jamás... La palabra jamás se multiplicó
y se multiplicó y él, sobrecogido por la bestia sin freno
de su propio espanto, no cabía en la palabra jamás y
huérfano del añorado siempre, veía como ella, con
su pequeño espejo en la mano se lo fue acercando a su
preciosa sien e hizo que estallara su linda cabecita en un
surtidor de fresca sangre.
Él, salpicado de vivo escarlata, buscó ansioso el espejo
asesino para seguirla por los vericuetos infinitesimales
de la muerte.
El espejo había desaparecido, condenándole a vivir
eternamente sin ella.
Por el ojo del vino, ¡oh Dios de dioses!, el vaso roto
se perdió sin memoria.


México D. F. Febrero 2011

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