Me tiembla marzo por la sangre. El viento
bate cristales por mi duermevela.
Se me enreda en las manos todo, siento
que una ronda de arcángeles me cela.
Que una ronda de arcángeles la guarda
para que venga a mí de gracia plena.
Todavía no viene. ¡Cuánto tarda!
¡Oh noche larga de la luna llena!
¡Oh noche larga en que la luna acuna
-bamba de plata- mi soñante empeño!
(Miro caer las horas una a una
apoyado en el hombro de mi sueño).
Apoyado en el hombro de su vida,
¡qué bien ya para siempre peregrino!
Peregrino de amor. ¿Por qué escondida
senda se va la cima de un destino?
Senda. Cima. destino. Tres palabras.
A las cimas se va sólo subiendo.
Al amador, Amor, puertas le abras
cuando venga en llamar. Va amaneciendo.
Hoy vengo yo a llamar. -¿Quién es?... -¿Quién soy?
un hombre solo y hasta todavía
que viene y que se va, que vengo y voy
en busca de una sola compañía.
Buscando estoy la paz en la mañana.
No venid, mis amigos, no... Dejadme.
Bien me sé que es costumbre, cosa vana,
lo sé, pero hoy no puedo. Perdonadme.
Hoy no puedo, de veras. Otro día
me dais la despedida y los abrazos.
¡Cómo me pesa, Dios, esta alegría
de levantar un mundo con mis brazos!
Norte y sur de mi vida: cuna y losa.
Principio y fin. El mundo está bien hecho.
Vida del hombre: amor, espina, rosa
y una alondra que cante por el pecho.
Antonio Murciano"Amor es la palabra" (1957)
bate cristales por mi duermevela.
Se me enreda en las manos todo, siento
que una ronda de arcángeles me cela.
Que una ronda de arcángeles la guarda
para que venga a mí de gracia plena.
Todavía no viene. ¡Cuánto tarda!
¡Oh noche larga de la luna llena!
¡Oh noche larga en que la luna acuna
-bamba de plata- mi soñante empeño!
(Miro caer las horas una a una
apoyado en el hombro de mi sueño).
Apoyado en el hombro de su vida,
¡qué bien ya para siempre peregrino!
Peregrino de amor. ¿Por qué escondida
senda se va la cima de un destino?
Senda. Cima. destino. Tres palabras.
A las cimas se va sólo subiendo.
Al amador, Amor, puertas le abras
cuando venga en llamar. Va amaneciendo.
Hoy vengo yo a llamar. -¿Quién es?... -¿Quién soy?
un hombre solo y hasta todavía
que viene y que se va, que vengo y voy
en busca de una sola compañía.
Buscando estoy la paz en la mañana.
No venid, mis amigos, no... Dejadme.
Bien me sé que es costumbre, cosa vana,
lo sé, pero hoy no puedo. Perdonadme.
Hoy no puedo, de veras. Otro día
me dais la despedida y los abrazos.
¡Cómo me pesa, Dios, esta alegría
de levantar un mundo con mis brazos!
Norte y sur de mi vida: cuna y losa.
Principio y fin. El mundo está bien hecho.
Vida del hombre: amor, espina, rosa
y una alondra que cante por el pecho.
Antonio Murciano"Amor es la palabra" (1957)
Qué gran poeta y qué gran persona. Todo un ejemplo.
ResponderEliminarAntonio une a lo de ser una gran persona, dadivosa y entusiasta de la vida, ser un inmenso poeta al que debríamos tener más en cuenta. Además, no para de escribir, parece que tiene 25 años. Ahora está preparando una antología poética sobre Juan Belmonte, al igual que ya hizo hace algunos años con Manolete.
ResponderEliminarPues habrá que estar pendiente de la publicación sobre el gran torero de la escuela de Tablada.
ResponderEliminarLa verdad es que en buen lugar está Antonio Murciano para alcanzar el cielo de la poesía...
Deberemos esperar hasta principios del próximo año. Ahora está haciendo la labor de acopio y selección. Yo le tengo preparado para mandárselo un buen puñado de poemas sobre Juan.
ResponderEliminarYo tengo aquel que dice:
ResponderEliminar"Colocaron a Belmonte/ en el centro del salero,/ mirando pa la Maestranza,/ gallardo en su monumento./ De fino olfato, don Juan,/ El Pasmo, sa quedao preso/ del olorcillo que sale/ de la cocina del puesto...". Algo así. ¿Lo recuerdas, Emilio? Fue una broma sobre el pescao frito del Puesto de las Flores. Creo recordar que lo comentamos un día hablando de este tipo de hacer publicidad al estilo de "Er 77".
Sí, sí, lo recuerdo perfectamente, y lo hemos publicado en alguna que otra ocasión.
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