
LAS PLAYAS DE HÉRCULES
De Roche a Trafalgar, playas de Hércules,
De Roche a Trafalgar, playas de Hércules,
trono del sol y puerta de dos mares,
por donde mi dolor paseó un día
llama de angustia en puras claridades.
Luz sin final, esencia de sí misma,
Luz sin final, esencia de sí misma,
que ahonda el horizonte en lumbraradas,
donde los ojos mueren impotentes
para seguir, de Dios, la veste en llamas.
Montes de sal, pinares sobre el oro
Montes de sal, pinares sobre el oro
del roquedal batido por las olas.
Aguas por donde el sol vuelca sus luces
Aguas por donde el sol vuelca sus luces
creando los caminos de las horas.
Y un latido de espumas fugitivas
Y un latido de espumas fugitivas
que acompasan las olas en la arena
con una sideral música blanca
de onda que lame el borde de la tierra.
Nácares, conchas, luz petrificada
Nácares, conchas, luz petrificada
que su alma en iris lanza por los aires.
Arenales que al viento se doblegan
Arenales que al viento se doblegan
guardando su caricia en suavidades.
Perdido en esta luz, ¿qué son los ojos?
¿Qué, junto al mar, el cauce de mis venas,
Perdido en esta luz, ¿qué son los ojos?
¿Qué, junto al mar, el cauce de mis venas,
ni el ritmo de mi canto y mi palabra
junto a la voz del aire en las canteras?
Sólo tu fuerza, amor, tirano y rey
de mi sangre y mis ojos, dulce fin,
puede llenar tan vastas soledades...
¡Y en esta soledad, yo vivo en ti!
Joaquín Romero Murube
Sólo tu fuerza, amor, tirano y rey
de mi sangre y mis ojos, dulce fin,
puede llenar tan vastas soledades...
¡Y en esta soledad, yo vivo en ti!
Joaquín Romero Murube
"Tierra y canción" (1948)
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