
Me puse a reir, já, já,
me puse a reir, jí, jí,
el día seis de septiembre
cuando el periódico abrí,
página número ocho,
dedicada a lo local.
Todavía me estoy riendo,
jí, jí, jí, jí,
já, já, já.
¿Y a qué viene tanta risa?,
usted me preguntará.
Rodeada de micrófonos
en una rueda formal,
también usted se reía
de una manera genial
en una fotografía
que tengo que recortar.
Cuando ya de tanta risa
tenía lleno el lagrimal
me fui directo a las letras
que anuncian el titular
y casi me da un espamo
de tanto y tanto entusiasmo,
jí, jí, jí, jí,
já, já, já.
Decía usted que iba a hacer,
señora Rosa Aguilar,
el mayor esfuerzo inversor
que ha vivido la ciudad
a lo largo de su historia,
y o ha perdido la memoria
o no dice la verdad.
Jí, jí, jí, jí, já, já, ja.
Hasta usted misma en la foto
se ríe, pero de verdad,
diciendo: ¡Ay, vaya trola,
yo no sé si colará…!
Por fuera dientes muy blancos,
cual si fueran mazapán,
y por dentro cual Ramírez,
jí, jí, jí, jí, já, já, já.
Usted que no ha hecho nada,
todo este año lo hará:
el pacto por el empleo,
de urbanismo el general
y otro plan que es estratégico
para toda la ciudad.
Se ve que en Córdoba, todo,
menos yo, se va a cambiar.
Y a mí me entra la risa:
jí, jí, jí, jí, já, já, já.
Es decir, que va a hacer más
que el pretor Claudio Marcelo,
que cualquier abderramán,
que alhakenes y almanzores,
si es así, Córdoba entera
la llamará “La Agromán”.
Yo, cuando me dé razones
le llamaré “La del Plan”,
mas mientras, y usted perdone:
jí, jí, jí, jí, já, já, já.
¿Usted sabe lo que ha dicho,
señora Rosa Aguilar?
O tenía fiebre ese día
o ganas de guasear.
La historia es suya señora
si lo que dice es verdad,
y le harán un monumento,
a lo mejor, de cemento.
De aquí usted será la estrella
que más reluce y destaca,
y aunque no coma espinacas
le llamarán “La Popeya”.
¡Adiós, romanos y árabes,
musulmanes y cristianos,
Cruz Conde y muchos más,
que por Córdoba pasasteis
sin hacer nada jamás!
¡Aprended de doña Rosa,
de doña Rosa Aguilar,
que va a pasar a la historia
por su gran ejecutoria:
la mayor de la ciudad!
Y ahora sí me pongo triste,
ya no río: jí ni já.
La causa de mi tristeza
es que quien nos representa,
nuestra señora alcaldesa,
o ha perdido la cabeza
entre planes y entre embrollos,
o miente más que confiesa
cuando le dan esos prontos.
Mas yo muy serio le digo
que intente de respetarnos
porque el cordobés no es tonto.
me puse a reir, jí, jí,
el día seis de septiembre
cuando el periódico abrí,
página número ocho,
dedicada a lo local.
Todavía me estoy riendo,
jí, jí, jí, jí,
já, já, já.
¿Y a qué viene tanta risa?,
usted me preguntará.
Rodeada de micrófonos
en una rueda formal,
también usted se reía
de una manera genial
en una fotografía
que tengo que recortar.
Cuando ya de tanta risa
tenía lleno el lagrimal
me fui directo a las letras
que anuncian el titular
y casi me da un espamo
de tanto y tanto entusiasmo,
jí, jí, jí, jí,
já, já, já.
Decía usted que iba a hacer,
señora Rosa Aguilar,
el mayor esfuerzo inversor
que ha vivido la ciudad
a lo largo de su historia,
y o ha perdido la memoria
o no dice la verdad.
Jí, jí, jí, jí, já, já, ja.
Hasta usted misma en la foto
se ríe, pero de verdad,
diciendo: ¡Ay, vaya trola,
yo no sé si colará…!
Por fuera dientes muy blancos,
cual si fueran mazapán,
y por dentro cual Ramírez,
jí, jí, jí, jí, já, já, já.
Usted que no ha hecho nada,
todo este año lo hará:
el pacto por el empleo,
de urbanismo el general
y otro plan que es estratégico
para toda la ciudad.
Se ve que en Córdoba, todo,
menos yo, se va a cambiar.
Y a mí me entra la risa:
jí, jí, jí, jí, já, já, já.
Es decir, que va a hacer más
que el pretor Claudio Marcelo,
que cualquier abderramán,
que alhakenes y almanzores,
si es así, Córdoba entera
la llamará “La Agromán”.
Yo, cuando me dé razones
le llamaré “La del Plan”,
mas mientras, y usted perdone:
jí, jí, jí, jí, já, já, já.
¿Usted sabe lo que ha dicho,
señora Rosa Aguilar?
O tenía fiebre ese día
o ganas de guasear.
La historia es suya señora
si lo que dice es verdad,
y le harán un monumento,
a lo mejor, de cemento.
De aquí usted será la estrella
que más reluce y destaca,
y aunque no coma espinacas
le llamarán “La Popeya”.
¡Adiós, romanos y árabes,
musulmanes y cristianos,
Cruz Conde y muchos más,
que por Córdoba pasasteis
sin hacer nada jamás!
¡Aprended de doña Rosa,
de doña Rosa Aguilar,
que va a pasar a la historia
por su gran ejecutoria:
la mayor de la ciudad!
Y ahora sí me pongo triste,
ya no río: jí ni já.
La causa de mi tristeza
es que quien nos representa,
nuestra señora alcaldesa,
o ha perdido la cabeza
entre planes y entre embrollos,
o miente más que confiesa
cuando le dan esos prontos.
Mas yo muy serio le digo
que intente de respetarnos
porque el cordobés no es tonto.
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