jueves, 9 de diciembre de 2010

DESDE MI TORRE: EL GRATO SABOR DE LA AMISTAD


El pasado día 7, en Rute, tuvimos la gran suerte de degustar el grato sabor de la amistad junto a mi gran amigo Anselmo Córdoba, gerente de destilerías "Duende" y creador del hermosísimo Museo del Anís. Desde que llegamos nuestros blogueros José Luis Jiménez, Elisa Santos y yo al Paseo del Fresno, Rute era un milagro de olores diversos. Olía a garrapiñada y chocolate, a piña quemada, a morcilla y chorizo de pueblo, a tahona, alfajores y mantecados, y sobre ellos se colaba intenso el olor del anís.

Anselmo había decorado con un gusto exquisito, como siempre, su museo, en el que cada vitrina es un placer para la vista, museo en el que está encerrada toda la historia del anís ruteño y de las ciento y pico de destilerías que poblaron tan hermosa localidad. Enseñó a mis amigos la bodega de su casa, donde me hizo el honor de firmar uno de sus barriles repletos de ponche y brandy, su maravilloso patio y sus cuidadísimas flores, nos contó mil anécdotas y probamos la primera copa del delicioso "Abad de Rute", un ponche dulce para enmarcarlo en los sentidos. Nos fue explicando con todo lujo de detalles la destilería, donde también fuimos degustando los productos de la casa: el rosoli, el anís dulce y el seco; nos regaló un estuche con varias botellas; visitamos a su madre, Rosario, una mujer encantadora, y a su tita Teresa, la administradora de la firma; y al final selló el mediodía invitándonos a unas cervezas acompañadas de exquisito lomo, carne en salsa y "bicoqui", una especie de tartaleta rusa, y llamando al gerente del Museo del Chocolate para que nos atendiera. ¡El gran Anselmo...!

No nos fuimos de Rute sin comprar morcilla y chorizo, zambombas, chocolate, sus célebres piononos..., pero lo mejor de lo mejor, como digo, fue ese grato y sencillo sabor de la amistad, que hoy en día parece que sólo anida en pueblos tan benditos como este de la Subbética. De vez en cuando merece la pena vivir ratos como estos.

6 comentarios:

  1. La visita fue para mi un gran descubrimiento de Rute y por supuesto de un gran empresario y mejor persona como es Anselmo; admirable su capacidad de gestión y su gusto exquisito en las tareas de decoración. ¡Qué maravilla de patio! Magnífico los piononos, el chocolate y como no los anises de Anselmo. Tenemos la obligación de regresar a Rute.

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  2. Es una necesidad de primer orden.

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  3. De vez en cuando hay que tomarse un respirito. Deberíais visitar Rute. Os va a encantar.

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  4. El museo del Anís y la casa de Anselmo son una auténtica joya, con una decoración exquisita hasta la máxima expresión.

    Pero sin lugar a dudas de Rute me quedo con Anselmo que no dudó en atendernos en uno de sus días de más trabajo al año. Oirlo hablar es todo un espectáculo y te trasmite una alegría especial.

    Además, una vez más fui testigo de que no es cierto que los hombres no pueden pensar en dos cosas a la vez. Anselmo, nos enseñaba el museo, mientras saludaba a otros conocidos que habían ido a visitar el lugar, y prestaba atención a sus visitantes, pero no de forma supérflua, sino cuidando el más mínimo detalle, pendiente de todo en todo momento.

    Me pareció realmente admirable, un ejemplo de empresario y por supuesto de persona y personalidad.

    "Lo importante de las casas son quienes las habitan" nos dijo. Totalmente de acuerdo, si visitáis la casa de Anselmo sin él os parecerá una maravilla, si tenéis la suerte de que se encuentre allí, simplemente no sabréis como describir la experiencia que viviréis.

    Os animo a todos a conocer Rute.

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  5. Emilio Jiménez Díaz9 de diciembre de 2010, 22:50

    Conocerlo fue una de las grandes suertes que he tenido en mi vida. Veíais de qué manera nos trató, el cariño que me tienen su madre y su tía Teresa, cómo en ningún momento nos encontramos allí forasteros, ni turistas, sino uno más de la casa.
    Siempre doy gracias a Dios por heberlos conocido.

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