(Artículo publicado el 12 de marzo de 1977 en el diario Nueva Andalucía)
Otra Triana perdida aparece en nuestras páginas: la de las calles solitarias, construidas en años donde los "palmetes" estaban a la orden del día; Triana de suburbios sórdidos, inhóspitos, con olor a humedad y sabor a cieno, perdidos en los resquicios casi despreciados de las grandes urbanizaciones.
La calle Dornillo se encuentra situada en la parte suroeste de la ciudad y en la parte norte de Triana, consta de una sola vía sin asfaltar donde viven 23 familias, y está construida en la vaguada denominada "Haza del Teniente", cercada por su parte sur por el Núcleo Santa Ana y por la norte con el puente del Patrocinio y capilla del mismo nombre, limita con el antiguo tejar de Santas Justa y Rufina y el muro de contención, y en su costado trasero con un inmundo descampado y criadero de roedores y la calle (?) Tejares. Su centro: humedad, cloaca, agua y barro. Un corazón de ciénaga.
Decíamos lo de los "palmetes" porque, en el tiempo que se construyó esta calle -alrededor del año cincuenta-, el Ayuntamiento no daba permiso para construir, pero sí dio permiso para la parcelación del terreno, propiedad de un teniente del ejército por el que viene la denominación de la Haza; acusándose a estos vecinos, no pocas veces, de propiedad ilegal, cuando ellos compraron los terrenos parcelados.
En el año 1972 empezaron los problemas de la expropiación -en este caso, forzosa- por parte del Ministerio de la Vivienda. El problema se agudiza. Por un lado, los verdaderos propietarios no quieren abandonar su lugar de residencia, ya que alegan que el propietario tiene derecho a seguir viviendo en su propiedad; por otra, los arrendatarios de algunas de las viviendas están deseando que expropien para que les entreguen un piso en cualquier barriada de la periferia y, por una tercera parte, los habitantes viven en condiciones infrahumanas a causa del agua depositada en la vaguada y que se filtra a las viviendas.
Con esto el problema se agrava aún más. Ya no es sólo el tira y afloja entre propietarios y arredantarios, sino las condiciones de habitabilidad de las casas que es, en definitiva, por lo que la casi desconocida calle Dornillo saltó a las páginas y ondas de la información al principio del mes de febrero, a causa de una manifestación de mujeres residentes en la citada calle por la que forma la espina dorsal del barrio trianero: la calle de San Jacinto. No pedían pisos, no querían dinero, querían escucha a sus problemas y soluciones a los mismos. Planteemos el problema desde el principio. Partimos de la base de una malísima infraestructura general en la ordenación del subsuelo de Sevilla. Las obras de alcantarillado, por lo general, están realizadas no de acuerdo con un eficiente y serio plan de ordenación y sí en "plan compadre", que es lo que se ha estilado desde hace muchos años por estos lares, y sigue estilándose.
Refiriéndonos concretamente al terreno sobre el que se asienta la calle Dornillo, diremos que es terreno de relleno, frágil e inconsistente, así como el de los alrededores (Numancia y Santa Ana), y las tuberías, al estar montadas en estos terrenos, y deficientemente, ceden y se desconectan, cuando no se rompen, originándose los ya tan consabidos escapes de agua y, con ellos, los temidos y peligrosos socavones. Preguntando a los vecinos, entrando en muchas de las casas que forman esta sola calle, y observando detenidamente los alrededores de la misma, podemos asegurar (los vecinos lo han confirmado a través de muchos escritos sin respuesta) que el agua existente en la vaguada a espalda de la calle Dornillo, y a causa de los múltiples problemas que se están creando con este salidero, no proviene -como dijo Emasesa- de filtraciones del río, ya que giramos también una visita a la Vega de Triana, con construcciones a más bajo nivel que las de la citada calle, sin encontrar la más remota señal de filtraciones.
Otra Triana perdida aparece en nuestras páginas: la de las calles solitarias, construidas en años donde los "palmetes" estaban a la orden del día; Triana de suburbios sórdidos, inhóspitos, con olor a humedad y sabor a cieno, perdidos en los resquicios casi despreciados de las grandes urbanizaciones.
La calle Dornillo se encuentra situada en la parte suroeste de la ciudad y en la parte norte de Triana, consta de una sola vía sin asfaltar donde viven 23 familias, y está construida en la vaguada denominada "Haza del Teniente", cercada por su parte sur por el Núcleo Santa Ana y por la norte con el puente del Patrocinio y capilla del mismo nombre, limita con el antiguo tejar de Santas Justa y Rufina y el muro de contención, y en su costado trasero con un inmundo descampado y criadero de roedores y la calle (?) Tejares. Su centro: humedad, cloaca, agua y barro. Un corazón de ciénaga.
Decíamos lo de los "palmetes" porque, en el tiempo que se construyó esta calle -alrededor del año cincuenta-, el Ayuntamiento no daba permiso para construir, pero sí dio permiso para la parcelación del terreno, propiedad de un teniente del ejército por el que viene la denominación de la Haza; acusándose a estos vecinos, no pocas veces, de propiedad ilegal, cuando ellos compraron los terrenos parcelados.
En el año 1972 empezaron los problemas de la expropiación -en este caso, forzosa- por parte del Ministerio de la Vivienda. El problema se agudiza. Por un lado, los verdaderos propietarios no quieren abandonar su lugar de residencia, ya que alegan que el propietario tiene derecho a seguir viviendo en su propiedad; por otra, los arrendatarios de algunas de las viviendas están deseando que expropien para que les entreguen un piso en cualquier barriada de la periferia y, por una tercera parte, los habitantes viven en condiciones infrahumanas a causa del agua depositada en la vaguada y que se filtra a las viviendas.
Con esto el problema se agrava aún más. Ya no es sólo el tira y afloja entre propietarios y arredantarios, sino las condiciones de habitabilidad de las casas que es, en definitiva, por lo que la casi desconocida calle Dornillo saltó a las páginas y ondas de la información al principio del mes de febrero, a causa de una manifestación de mujeres residentes en la citada calle por la que forma la espina dorsal del barrio trianero: la calle de San Jacinto. No pedían pisos, no querían dinero, querían escucha a sus problemas y soluciones a los mismos. Planteemos el problema desde el principio. Partimos de la base de una malísima infraestructura general en la ordenación del subsuelo de Sevilla. Las obras de alcantarillado, por lo general, están realizadas no de acuerdo con un eficiente y serio plan de ordenación y sí en "plan compadre", que es lo que se ha estilado desde hace muchos años por estos lares, y sigue estilándose.
Refiriéndonos concretamente al terreno sobre el que se asienta la calle Dornillo, diremos que es terreno de relleno, frágil e inconsistente, así como el de los alrededores (Numancia y Santa Ana), y las tuberías, al estar montadas en estos terrenos, y deficientemente, ceden y se desconectan, cuando no se rompen, originándose los ya tan consabidos escapes de agua y, con ellos, los temidos y peligrosos socavones. Preguntando a los vecinos, entrando en muchas de las casas que forman esta sola calle, y observando detenidamente los alrededores de la misma, podemos asegurar (los vecinos lo han confirmado a través de muchos escritos sin respuesta) que el agua existente en la vaguada a espalda de la calle Dornillo, y a causa de los múltiples problemas que se están creando con este salidero, no proviene -como dijo Emasesa- de filtraciones del río, ya que giramos también una visita a la Vega de Triana, con construcciones a más bajo nivel que las de la citada calle, sin encontrar la más remota señal de filtraciones.
Los vecinos nos comentan que los problemas vienen sucediéndose desde la construcción de las barriadas colindantes y afirman que las flitraciones vienen de una tubería de agua potable, perteneciente a uno de estos núcleos, que ha roto alguna de sus arquetas, probándose asimismo que en varias de las torres del núcleo Santa Ana apenas si sube el agua.
Por otra parte -siempre según los vecinos- se han hecho análisis de las aguas origen de las filtraciones, comprobándose su potabilidad, quejándose de la inconsciencia de que una red de agua potable se vaya al subsuelo por el camino de las despreocupaciones.
Por otra parte -siempre según los vecinos- se han hecho análisis de las aguas origen de las filtraciones, comprobándose su potabilidad, quejándose de la inconsciencia de que una red de agua potable se vaya al subsuelo por el camino de las despreocupaciones.
Desde el día 18 de enero está el servicio de bomberos sacando agua de la hondonada, y el problema no sólo no desaparece sino que aún se agudiza más, ya que el agua no deja de salir y los muros de las casas -lo hemos podido comprobar- y las paredes están mojados, y en alguna de ellas con serios deterioros, amén del apurgamiento de ropas y enseres y de las consecuencias de bronquitis para casi todos los habitantes del sector.
Hay familias que han tenido que evacuarse con sus hijos a casa de los padres o familiares, y la mayoría de los habitantes que permanecen tienen que dormir con gruesos cartones, utilizados como penoso aislante entre el somier y el colchón.
El problema existe. El agua corre y nada se soluciona. Y nos pensamos, igual que los vecinos, que los bomberos no van a estar toda la vida allí, y que las misteriosas filtraciones deben tener alguna solución, como, por ejemplo, la de tomarse el asunto en serio, sin dar tantos pares y nones, porque es muy cierto que, además de los gravísimos problemas que están soportando estas familias, muchos miles de litros de agua potable se están desperdiciando. Y no siempre las vacas gordas de los años lluviosos están a la orden del día.
La calle Dornillo es otra de las calles de una Triana que no se ve desde el puente.
(Foto y texto: Emilio Jiménez Díaz)
Hay familias que han tenido que evacuarse con sus hijos a casa de los padres o familiares, y la mayoría de los habitantes que permanecen tienen que dormir con gruesos cartones, utilizados como penoso aislante entre el somier y el colchón.
El problema existe. El agua corre y nada se soluciona. Y nos pensamos, igual que los vecinos, que los bomberos no van a estar toda la vida allí, y que las misteriosas filtraciones deben tener alguna solución, como, por ejemplo, la de tomarse el asunto en serio, sin dar tantos pares y nones, porque es muy cierto que, además de los gravísimos problemas que están soportando estas familias, muchos miles de litros de agua potable se están desperdiciando. Y no siempre las vacas gordas de los años lluviosos están a la orden del día.
La calle Dornillo es otra de las calles de una Triana que no se ve desde el puente.
(Foto y texto: Emilio Jiménez Díaz)
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