
No se sabe si la vida les ofreció la espalda de sus espinas y desesperanzas,
o si fueron ellos -quizás más sabios- los que le dieron las espaldas a la vida.
Lentos los andares.
Corvas las espaldas.
De tantos trabajos,
Lentos los andares.
Corvas las espaldas.
De tantos trabajos,
las manos cansadas.
De tanto haber visto,
De tanto haber visto,
gacha la mirada.
De tantos problemas,
De tantos problemas,
la cabeza cana.
No hay prisa ninguna
por ver el mañana.
No hay prisa ninguna
por ver el mañana.
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