jueves, 21 de octubre de 2010

DESDE MI TORRE: ¿NO HAY NUNCA UN DÍA DEL POBRE?


No, no debería existir nunca el día del pobre, porque sería clara señal que la pobreza estaría erradicada de todos los rincones de la tierra y que los hombres, por fin, alcanzaron su dignidad humana. Ojalá esta palabra estuviese eliminada de todos los diccionarios del mundo. Se sabe cómo, pero nadie quiere hacerlo porque siempre son convenientes los esclavos. Cuantos más, mejor. La historia de la humanidad, por desgracia, está llena de ejemplos de todos los colores.

Pero al no ser así, al señalarse cada vez más y con más fuerza la pobreza, en ese calendario que no sé quién propone de "días del...", dería incorporarse el "Día del Pobre" para que todos sintamos en nuestras carnes la gran vergüenza de una sociedad que propicia una nueva lepra que empieza en las manos pedigüeñas y termina con la muerte en soledad en cualquier portal de las ciudades.

Tenemos el día sin coches -al que nadie, evidentemente, toma en cuenta-; el día sin tabaco, que es cuando más se fuma; el de la arterioesclerosis, la fibromialgia, el cáncer, el de la Cruz Roja, el de los enamorados -aquel invento de Pepín Fernández que cuajara Galerías Preciados-; el de las fuerzas armadas, el del padre, el de la madre, el de la cuñada buenorra, el de los trabajadores, el de los difuntos, el del club.... Pero no hay un "Día del Pobre" en el que todos, en legiones, salgan a las calles y las inunden, no para pedir, sino para mirarnos fijamente a los ojos; no para limosnear, sino para que los políticos vean los resultados de las tantas milongas que cuentan de sus enormes esfuerzos "a favor de los más desfavorecidos"; no para que los sentemos a nuestras mesas en el "Día del Señor" -como hacía la falsa beatería de un tiempo no muy lejano-, sino para exigir un puesto digno de trabajo.

No estoy en contra de los demás días; ni de que se iluminen de color de rosa nuestros monumentos más representativos cuando el llega el Día del Cáncer; ni que de la duquesa de Alba se siente a las puertas de los ayuntamientos cuando llega el de la Cruz Roja, acompañada por señoras de la alta nobleza... Estoy en contra de que nos dé miedo mirar cara a cara a cuantos sufren la más ignominiosa de las enfermedades de la sociedad: la pobreza, esa que queremos quitar de nuestra conciencia echando al cestillo una moneda de euro en los casos más generosos, pero para la que nos falta el valiente grito de la denuncia.

¡Qué hermoso y necesario y justo un "Día del Pobre" sin pobres!

2 comentarios:

  1. Valiente alegato contra la pobreza, un mal que, como el agua de las arriás, va amenazando los portales cada vez más cuanto más altura toman las negras aguas. Y de "arriás" de todo tipo sabemos los trianeros, Emilio. En el escalafón de la necesidades vitales tras "el pobre" viene "el humilde" (se decía: "pertenece a humilde familia"), la diferencia era que el padre trabajaba y sacaba adelante, como podía, a los suyos salvando infinidad de carencias. Los que crecimos en la Cava de los civiles sabemos muy bien qué es la pobreza; justo frente a mi casa se alineaba cada día un ejército de desmayados cubriendo todo lo largo de la acera hasta llegar al filo de las humeantes perolas de las monjas. Aquello del sabio que dudaba si habían más pobres y triste que él lo comprobábamos cada mediodía.
    Llegó un tiempo en que desaparecieron las colas, pero desde hace no demasiado de nuevo la necesidad invade mi calle, con el agravamiento de la incorporación de jóvenes descarriados y emigrantes desesperados y desorientados que hacen mucho más meritoria la labor de las monjas, a veces épica ¿Un "Día del pobre"? Pues salvo los domingos, todos los días lo son en la Cava de los civiles, el corazón mismo de Triana.

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  2. Emilio Jiménez Díaz21 de octubre de 2010, 12:21

    De nuevo, desgraciadamente, he visto las colas ante las puertas de las hermanss dela Caridad en la calle Pagés del Corro. Esperemos que la cosa no siga, aunque el futuro se prsenta lamentable y desolador.

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