en las piedras, en el lago.
Te iba acercando en sus aires
Te iba acercando en sus aires
y te soñaba, temblando,
en blancas amanecidas
y en atardeceres largos.
Cual Platero moguereño
y en atardeceres largos.
Cual Platero moguereño
y junto al acantilado,
soñaba con tardes malvas
y con paisajes dorados.
¡Qué lento pasaba el tiempo
soñaba con tardes malvas
y con paisajes dorados.
¡Qué lento pasaba el tiempo
contigo, y sin ti, por Arcos!
¡Y qué herida más profunda
sentirse libre y con amo!
¡Y qué herida más profunda
sentirse libre y con amo!
Precioso el poema, Emilio. Hay paisajes que invitan, pero hay que saber "vestirse" (o revestirse) para la ocasión.
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