viernes, 2 de julio de 2010

CANCIONES POR NUESTRAS VIDAS: 1940-1970 (46)


En estos tiempos del espectáculo en grandes teatros, donde con un nombre o una pareja de tirón se desarrolla la moda de las varietés, dos años más tarde de la forjada por Lola Flores y Manolo Caracol surge la compuesta por la catalana de Barcelona Rosa Ferrando Galiana "Carmen Morell", nombre de guerra que le pone un agente artístico alemán, y el riojano José Blanco Ruiz "Pepe Blanco". Aunque tuvieron gran aceptación por parte del público, no podían rivalizar de ninguna manera, y además en los mismos años, con el tándem Lola-Caracol.

Pepe Blanco, que había sido taxista en su tiempo, hizo sus pinitos en solitario con algunas canciones por tangos que no han llegado fielmente a nuestra memoria, ya que cuando se habla de él y de su obra la gente sólo recuerda el célebre "Cocidito madrileño" y El gitano señorito" y nada de "Entre dos corazones", "Que no se entere mi madre" "Señor comisario" o "Aquel tapado de armiño". A Carmen Morell le pasó un tanto de lo mismo: Ella, además, no tenía repertorio y sus inicios fueron versionando los mayores éxitos de Conchita Piquer.

La pareja se formó el año 1946 y duró, después de algunos espectáculos y alguna que otra película sin destacado interés, hasta 1960. El año de su unión estrenaron en el Teatro Infanta Isabel "Alegrías 1946", con libreto de Quintero, León y Quiroga, pero la gira por España fue un auténtico desastre, salvándose el naufragio económico en la ciudad de Vigo, único lugar donde triunfaron. Ya en pareja, y en este espectáculo, estrenan las canciones "Al pie de la fragüa", "Águila Real", "Barquito sin rumbo", "La niña del ventero" y "La novia del bandolero", entre otras.

El primer gran éxito para Pepe Blanco en el segundo espectáculo "Alrededor del mundo", con letra de Perelló y música del maestro Monreal, fue el pasodoble "Sombrero, ay mi sombrero", que años más tarde hiciese muy famoso el incombustible Manolo Escobar:

Negra cinta, pelo negro/ como el de aquella morena/ que con achares y celos/ dejó sin sangre mis venas./ En sus alas hay temblores/ de mocitas sin fortuna/ que lloran penas de amores/ bajo la luz de la luna,/ bajo la luz de la luna.// Sombrero, ay mi sombrero./ Eres de gracia un tesoro,/ y tienes rumbo torero/ cuando te llevo a los toros. Te quiero porque tus alas,/ sombrero de mi querer,/ conservan, bordao con gracia,/ el beso de una mujer.// Tienes planta de maceta/ y hay en ti tal señorío/ que eres rey de las carretas/ de la Virgen del Rocío./ En tus alas primorosas/ aún revuelan los lamentos/ de promesas amorosas/ que luego se lleva el viento,/ que luego se lleva el viento.// (Refrán).

Ambos eran grandes intérpretes de jotas y tuvieron la ocurrencia de inventarse unas peleíllas entre ellos con este cante regional, a las que llamaron "jotas de picadillo", invento que años más tarde pusieran en boga, por fandangos, Juanito Valderrama y Dolores Abril con sus célebres "Peleas en bromas". Hoy de estos encuentros cantores, de Belenguer y Codoñer, ponemos el ejemplo que lleva por título "Venimos en desafío", y decía así:

Él: Venimos en desafío,/ señores, ¿qué voy a hacer? Ella: El hombre no es el de antes,/ la verdad es aplastante/ y quien manda es la mujer. Él: Visten como las herreras/ hoy las mujeres modernas/ visten como las herreras,/ llevan medias negras vastas/ y en la cabeza un puchero./ Y en la cabeza un puchero/ hoy las mujeres modernas. Ella: El hombre debe pensar/ el pelico a la navaja/ y esa barba existencial,/ y esa barba existencial/ si la mujer es herrero. Él y ella: Es exceso de cariño/ siempre que nos peleamos/ es exceso de cariño,/ ya lloramos como niños/ siempre que nos peleamos.

Es cierto que estas "peleíllas" tenían su público y que sus espectáculos fueron ciertamente muy taquilleros, aunque yo en ellos, personalmente, vea la degeneración de la copla. De los mismos autores fue el tema titulado "Por el monte del Moncayo", y de nuevo ese "pique" convenido:

Él y ella: Por el monte del Moncayo/ vamos andando, vamos andando,/ y en llegando a Zaragoza/ una jotica vamos cantando,/ como somos muy tozudos/ nos peleamos, nos peleamos. Ella: Pa entenderse no hay manera/ mañico aunque yo me esfuerce/ pa entenderse no hay manera/ porque tienes la cabeza/ igual que una regadera/ igual que una regadera/ mañico aunque yo me esfuerce. Él: Mañi bebe el tintorro/ y a un querer, y hoy en día/ mañi bebe el tintorro,/ llevan pelucas postizas/ y la colilla en los morros,/ y la colilla en los morros/ las mujeres de hoy en día. Él y ella: Por el monte del Moncayo/ vamos andando, vamos andando/ y al salir de Zaragoza/ una jotica vamos cantando,/ y al salir de Zaragoza/ una jotica vamos cantando,/ y en el templo del Pilar/ nos arreglamos,/ nos arreglamos.

Las letras son malísimas, ¿no? Aparte de las jotas de "picadillo" compartían a dúo otro tipo de canciones, pero totalmente superficiales, sin interés alguno ni en las letras y ni en las músicas, como esta canción de Codoñer titulada "Qué bonito es el cariño":

Él: Si ves volar una golondrina/ y piando se para en tu ventana/ y en el pico lleva una misiva/ es el beso que te mando cada mañana. Él y ella: Qué bonito es el cariño/ cuando se quiere, cuando se quiere,/ es tan grande y tan sublime/ que nunca muere, que nunca muere./ Qué bonito es el cariño/ que si me falta será mi muerte/ y necesito la vida,/ cariño mío, para quererte. Ella: Aquellas rosas que tú me mandate,/ una a una se van marchitando,/ dime cariño si eso significa/ que el amor que por mí sientes/ se va acabando.

Pepe Blanco, que tenía una simpatía arrolladora fuera y dentro de los escenarios, grabó muchísimo, pero, como dije anteriormente, son pocas las canciones que se han quedado peremnes en la memoria colectiva. Estando ya en compañía de Carmen Morell, grabó su célebre "Cocidito madrileño" (1949), de Quintero, León y Quiroga, que se lo pedía el público en todos los espectáculos:

No me hable usted/ de los banquetes que hubo en Roma./ Ni del menú/ del hotel Plaza en Nueva york./ Ni del faisán/ ni lo foagrases de paloma,/ ni me hable usted/ de la langosta Thermidor./ Porque es que a mí,/ sin discusión, me quita el sueño/ y es mi alimento y mi placer/ la gracia y la sal/ que al cocidito madrileño/ le echa el amor de una mujer.// Cocidito madrileño,/ repicando en la buhardilla,/ que me huele a yerbabuena/ y a verbena en las Vistillas./ Cocidito madrileño/ del ayer y del mañana,/ pesadumbre y alegría/ de la madre y de la hermana./ A mirarte con ternura/ yo aprendí desde pequeño,/ porque tú eres gloria pura,/ porque tú eres gloria pura,/ cocidito madrileño.// Dígame usted/ dónde hay un cuadro con más gracia,/ con el color/ que da la luz del mes de abril,/ cuando son dos/ y están debajo de una acacia/ y entre los dos/ un cocidito de albañil./ Cuando el querer/ de la mujer le dice al dueño/ de su hermosura y su pasión:/ Toma, mi bien,/ tu cocidito madrileño,/ que dentro va mi corazón.// (Refrán).

Fueron las tres canciones más conocidas de Pepe Blanco "El gitano señorito" (1948), "Ay mi sombrero" (1948) y Cocidito madrileño" (1949), aunque su repertorio fue muy amplio en la discografía. Otras tres son las canciones más importantes de Carmen Morell, ya que como mencioné se dedicó muchísimo a reversionar a otras artistas anteriores a ella. Estas tres serían: el pasodoble "Pregonera de España", "Bombón" y "La lumbre de tu cigarro".

Fue un espacio de la copla, un tiempo, jamás el mejor. Pero Pepe Blanco y Carmen Morell fueron capaces de unirse en una pareja que aún recuerdan los públicos de aquellos años, aunque jamás lograran, ni individualmente ni en grupo, la solera, el entusiasmo, pasión y devoción, que ofreció la formada por Lola Flores y Manolo Caracol. ¡Ah, y aunque a mí, personalmente, no me hayan gustado para nada!


(En la fotografía, Carmen Morell con Pepe Blanco)

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