Decíamos en el apartado anterior que Lola Flores dejó pocas canciones en la memoria colectiva, pero esos títulos que hemos puesto serán eternamente recordados: "El Lerele", "La Zarzamora", y "Ay, pena, penita", a la que sin duda hay que añadir uno de sus grandes éxitos como fue "A tu vera", de Rafael de León y el maestro Solano que originariamente la grabase Conchita Piquer el año 1948. Pero quien verdaderamente la convirtió en una copla emblemática de su repertorio fue la artista jerezana, que la llevó en todos sus espectáculos y la interpretaba con la pasión que le caracterizaba:
//A tu vera/ siempre a la verita tuya,/ siempre a la verita tuya/ hasta que por ti me muera.// Que no mirase tus ojos,/ que no llamase a tu puerta,/ que no pisase de noche/ las piedras de tu calleja.// A tu vera/ siempre a la verita tuya,/ siempre a la verita tuya/ hasta que por ti me muera.// Mira que dicen y dicen,/ mira que la tarde aquella,/ mira que si fue y si vino/ de su casa a la alameda./ Y así mirando y mirando,/ y así empezó mi ceguera,/ y así empezó mi ceguera.// A tu vera/ siempre a la verita tuya,/ siempre a la verita tuya/ hasta que de pena muera./ Que no bebiese en tu pozo,/ que no jurase en la reja,/ que no mirase contigo/ la luna de primavera./ Ya pueden clavar puñales,/ ya pueden cruzar tijeras,/ ya pueden cubrir con sal/ los ladrillos de tu puerta./ Ayer, hoy, mañana y siempre,/ eternamente a tu vera,/ eternamente a tu vera.// (Refrán).
Aunque hay varias historias distintas sobre cómo se conocen Lola Flores y Caracol, y quién contrata a quién, la más verosímil es que Lola tenía como "protector" a un anticuario que conoció el año 1942, y al que pidó que financiara su primer espéctaculo como figura, en el que habría de incluirse a Manolo Caracol, que pidió mil pesetas diarias que luego se quedaron en quinientas. Caracol unos años antes había estado en varios espectáculos flamencos con Manuel Vallejo, Canalejas, Pepe Pinto y Juanito Valderrama, y a comienzos de la década de los 40 tuvo que dejar el flamenco puro al ser contratado por Conchita Piquer, quien le exigió que debería interpretar canciones que le iban a componer Quintero, León y Quiroga como "Compañera y soberana", "Cruces de tormento", "La niña de los faroles" o "Luna Morena", entre otras. Cuando acabó su contrato con la valenciana es cuando se une a Lola Flores en 1944, estrenándose con muchísimo éxito el espectáculo "Zambra" que llevarían por toda España. Entre los años 1944 a 1951 en que se acabó su relación artística y sentimental, llegaron a convertirse en ídolos de las grandes multitudes. Manolo cantaba con gran sentimiento sus zambras y canciones y Lola bailaba con una sensualidad arrebatadora, recitaba y también cantaba según cada guión.
Fue en el espectáculo "Zambra 1946" cuando escenifican la canción de Quintero, León y Quiroga "La Salvaora", en la que Lola comenzaba a recitar para que Caracol se fundiera con ella más tarde en el cante abrazándola por la cintura:
(Recitado) Se fue de la vera mía/ triste y desesperaíto/ y siguió la Salvaora/ loca de zambra y de vino,/ derramando en los tablaos/ la rosa de sus palillos/ y el orgullo haciendo palmas/ a su corazón vacío./ ¿Adónde va ese buen mozo/ capaz de darme martirio?/ Vengan los guapos a verme/ que a todos los desafío,/ porque ninguno se adorna/ con la flor de mi cariño;/ el valiente que lo logre/ no existe entre los nacidos./ Y estando en esta soberbia/ abrió la noche un postigo/ por donde entraron dos ojos/ que dieron muerte a los míos./ La palabra de sus labios/ fue mi gloria y mi castigo;/ lloré queriendo a aquel padre/ más que por mí lloró el hijo.// (Cantado de Caracol) Qué razón tenía/ la pena traidora/ que el niño sufriera/ por la Salvaora./ Diecisiete años/ tiene mi criatura/ y yo no me extraño/ de tanta locura./ Eres tan hermosa/ como el firmamento./ Lástima que tengas/ malos pensamientos./ Quien te puso Salvaora,/ qué poco te conocía./ El que de ti se enamora/ se pierde pa toa la vía./ Tengo a mi hijo embrujao/ por culpa de tu querer./ Si yo no fuera casao,/ contigo me iba a perder./ Dios mío, qué pena más grande./ El alma me llora./ A ver cuándo suena la hora/ que las intenciones/ se les vuelvan buenas/ a la Salvaora.
Otra de las canciones emblemáticas de aquellos espectáculos, también de los mismos autores, fue "La Niña de Fuego", una zambra que Caracol interpretaba magistralmente con esos registros sonoros tan gitanos que tanto gustaba al público:
La luna te besa/ tus lágrimas puras,/ como una promesa/ de buenaventura./ La Niña de Fuego/ te llama la gente/ y te están dejando/ que mueras de sed./ Ay, Niña de Fuego,/ ay, Niña de Fuego./ Dentro de mi alma/ yo tengo una fuente/ pa que tu culpita se incline a beber./ Ay, Niña de Fuego,/ ay, Niña de Fuego./ Mujer que llora y padece,/ te ofrezco la salvación./ El cariño es ciego./ Soy un hombre bueno/ que te compadece./ Anda y ven conmigo,/ ay, Niña de Fuego.
Fue para los dos una época dorada y sus espectáculos cubrieron ocho excelentes años de la historia escenificada de la copla. Eran dos grandes temperamentos que algún día tendrían que chocar, lo que sucedió en 1951, año en el que se disuelve la pareja por propia petición de Lola. Manolo Caracol seguiría con sus temas flamencos y sus zambras, pero ya junto a su hija Luisa Ortega, y Lola aprovecharía para hacer su primera gira americana.
Sabiendo lo temperamental que era Lola, sus autores, Quintero, León y Quiroga, le escriben una canción exclusivamente para ella que graba el año 1967, y a la que ponen el título "La flor del temperamento". Ni que decir tiene que Lola bordaba su canción sobre la escena:
Yo tengo un temperamento/ que ni en sueños me abandona,/ pues me sigue a cá momento/ y es la sal de mi persona.// Temperamento para queré,/ temperamento para cantá,/ temperamento para poné/ en pie la gente que está sentá./ Es remolino que en mi interior/ se mueve a un ritmo de frenesí/ y el abanico lo parto en dos/ y hasta la bata me da de sí./ Ay, várgame Dios,/ me da de momén/ y todo es por mó/ del temperamén.// Gitano es mi sentimiento,/ por eso se forma el lío/ cuando pongo en movimiento/ los volantes del vestío.// Temperamento pa presumí,/ temperamento de juventú,/ temperamento para decí/ las tres verdades en andalú./ Yo tengo duende pa convencé/ e igual me bailo por soleá/ que echo un discurso si es menesté./ Ay, várgame Dios,/ me da de momén/ y todo es por mó/ der temperamén// Me entiende el ruso y el japoné/ pues donde llego yo soy la OTÁN,/ me da lo mismo cantá en inglés/ que dar las gracias en alemán./Ay, várgame Dios,/ me da de momén,/ y todo es por mó/ del temperamén.
Aunque hay varias historias distintas sobre cómo se conocen Lola Flores y Caracol, y quién contrata a quién, la más verosímil es que Lola tenía como "protector" a un anticuario que conoció el año 1942, y al que pidó que financiara su primer espéctaculo como figura, en el que habría de incluirse a Manolo Caracol, que pidió mil pesetas diarias que luego se quedaron en quinientas. Caracol unos años antes había estado en varios espectáculos flamencos con Manuel Vallejo, Canalejas, Pepe Pinto y Juanito Valderrama, y a comienzos de la década de los 40 tuvo que dejar el flamenco puro al ser contratado por Conchita Piquer, quien le exigió que debería interpretar canciones que le iban a componer Quintero, León y Quiroga como "Compañera y soberana", "Cruces de tormento", "La niña de los faroles" o "Luna Morena", entre otras. Cuando acabó su contrato con la valenciana es cuando se une a Lola Flores en 1944, estrenándose con muchísimo éxito el espectáculo "Zambra" que llevarían por toda España. Entre los años 1944 a 1951 en que se acabó su relación artística y sentimental, llegaron a convertirse en ídolos de las grandes multitudes. Manolo cantaba con gran sentimiento sus zambras y canciones y Lola bailaba con una sensualidad arrebatadora, recitaba y también cantaba según cada guión.
Fue en el espectáculo "Zambra 1946" cuando escenifican la canción de Quintero, León y Quiroga "La Salvaora", en la que Lola comenzaba a recitar para que Caracol se fundiera con ella más tarde en el cante abrazándola por la cintura:
(Recitado) Se fue de la vera mía/ triste y desesperaíto/ y siguió la Salvaora/ loca de zambra y de vino,/ derramando en los tablaos/ la rosa de sus palillos/ y el orgullo haciendo palmas/ a su corazón vacío./ ¿Adónde va ese buen mozo/ capaz de darme martirio?/ Vengan los guapos a verme/ que a todos los desafío,/ porque ninguno se adorna/ con la flor de mi cariño;/ el valiente que lo logre/ no existe entre los nacidos./ Y estando en esta soberbia/ abrió la noche un postigo/ por donde entraron dos ojos/ que dieron muerte a los míos./ La palabra de sus labios/ fue mi gloria y mi castigo;/ lloré queriendo a aquel padre/ más que por mí lloró el hijo.// (Cantado de Caracol) Qué razón tenía/ la pena traidora/ que el niño sufriera/ por la Salvaora./ Diecisiete años/ tiene mi criatura/ y yo no me extraño/ de tanta locura./ Eres tan hermosa/ como el firmamento./ Lástima que tengas/ malos pensamientos./ Quien te puso Salvaora,/ qué poco te conocía./ El que de ti se enamora/ se pierde pa toa la vía./ Tengo a mi hijo embrujao/ por culpa de tu querer./ Si yo no fuera casao,/ contigo me iba a perder./ Dios mío, qué pena más grande./ El alma me llora./ A ver cuándo suena la hora/ que las intenciones/ se les vuelvan buenas/ a la Salvaora.
Otra de las canciones emblemáticas de aquellos espectáculos, también de los mismos autores, fue "La Niña de Fuego", una zambra que Caracol interpretaba magistralmente con esos registros sonoros tan gitanos que tanto gustaba al público:
La luna te besa/ tus lágrimas puras,/ como una promesa/ de buenaventura./ La Niña de Fuego/ te llama la gente/ y te están dejando/ que mueras de sed./ Ay, Niña de Fuego,/ ay, Niña de Fuego./ Dentro de mi alma/ yo tengo una fuente/ pa que tu culpita se incline a beber./ Ay, Niña de Fuego,/ ay, Niña de Fuego./ Mujer que llora y padece,/ te ofrezco la salvación./ El cariño es ciego./ Soy un hombre bueno/ que te compadece./ Anda y ven conmigo,/ ay, Niña de Fuego.
Fue para los dos una época dorada y sus espectáculos cubrieron ocho excelentes años de la historia escenificada de la copla. Eran dos grandes temperamentos que algún día tendrían que chocar, lo que sucedió en 1951, año en el que se disuelve la pareja por propia petición de Lola. Manolo Caracol seguiría con sus temas flamencos y sus zambras, pero ya junto a su hija Luisa Ortega, y Lola aprovecharía para hacer su primera gira americana.
Sabiendo lo temperamental que era Lola, sus autores, Quintero, León y Quiroga, le escriben una canción exclusivamente para ella que graba el año 1967, y a la que ponen el título "La flor del temperamento". Ni que decir tiene que Lola bordaba su canción sobre la escena:
Yo tengo un temperamento/ que ni en sueños me abandona,/ pues me sigue a cá momento/ y es la sal de mi persona.// Temperamento para queré,/ temperamento para cantá,/ temperamento para poné/ en pie la gente que está sentá./ Es remolino que en mi interior/ se mueve a un ritmo de frenesí/ y el abanico lo parto en dos/ y hasta la bata me da de sí./ Ay, várgame Dios,/ me da de momén/ y todo es por mó/ del temperamén.// Gitano es mi sentimiento,/ por eso se forma el lío/ cuando pongo en movimiento/ los volantes del vestío.// Temperamento pa presumí,/ temperamento de juventú,/ temperamento para decí/ las tres verdades en andalú./ Yo tengo duende pa convencé/ e igual me bailo por soleá/ que echo un discurso si es menesté./ Ay, várgame Dios,/ me da de momén/ y todo es por mó/ der temperamén// Me entiende el ruso y el japoné/ pues donde llego yo soy la OTÁN,/ me da lo mismo cantá en inglés/ que dar las gracias en alemán./Ay, várgame Dios,/ me da de momén,/ y todo es por mó/ del temperamén.
Temperamental Lola. Lola única, diferente, personalísima. Lola a su aire. Pocas canciones excelentes dejó para la historia de la copla, pero las que dejó y se han quedado en la memoria llevan su sello único y preciso, ciertamente irrepetible.
(En la fotografía, Lola Flores y Manolo Caracol)
(En la fotografía, Lola Flores y Manolo Caracol)
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