domingo, 16 de mayo de 2010

PERSONAS EN MI VIDA: MIGUEL BALLESTA

ANTONIO MAIRENA Y MIGUEL BALLESTA

Conocí a Miguel Ballesta Maqueda, el gran pintor sevillano, hace muchos años, creo que desde 1968, cuando él hizo gran amistad con un jefe que tuve y que también era pintor, Julián Ortego. Desde entonces fuimos entablando amistad porque a los tres nos unía el amor al Arte. Además, Miguel, aunque nacido en la Puerta Osario, se sentía muy trianero ya que había vivido en nuestro barrio, en la calle Pagés del Corro, número 70, hasta los 13 años, que son los mejores para la absorción de lo que nos rodea.

Él siempre me demostró su amistad y hasta quiso pintarme en cierta ocasión, allá por 1974, cuando con mis pelos largos y sueltos y mi piel muy morena, parecía un gitano de aquellos que a él tanto le gustaba llevar a sus lienzos. Aquello se torció por culpa mía, porque el día que estábamos citado en su estudio de Luis Montoto me surgieron ciertos inconvenientes y fuimos retrasando la cita que ya nunca llegó. Pero sí tengo la suerte, gracias a su generosidad, de tener tres cuadros suyos: "Gitana con sus chorreles" (1980), un pastel excelente; "La loca" (1981), otro extraordinario pastel; y "Cabeza de gitana" (1976), un carboncillo de gran tamaño dedicado con extraordinario afecto.

Le encantaba el flamenco y fueron muchos los momentos que dedicamos a compartirlo juntos, bien en Triana, en la "Torres-Macarena" o en "El Pozo de las Penas" de Los Palacios, adonde tanto le gustaba acudir por su amistad con mi compadre Paco Cabrera y porque su hermano Manuel era profesor y vivía en una pedanía cercana. La fotografía que ilustra esta página se hizo allí. Cuando acudía a él para que me hiciese alguna portada para la revista "Sevilla Flamenca" jamás me puso un inconveniente, al contrario: siempre estaba dispuesto a colaborar en cualquier cosa que se le pedía. Pero lo que más me llamaba la atención de Miguel era ese cariño que destilaba en sus labios, se le notaba, cuando hablaba de aquellas viejas trianeras, la mayoría gitanas, que él conoció en su niñez y a las que después tuvo la gran satisfacción de llevar a sus lienzos: mujeres con la sabiduría de la vida en los ojos, mujeres que veían el porvenir con la tristeza de la edad, mujeres a las que continuaron esos retratos de jóvenes gitanas y gitanos con los ojos llenos de luz y vida y con la esperanza revoloteando sus rostros...

Yo me propuse un reto desde que casi lo conocí. Cuando llegaba el día de su santo, el 29 de septiembre, acostumbrábamos a tomarnos una copa en honor a él y al del Arcángel. Es decir, varias copas. Y entonces todos los años le llevaba un poemilla que él celebraba como si fuera un niño y que guardaba para siempre en sus carpetas de recuerdos. Gracias a eso -yo jamás guardaba copia- algunos han podido salvarse de la quema del olvido y hasta aparecen publicados en la amorosa página web que su hermano Manuel creó amorosamente tras su muerte, el 23 de febrero de 1998, para mantener siempre viva su inmensa obra y su eterna memoria: http://www.miguelballestamaqueda.com/. Al azar he cogido uno de estos poemas, el que le felicitaba el año 1976, y que decía así: Si vivir es color y en tu paleta/ está el cielo de azul, verde la palma,/ oscuro el hombre y roja ya hasta el alma/ de injusticias, tu mano ten inquieta./ Si llorar es dolor, es dejar prieta/ la mano al firmamento y que la calma/despeje el horizonte, ya que empalma/ el rojo y el azul con el violeta,/ no dejes de gritar con tus colores/ que el aire es para el hombre, y su esperanza: la azada, el olivar, la paz dormida./ Que los gritos del hombre sean tus flores,/ la inspiración, la furia que te alcanza./ Tan sólo así puede volver la vida.

Cuando yo en verdad disfrutaba con Miguel, aparte de estas noches flamencas y días de onomásticas, era visitando el mercado de "El Jueves" en su compañía y de mi jefe Ortego. Los dos eran más gitanos que los gitanos y trajinaban y regateaban mejor que ellos. ¡Vaya pareja! Y vueltas y más vueltas de la Cruz Verde a San Juan de la Palma. Y más conversaciones y más regateos. Al final, la palabra de Miguel prevalecía: -Mira, Joselito, ya sabes donde me tienes que mandar la cómoda y la mesa que te he "comprao". Mañana quiero los muebles en mi estudio y tú pagas los portes, y si quieres que te de ahora los diez mil duros nos tienes que invitar a unos vinos ahí en Remesal. Y el gitano, contento por dentro y maldiciendo por fuera, no tenía más remedio que hacer lo que decía Miguel, aunque después la ronda siempre la pagábamos nosotros. Cuando yo me fijaba en cualquier libro antiguo en la casa de Amparo, pasaba lo mismo: -Emilio, déjame negociar. Y Amparo no le regalaba el libro porque algo tenía que ganar, que si así no fuera se lo regalaba por no aguantarle el regateo.

Hemos pasado con él días deliciosos en su estudio de Mazagón, a pie de playa. Era un gusto escuchar su voz deshaciéndose en anécdotas. Era una suerte tenerlo al lado. Y mi mujer y yo tuvimos muchas veces esa lotería de su amistad. ¡Nuestro gran amigo Miguel Ballesta, una de las grandes personas, no podía ser de otra forma, que pasó por nuestra vida llenándola de arte, imaginación y fantasía, con los oídos siempre despiertos para atender cualquier mínima necesidad!

3 comentarios:

  1. Por cierto, soy la chica del cuadro de Miguel Ballesta. Se me ha olvidado darle mi dirección de email: marlla16@hotmail.com
    Gracias

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  2. No sé sin eres la misma de los cuadros que tengo de Miguel, una especie de gitana guapísima. ¡Vaya tela marinera de belleza!

    Un cordial saludo:

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  3. tengo 3 pinturas a carbonsilla de miguel ballesta y no se que precio ponerlos, queria mas informacion, saludos.

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