Por el blog de mi compadre, Manolo Bohórquez, me enteré de que Francisco Perujo Serrano, este joven malagueño de Cuevas del Becerro (1972), licenciado en Ciencias de la Comunicación y Doctor por la Universidad de Sevilla, y desde mayo de 2008, Director de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, sustituyendo en la misma a la hoy ministra Bibiana Aído, dejaba tal dirección al ser fichado por María del Mar Moreno para hacerse cargo de la Dirección General de la Oficina del Portavoz del Gobierno de la Junta de Andalucía.
Me lo presentaron, por petición de él, cuando en el pasado octubre se celebró el Congreso del Nacimiento de Antonio Mairena en la Isla de la Cartuja, en el antiguo pabellón de Marruecos, y pocos momentos, por tanto, tuve la ocasión de charlar y conocerlo un poco más. Además, es tan inteligente, que en el almuerzo que compartimos, apenas si abrió los labios. Si me llamó la atención -lo que achaqué a despiste lógico de los que andan tan embarcados en tantos temas-, que dos veces más requirió la solicitud de sus secretarios para que yo le fuese presentado de nuevo. ¡Como aquellos viejos sabios despistados! Yo me lo tomaba un poco a chusma, a despiste, como he dicho, o a lapsus de memoria..., que yo los tengo, y muchos. Sí me dí cuenta de su gran capacidad de trabajo y de que no paraba ni un momento, y así me lo hacía saber también mi amigo Juan Manuel Suárez Japón, admirado de todo lo que llevaba para adelante.
No sé si lo ha hecho bien o mal como director de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco de la Junta de Andalucía, dependiente la la Consejería de Cultura. Aunque cuando se trabaja de gordo, algo tiene que salir bien. No sé si las peñas están contentas con su gestión, así como los artistas -los menos parecen no estar muy conformes, según ciertas páginas escritas que he leído en los medios-; ignoro si está bien o mal que el Flamenco sea nominado como Patrimonio Musical Inmaterial de la Humanidad, porque tampoco sé para qué vale eso ni qué beneficios aporta a una seguiriya memorable de Tomás Pavón o a una malagueña de Chacón o a una toná de Antonio Mairena; soy tan analfabeto en esta nueva historia flamenca que me engañaría a mí mismo si dijera que éste es el flamenco que me gusta: el que está financiado, protegido, supermimado, y si, como pasa en otras materias de asociaciones vecinales, culturales, deportivas, etc., no es una cama para hacer un colchón de votos. ¡El que se mueva, no sale en la foto! Eso sí me preocupa y bastante: que Pulpón ya no esté en la calle O'Donell y que los artistas se paseen, como antiguamente, pidiendo festivales o recitales, ahora por la avenida de la Borbolla.
Por los demás, por lo poco que lo he conocido, casi nada, creo que Francisco Perujo Serrano es un enorme trabajador, y que por mucho que él haya dicho en entrevistas que el flamenco lo ha sentido desde niño y que su cante preferido siempre ha sido la Soleá, es un enorme político que llegará a bastante más de lo que hoy le ha ofrecido María del Mar Moreno.
Felicito al señor Francisco Perujo por este nuevo ascenso, pero a diferencia de mi compadre Bohórquez no me asusto de quién pueda venir mañana. Me encantaría, como a él, que fuese Juan Manuel Suárez Japón, porque él sí que es Flamenco desde nacencia. Pero nadie va a cambiar el rectorado de la UNIA, el ser señor Rector Magnífico -y magnífico rector- por las bambalinas de una agencia de programación y contrataciones y divulgación del Flamenco. El que venga, al que designen, ya tiene mucho trabajo realizado por delante y no va a serle difícil continuar con una tarea que, según a todos los que he consultado, ha sido modélica. Como, aunque me lo presentaron tres veces, apenas he tenido la suerte de conocerlo, sólo le deseo lo mejor en su nuevo cometido, difícil por cierto, y, al entrante, que el flamenco no esté tan encosertado, ni tan dirigido, ni tan financiado, para que no pase de nuevo lo que al museo de Cristina Hoyos ni haya muchos flamencos que no hayan entrado todavía en las listas de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, mientras que algunos, artistas además de segunda o tercera fila, y conferenciantes que no han sabido del flamenco, ni saben, hasta hace dos días, tienen todas las regalías de las programaciones.
Me lo presentaron, por petición de él, cuando en el pasado octubre se celebró el Congreso del Nacimiento de Antonio Mairena en la Isla de la Cartuja, en el antiguo pabellón de Marruecos, y pocos momentos, por tanto, tuve la ocasión de charlar y conocerlo un poco más. Además, es tan inteligente, que en el almuerzo que compartimos, apenas si abrió los labios. Si me llamó la atención -lo que achaqué a despiste lógico de los que andan tan embarcados en tantos temas-, que dos veces más requirió la solicitud de sus secretarios para que yo le fuese presentado de nuevo. ¡Como aquellos viejos sabios despistados! Yo me lo tomaba un poco a chusma, a despiste, como he dicho, o a lapsus de memoria..., que yo los tengo, y muchos. Sí me dí cuenta de su gran capacidad de trabajo y de que no paraba ni un momento, y así me lo hacía saber también mi amigo Juan Manuel Suárez Japón, admirado de todo lo que llevaba para adelante.
No sé si lo ha hecho bien o mal como director de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco de la Junta de Andalucía, dependiente la la Consejería de Cultura. Aunque cuando se trabaja de gordo, algo tiene que salir bien. No sé si las peñas están contentas con su gestión, así como los artistas -los menos parecen no estar muy conformes, según ciertas páginas escritas que he leído en los medios-; ignoro si está bien o mal que el Flamenco sea nominado como Patrimonio Musical Inmaterial de la Humanidad, porque tampoco sé para qué vale eso ni qué beneficios aporta a una seguiriya memorable de Tomás Pavón o a una malagueña de Chacón o a una toná de Antonio Mairena; soy tan analfabeto en esta nueva historia flamenca que me engañaría a mí mismo si dijera que éste es el flamenco que me gusta: el que está financiado, protegido, supermimado, y si, como pasa en otras materias de asociaciones vecinales, culturales, deportivas, etc., no es una cama para hacer un colchón de votos. ¡El que se mueva, no sale en la foto! Eso sí me preocupa y bastante: que Pulpón ya no esté en la calle O'Donell y que los artistas se paseen, como antiguamente, pidiendo festivales o recitales, ahora por la avenida de la Borbolla.
Por los demás, por lo poco que lo he conocido, casi nada, creo que Francisco Perujo Serrano es un enorme trabajador, y que por mucho que él haya dicho en entrevistas que el flamenco lo ha sentido desde niño y que su cante preferido siempre ha sido la Soleá, es un enorme político que llegará a bastante más de lo que hoy le ha ofrecido María del Mar Moreno.
Felicito al señor Francisco Perujo por este nuevo ascenso, pero a diferencia de mi compadre Bohórquez no me asusto de quién pueda venir mañana. Me encantaría, como a él, que fuese Juan Manuel Suárez Japón, porque él sí que es Flamenco desde nacencia. Pero nadie va a cambiar el rectorado de la UNIA, el ser señor Rector Magnífico -y magnífico rector- por las bambalinas de una agencia de programación y contrataciones y divulgación del Flamenco. El que venga, al que designen, ya tiene mucho trabajo realizado por delante y no va a serle difícil continuar con una tarea que, según a todos los que he consultado, ha sido modélica. Como, aunque me lo presentaron tres veces, apenas he tenido la suerte de conocerlo, sólo le deseo lo mejor en su nuevo cometido, difícil por cierto, y, al entrante, que el flamenco no esté tan encosertado, ni tan dirigido, ni tan financiado, para que no pase de nuevo lo que al museo de Cristina Hoyos ni haya muchos flamencos que no hayan entrado todavía en las listas de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, mientras que algunos, artistas además de segunda o tercera fila, y conferenciantes que no han sabido del flamenco, ni saben, hasta hace dos días, tienen todas las regalías de las programaciones.
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