Pasó la semana del místico embrujo,
en calles y plazas cesaron los sones,
lucieron cofrades el fasto y el lujo
del santo desfile de sus procesiones.
Aún queda el perfume de incienso y de cera
flotando en la tibia mañana,
y ya con gozosa impaciencia se espera
la FERIA DE ABRIL SEVILLANA.
En ella celebra sus fiestas nupciales,
dejó la mantilla y la peina
y luce en la Feria sus galas reales
el traje flamenco de reina.
Y así, de gitana con cetro y corona,
-leyenda de algún fandanguillo-
fabrica un palacio con flores y lona
que alfombra de albero amarillo.
En él una inmensa y brillante guirnalda
alumbra de noche la calle;
también se ilumina la esbelta Giralda
luciendo su espléndido talle.
Y el cuadro de ensueño, de luz y derroche,
de rumbo y tronío que luce y rebrilla,
lo cierra este nombre con mágico broche...
en calles y plazas cesaron los sones,
lucieron cofrades el fasto y el lujo
del santo desfile de sus procesiones.
Aún queda el perfume de incienso y de cera
flotando en la tibia mañana,
y ya con gozosa impaciencia se espera
la FERIA DE ABRIL SEVILLANA.
En ella celebra sus fiestas nupciales,
dejó la mantilla y la peina
y luce en la Feria sus galas reales
el traje flamenco de reina.
Y así, de gitana con cetro y corona,
-leyenda de algún fandanguillo-
fabrica un palacio con flores y lona
que alfombra de albero amarillo.
En él una inmensa y brillante guirnalda
alumbra de noche la calle;
también se ilumina la esbelta Giralda
luciendo su espléndido talle.
Y el cuadro de ensueño, de luz y derroche,
de rumbo y tronío que luce y rebrilla,
lo cierra este nombre con mágico broche...
SEVILLA
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