LA MADRE DEL PINTOR
Le temblaría a Antonio el lapicero
en las primeras líneas del dibujo.
Retratar a una madre es caro lujo
porque es lujo el amor de su venero.
Por mucho mimo y atención y esmero
-concentración, silencio de cartujo-,
siempre queda la duda en ese flujo
de llevar al papel lo verdadero.
¿Y cual más verdadera sinfonía,
más angustia a la vez, más alegría
que ir trazando en el aire, con dulzura,
labios, ojos y alma de quien quieres,
bendita entre todas las mujeres,
madre siempre de arrullos y ternura?
Le temblaría a Antonio el lapicero
en las primeras líneas del dibujo.
Retratar a una madre es caro lujo
porque es lujo el amor de su venero.
Por mucho mimo y atención y esmero
-concentración, silencio de cartujo-,
siempre queda la duda en ese flujo
de llevar al papel lo verdadero.
¿Y cual más verdadera sinfonía,
más angustia a la vez, más alegría
que ir trazando en el aire, con dulzura,
labios, ojos y alma de quien quieres,
bendita entre todas las mujeres,
madre siempre de arrullos y ternura?
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