Felicidades, madre. Aunque Dios quiso llevarte hace tiempo a su presencia, hoy, en el día de tu santo, sigues estando con nosotros, como siempre, como cada mañana, en cada palabra y en todos los rincones del alma y de la casa.
Hoy, papá te habrá dejado un poema de amor encima de la mesa. Yo te cubriré de besos. Tus hermanos vendrán a felicitarte. Y tus nietos te pondrán más alegre que nunca cuando te digan: Felicidades, abuela Pepita, y te traigan sus dibujos candorosos y te pongan un collar hermoso de cuatro abrazos distintos.
Olerá a tu menudo único a la hora del almuerzo y todos nos sentiremos amparados bajo tu mirada cierta y amorosa, bajo tus manos afables que llevan el estigma de la bondad.
(Hoy, ante tu fotografía, habrá un ramo de claveles poniendo color a tu vida. Y todos estaremos juntos una vez más. Felicidades, madre.)
Hoy, papá te habrá dejado un poema de amor encima de la mesa. Yo te cubriré de besos. Tus hermanos vendrán a felicitarte. Y tus nietos te pondrán más alegre que nunca cuando te digan: Felicidades, abuela Pepita, y te traigan sus dibujos candorosos y te pongan un collar hermoso de cuatro abrazos distintos.
Olerá a tu menudo único a la hora del almuerzo y todos nos sentiremos amparados bajo tu mirada cierta y amorosa, bajo tus manos afables que llevan el estigma de la bondad.
(Hoy, ante tu fotografía, habrá un ramo de claveles poniendo color a tu vida. Y todos estaremos juntos una vez más. Felicidades, madre.)
¡Qué gran mujer era tu madre,Emilio! La conocí y admiraba su calma, su amabilidad y su capacidad para que a su lado todo fuera sosiego y ternura. Mi madre también se llama Pepa. Todavía me vive, compadre, y quiera Dios o quien sea, que no se me vaya nunca. Donde se ponga una buena madre, que se quite todo el mundo.
ResponderEliminarUn abrazo, Emilio.
Es verdad, compadre,tú la conociste. Prudente hasta la exasperación. Cuado yo le preguntaba miles de veces por su experiencia en la guerra incivil de España, sus ojos casi se empañaban de lágrimas y sólo me decía: -¡Niño, hoy es un día feliz porque estamos todos juntos! ¡Y siempre había un día feliz..., y jamás quiso contarme nada de aquella tragedia! Así era la abuela Pepita.
ResponderEliminarFelicita a tu madre de mi parte y dale un abrazo de lujo. Sólo se nota la orfandad cuando esos brazos no pueden abrazarte.
Un beso, Manolo.
La falta de una madre te deja un hueco que nunca se volverá a llenar, un vacio tremendo al sentir que ese amor, especial, de hijo, nunca más tendrás ocasión de dar aunque la tengamos tan presente. Es como cuando te falta un miembro, aunque ya no esté, notas todos sus musculos.
ResponderEliminarYa conocí a la tuya uno de los fines de año que pasamos juntos (¿te acuerdas?) y era la misma imagen de la bondad, callada, de mirada inteligente y la ternura de los años en su expresión.
¿Quién sabe si estará con la mía hablando de la receta del menudo?
Ojalá y así fuera.
Un fuerte abrazo.
Para mí es como si ella viviese. Ayer no le faltó su ramo de claveles al pie de su fotografía ni su beso diario. ¡La vida tiene ciertas parcelas tristes"
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